Por Alfredo Mejía Montoya
Ya inicio la segunda mitad del mandato presidencial de López Obrador, termina el periodo de aprendizaje, si aprendió, el provecho será en beneficio de la población y del país, si no, los resultados saltan a la vista, desastrosos en todos los rubros, no hay nada terminado, todo es ilusorio, esperanzador y nada pragmático. El inquilino sabe que no logró cumplir las expectativas y promesas de campaña, aunque para variar, él dice que sí, pero los mexicanos sabemos que no; las palabras son solo eso, palabras, no hechos. Y comienza la carrera por la sucesión.
Como campaña y distractor, arguye cada vez que puede, que se han cubierto las necesidades de la población y ésta tiene bienestar, sin que en realidad lo tenga, no es suficiente estar repitiendo que la población tiene mayor bienestar, cuando es totalmente falso. Piensa que con estar repitiendo ese adjetivo se va a lograr, lo hace para conectar con el colectivo de que hay bienestar, con el gas bienestar, banco del bienestar, Pensión Bienestar, Secretaría del Bienestar, eso no es proporcionar bienestar.
Sin embargo, lleva ya tres años en campaña, y no ha podido darle a la población Bienestar, o sea, cumplir con las variables de ese objetivo: 1. Distribución de la renta, 2. Tasa de desempleo, 3. Ingreso per cápita, 4. El gasto social, 5. Nivel de consumo, 6. El nivel de salud, 7. Nivel de contaminación, 8. Áreas verdes, 9. Nivel de pobreza, 10. Nivel de educación, 11. Libertad ciudadana y 12. Seguridad social.
El regalar dinero público no cumple con estas premisas, los programas sociales que improvisó no sacan al pueblo bueno (ni al malo, los opositores) de ese marasmo de pobreza ni de pobreza extrema, a nadie y mucho menos al país.
Aquí es donde estriba el mayor reto que tiene el partido oficialista y por ende del autócrata Andrés Manuel López Obrador, dónde ha observado que la población que consideraba estaba con él, como los jóvenes y que lo llevaron al poder por un simple castigo al PRI. Ahora, a la mitad del camino, esos jóvenes ya no son tan queridos por él, al contrario, han sido vilipendiados, maltratados, humillados, les ha dicho que los medios los han contaminado con sus ideas conservadoras y neoliberales, como si ellos no tuvieran libre albedrío, y desde palacio en las mañanas, les dice que “son aspiracionistas”, porque no apoyan al partido oficialista y desean superarse día a día, como todo individuo con mente abierta y aspiraciones de llegar a estadios de superación en todos los rubros. ¡Vaya hasta López Obrador fue aspiracionista!, nada más que él utilizó a muchos para llegar a ser presidente de la república y aspiró hasta en tres candidaturas. ¿Al inquilino, quién lo contaminó, el PRI o el PRD?
Los jóvenes serán de nuevo los que pongan el fiel de la balanza en las próximas elecciones del 2024, tal como ya ocurrió en las elecciones más grandes de la historia que se celebraron el 6 de junio 2021, en México, donde los resultados enfurecieron a López Obrador, más que al partido oficialista, porque él pensó que los tenía en la bolsa, por tantos regalos de dinero público en efectivo que les dio con sus “programas prioritarios”, clientelares y con una firme idea electorera. Esos Jóvenes y los que paulatinamente se irán incorporando por la edad para sufragar su voto, ahora son la más fuerte oposición para el inquilino de palacio.
Los adolescentes que contaban con 13, 14, 15 años en 2018, el día en que López Obrador llegó al poder con su partido, tendrán la capacidad jurídica de sufragar en el 2024. Ya jóvenes para entonces, se habrán dado cuenta del cómo se han llevado las riendas del país en los sectores de la economía, salud, seguridad, empleo, delincuencia organizada, feminicidios, asaltos en transporte, en la calle, extorsiones, levantones, etc.
