Por Jesús Michel Narváez
Ante la imposibilidad de que el juicio político en contra de los 6 consejeros del Instituto Nacional Electoral avance a velocidad de “Tren Maya”, el presidente de la Cámara de diputados, Sergio Gutiérrez Luna anunció la presentación de una denuncia penal en contra de aquellos por, presuntamente, “abuso de poder”.
Como se sabe y es público, los diputados de Morena y sus satélites, PT y PVEM, no “se mandan solos” y entienden que están obligados a obedecer ciegamente -deben tener 90 por ciento de lealtad y 10 de inteligencia (dixit Andrés Manuel López)- y por lo tanto se dieron cuenta que el juicio político además de ser tardado no se concretará debido a que se requiere mayoría calificada, algo que le falta a la 4t.
Hay que entender que Gutiérrez Luna atedió el llamado presidencial incluso, rebasando sus facultades, porque una denuncia penal a nombre de la Cámara de Diputados requiere de la anuencia de sus integrantes. La presidencia de la Mesa Directiva está obligada a consultar con sus pares las decisiones que tomará. Su capacidad de ordenar se circunscribe a recibir las iniciativas de ley y turnarlas a comisiones. Punto y aparte. El presidente es un provocador que siempre recula.
El presidente había sugerido medidas drásticas” en contra de los consejeros, principalmente de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, para poner el ejemplo y que nadie se “salga del huacal”.
Y ni tardo ni perezoso, el legislador, veracruzano, por cierto, asumió que el huésped temporal de Palacio Nacional quería que se supiera en todo México, que digo, en el mundo, que digo, en el universo, quien manda en el país que, según el jefe de jefes, se convertirá en el paraíso prometido en sus campañas en busca del trono cuasi celestial: la Silla del Águila.
En la reanudación del monólogo conocido como “mañanera, el presidente mostró la cara amable hacia los consejeros y se mordió la lengua, por lo cual debe estar aun sangrando. Dijo:
“No penalizar nada, yo creo que cometieron un error (los consejeros electorales) y lo tendrían que reconocer, porque se opusieron a un mandato constitucional y actuaron de manera antidemocrática, pero en política hay que saber rectificar no caer en la autocomplacencia, no aferrarse, entonces ya la Corte dio un fallo para que continúe el proceso de revocación de mandato”.
¡Cuánta razón tiene!
Lástima que no ponga el ejemplo con la rectificación de sus desaciertos.
Un ejemplo: la violencia tolerada desde el Gobierno federal y negar que está presente y en lugar de reducirse aumentó, es caer en la autocomplacencia.
No rectificar su postura en contra de las clases medias, de los neoliberales, de los fifís, de los conservadores, que ha producido una división en el pueblo como nunca antes en el último siglo, es aferrarse.
Por si fuera poco lo antes expuesto, el presidente expresó: ahora que ya se han entregado más de 10 millones de firmas al INE, se organice este ejercicio en el que la gente determina hasta cuándo puede estar en el cargo un presidente.
Perdón, ciudadano: usted termina su gestión el 30 de septiembre. Ni un minuto más. Salvo, claro, que decida romper la Constitución y arrojarla al drenaje profundo.
Pregonar con el ejemplo, dicen los que saben, es la forma de que los demás lo sigan o lo rechacen.
Hay quienes lo siguen y, contra sus “otros datos”, es inmensa la cantidad de ciudadanos que lo rechazan. Deje de ser autocomplaciente consigo mismo y no se aferre. Rectifique el camino andado porque aún le falta la mitad del camino para llegar a su retiro y refugiarse en su finca, allá en Palenque cuyo nombre, por respeto al lector, me guardo.
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