Caudillismo, Golpes de Estado y Pobreza en América Latina

Las Revueltas de Silvestre

Por Silvestre Villegas Revueltas

En México como en el resto de América Latina, los países y las diferentes sociedades iberoamericanas son en el siglo XXI el producto de su pasado colonial -español y portugués-, resultado de los desquiciantes tiempos de la centuria decimonónica y otro tanto de las tumultuosas y muy violentas décadas del siglo XX. Lo anterior qué quiere decir. La estructura y el accionar de las coronas de España y Portugal en América reprodujeron en las sociedades americanas todos los vicios medievales y de tierra de reconquista que caracterizaron el perfil de los reinos ubicado en la península ibérica, esto es, como tierras de frontera no se caracterizaron por ser ricas pero sí señaladas por su espíritu guerrero que produjo una “clase” militar que fue y se consideró esencial para el mantenimiento y formalización de aquellos reinos: Portugal, Castilla, Aragón, Asturias, etcétera.

Por ubicarse en la frontera y además ser conscientes de no estar en el centro de la cultura europea, ello produjo un doble sentimiento, saber que se pertenecía a la periferia y por ello mismo la necesidad principalísima de conocer y adoptar la gran cultura que se desarrollaba al norte de los Pirineos. Entonces fue conformándose un sentimiento social que privilegió y ubicó la fama y el poder en formar parte del estamento militar o el estamento del conocimiento. Ambos estamentos ingresaron y nutrieron lo que hoy conocemos como la burocracia que ha hecho funcionar los diversos engranajes  del estado, llámese en la corona española de tiempos de Felipe II, Carlos III, Isabel II de España, o lo empleados gubernamentales y plana militar bajo los regímenes de Santa Anna, Simón Bolívar, el Dr. Francia o más recientemente bajo los gobiernos de Plutarco Elías Calles, Fidel Castro y Augusto Pinochet. Unos y otros en el caso latinoamericano, en sus respectivos tiempos y a su manera, fueron titulares del Ejecutivo y en su afán por eternizarse en el poder transitaron al caudillaje y a la dictadura; todos ellos y otros que no hemos mencionado pero que pudieran sumar varias decenas, repito, todos, llegaron a estar convencidos de que eran insustituibles como jefes natos de un determinado país. Debemos conceder que Pinochet  dejó el poder tras un referéndum, pero los ejemplos en Nicaragua, Colombia, República Dominicana, Panamá, Bolivia y otros más, han reproducido el denominador común de un presidente que, repito, se eterniza en el poder y al final de cuentas, siempre, el manotazo, muchas veces violento se materializa en el golpe de estado.

Cuando a inicios de los años ochenta del siglo pasado comencé a producir mis primeros textos académicos, historié bajo una óptica distinta a la “historia oficial”, el golpe de estado que el 17 de diciembre de 1857 perpetró el general Ignacio Comonfort, presidente constitucional -que no de facto- de los Estados Unidos Mexicanos, contra los principios liberales contenidos en la Constitución Federal de 1857. No es el lugar ni el caso relatar todo aquél periplo golpista, pero sí señalar algunos tópicos medulares. Como primer asunto primigenio, la sociedad mexicana de aquellos años estaba profundamente dividida, y como siempre en la historia, conservadores que quieren mantener el statu quo y los liberales/progresistas que quieren innovar, se estaban dando por medio de la prensa, en la correspondencia particular y participando en alzamientos militares “periféricos” hasta “con la cubeta”. La reforma del liberal moderado Comonfort estaba caló hondo y entre otras cosas produjo (1856) la Ley de Desamortización de Bienes de Corporaciones Civiles y Religiosas, cuyo alcance solamente varió hasta la contrarreforma que en temas de “las asociaciones religiosas” promovió el gobierno de Carlos Salinas de Gortari a finales del siglo XX. Otros cambios profundos fueron en torno a limitar los fueros eclesiásticos y militares provenientes de la ya mencionada Edad Media/Reconquista española; como buenos liberares promovieron libertades concretas disminuyendo las tasas impositivas al comercio nacional y de importación, promovieron la libertad de tránsito y con ello se eliminaron los pasaportes internos. La libertad de prensa y con ello la desaparición de la censura previa. Entre otros temas más, impulsaron la tolerancia religiosa que se fue imponiendo a partir de 1860 y hoy es una realidad a lo largo de toda la república. Pero las tradiciones son canijas y solamente hasta el pasado año, Brasil y México, los dos países más importantes de Iberoamérica, tienen dos presidentes evangélicos, rompiendo con ello un monopolio del catolicismo en los titulares del Ejecutivo. Para redondear, resultado del golpe de estado de 1857, se quiso dejar sin efecto la reforma liberal y los regímenes conservadores de Félix Zuloaga y Miguel Miramón llevaron a cabo acciones de gobierno para materializar el retroceso. Pero hay una ley no escrita en la Historia que evidencia: a pesar de tiempos, gobiernos y épocas de retroceso social, la humanidad camina hacia el progreso y la innovación, que, es justo señalarlo, no siempre trae un mejoramiento en las condiciones económicas de un determinado pueblo o nación.

¿Por qué Evo Morales se pudo mantener durante 10 años en la presidencia y después no ganó el referéndum cuyo espíritu era el de eternizarse en la titularidad de Ejecutivo en Bolivia? Las razones son de raíz y lógica histórica. Bolivia es un país rico con una sociedad donde la mayoría es pobre y una reducida élite muy rica. La disparidad en los ingresos económicos y en los niveles sociales es lo que define a una nación llamada subdesarrollada. Los datos nacionales e internacionales es que durante la gestión de Morales la pobreza extrema disminuyó notablemente, se crearon escuelas, hospitales, carreteras y toda una red de servicios públicos inexistente para la mayoría de los bolivianos que son de origen indígena. En resumen el país creció, se modernizó y al repartirse de una manera más justa las ganancias de las empresas públicas y sobre todo en las privadas, ello generó una grave malestar en los sectores mestizos/criollos bolivianos, que igual a sus contrapartes en el mundo andino y en Centroamérica, dichas élites le han apostado al inmovilismo, usufructúan de la pobreza, y producto de la raíz colonial que define al mundo iberoamericano son profundamente racistas. Evo debió retirarse a tiempo y por la puerta grande, pero la droga del poder es canija. Las élites no le perdonan que provenga del mundo indígena, así como aquí en México y meses atrás erróneamente señalaban a López Obrador de indio y naco, cuando es el típico mestizo/criollo del siglo XX mexicano, de raigambre vasconceliana, que integra en sus raíces familiares al elemento mexicano como al de Cantabria, España.

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