Mas de uno, cientos o miles de jóvenes habrán perdido a su padre, madre, hermanos, familiares, amigos y conocidos a causa del Virus SAR-COV2 (Covid-19) por el desaseo y falta de estrategia para proteger la salud de la población; también percibieron que los mismos desde el 2019, se quedaron sin empleo y sin ingresos; los que han sido desplazados de sus lugares de residencia por las mafias y cárteles de la delincuencia organizada, sin que el régimen haga algo por ellos; los que perdieron el entonces Seguro Popular (SP) y que a la fecha no hay atención para ellos, solo para los que están afiliados al IMSS, al ISSSTE o similares estatales; pero sobre todo, ellos, los jóvenes que están en edad de arribar al trabajo productivo y remunerativo para quienes no hay empleo.
Ellos son la verdadera oposición al régimen, al no tener oportunidad de contar con un empleo, con un sistema de salud digno y con un sistema de seguridad eficiente.
Si consideramos que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) al 10 de agosto del 2020, nos dice que una persona joven es aquella que tiene entre 15 y 29 años de edad. De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2018, en el país existen 30.7 millones de jóvenes que representan 24.6% del total de habitantes. Por grupos de edad, de cada 100 jóvenes, 37 (11.3 millones) tienen entre 15 y 19 años; 33 (10 millones) están en el grupo de 20 a 24 años, y 30 (9.4 millones) entre 25 y 29 años. La distribución por sexo no tiene grandes diferencias 50.8% (15.6 millones) son hombres y 49.2% (15.1 millones) mujeres; en los grupos de edad de 15 a 19 y 20 a 24 años los hombres son mayoría, solo en el grupo de 25 a 29 años la tendencia se invierte.
México ha logrado importantes avances educativos en las últimas décadas, se destaca el incremento del nivel de escolaridad y el aumento de la asistencia escolar de niños, jóvenes y mujeres, dice el Consejo Nacional de Población [CONAPO]. Los datos de la ENADID 2018 estiman que de cada 100 hombres jóvenes 34 asisten a la escuela (5.3 millones) y de las mujeres jóvenes, lo hacen 33 de cada 100 (5 millones). La educación es uno de los procesos más importantes en la vida de las personas y es un derecho, además, proporciona herramientas para que se ejerzan otros derechos, como el derecho a Voto.
A estos datos son a los que el inquilino de palacio les tiene pavor, son más de 30 millones de votos que provendrán de los jóvenes, que se han percatado indudablemente de la manera de actuar o pseudo gobernar de López Obrador y su inexistente gabinete que le rodea, sobre todo, porque el es el que decide todo en el gobierno federal, es un autócrata, totalitario y perverso.
Es un drama, seguro que así lo siente, ya que en las votaciones del 6 de junio pasado, fueron ellos los que inclinaron la balanza en su contra, y recuperaron más de la mitad de las Alcaldías de la CDMX, así como los más grandes Municipios del Estado de México y la mayoría de las capitales en donde se celebraron comicios. Ello lo ha orillado a establecer a los jóvenes como un enemigo más, como un opositor más.
Cierto, obtuvo bastiones de poder en varias entidades federativas, pero los votos de calidad, razonados y que cuentan, aplastaron sus intenciones de seguir gobernando la CDMX y el ESTADO DE MEXICO, cuestión que no sucedió, y serán los jóvenes un grave peligro para sus aspiraciones y sobre todo a la campaña que no termina desde que llegó al poder.
Su sentido autocrático es su más acérrimo enemigo, mas que los jóvenes, quizá que lo único que buscan es que se les tome en cuenta, que les proporcionen bienestar, que se generen empleos y se les ofrezca servicios de salud digno, como lo prometió López Obrador en su campaña, al prometer que habría servicios médicos al nivel de Dinamarca o Canadá, pero con un INSABI que no inicia sus funciones ¡no tienen un servicio ni siquiera de Cuarta!
Las tecnologías de la información y comunicación han aumentado y más aún en forma exponencial por la pandemia. La población de jóvenes está bien posicionada para beneficiarse de estos desarrollos, dada su temprana familiaridad con las tecnologías digitales y su apertura a explorar su aplicación en una gama cada vez mayor de contextos nuevos y existentes. Por lo tanto, el uso de tecnologías es un área donde las y los jóvenes participan activamente al utilizar dispositivos tales como computadoras y teléfonos inteligentes y ello trae aparejada más información y redundará en la actividad cívica de votación, sin lugar a dudas.
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