Por Alberto F. Mena Mallen
La alegría, la dicha y la felicidad en México están presentes. Todo en el país camina perfectamente según nuestro gobierno.
El Covid 19 está a la baja, ya que hasta el momento se tiene una reducción general del 78 por ciento en la ocupación hospitalaria, el 24 por ciento de las camas con ventilador permanecen ocupadas, lo que ha permitido que en la actualidad existan 9 estados en semáforo verde, 22 en amarillo, uno en naranja y ninguno en rojo, sobre todo por un descenso sostenido en 11 semanas en todos los indicadores de la pandemia, que hay que recordar que se manejó mal desde su inicio con la propuesta de inmunidad de rebaño.
El secretario de salud, Jorge Alcocer, afirmó en su comparecencia en el Senado de la República que los indicadores que se tienen actualmente permitirán la normalización de la actividad productiva, educativa y social del país. “La tercera ola está en descenso. Esperamos sea la última, pero no va a ser así desafortunadamente’’, expresó el funcionario público.
Lo que no está a discusión es en el número de mexicanos muertos por el coronavirus; las cifras que se manejan son distintas tanto para el gobierno, -que al parecer quiere minimizar- como para los medios de comunicación, -que como son fifís, asustan a la población con otros datos-, ya que hay quienes señalan que son hasta medio millón de ciudadanos que se fueron a la otra vida.
Y sí, aún falta conocer cuál será lo que vendrá ahora en la temporada navideña, con lo de la influenza, las gripes y el coronavirus. De las primeras, existen ya estudios profundos y amplios de su comportamiento, pero de lo segundo, lo actual, aún no se ha investigado suficientemente, si habrá alguna relación o qué pasa en su comportamiento, aparte de que se desconoce en la opinión pública si se tienen las suficientes vacunas para inocular a los mexicanos contra la influenza, debido a que el gobierno no se ha preparado para la adquisición de dichas vacunas tal y como ha sucedido con otros medicamentos y el desabasto, que continúa, de los mismos.
El Centro para el control y la prevención de las enfermedades en su página web da algunos elementos de las diferencias que existen en los síntomas del resfriado y la influenza: En el primero, los síntomas son más leves que en el segundo, aunque en éste puede ser mortal en caso de falta de atención.
Ahora, en la página de la Organización Mundial de la Salud, -donde existe muchísima información respecto al tema del Covid-19-, se establecen similitudes y diferencias entre este virus y la gripe, donde ambos causan enfermedades respiratorias, pero hay importantes disparidades entre ambos y en cómo se propagan. Estas desigualdades tienen importantes repercusiones a la hora de determinar las medidas de salud pública aplicables en respuesta a cada virus. Hay una gran variedad de casos, desde afecciones asintomáticas o leves hasta enfermedades graves y muertes.
En segundo lugar, ambos virus se transmiten por contacto, gotitas y fómites -un fómite es cualquier objeto carente de vida o sustancia que, si se contamina con algún patógeno viable, tal como bacterias, virus, hongos o parásitos, es capaz de transferir dicho patógeno de un individuo a otro. Por eso también se les denomina «vector pasivo»-. Por consiguiente, las mismas medidas de salud pública, como la higiene de manos y un buen código de conducta respiratorio (toser en el codo o en un pañuelo, desechándolo de inmediato), son medidas importantes que pueden adoptarse para prevenir la infección.
El virus de la gripe tiene un periodo de incubación medio más corto (el tiempo que pasa desde la infección hasta la aparición de síntomas) y un intervalo de serie más corto (el tiempo transcurrido entre casos sucesivos) que el virus de la COVID-19. Se estima que el intervalo de serie del virus de la COVID-19 es de entre 5 y 6 días, mientras que en el caso del virus de la gripe es de 3 días. Esto significa que la gripe puede propagarse más rápidamente que la COVID-19. Datos preliminares de estudios sobre la transmisión en el hogar realizados en China sugieren que los niños se infectan de los adultos, más que al revés.
La OMS destaca que la tasa de mortalidad de la COVID-19 parece mayor que la de la gripe, especialmente la gripe estacional. Aunque se tardará un tiempo en determinar con exactitud la verdadera tasa de mortalidad de la COVID-19, los datos reunidos hasta ahora indican que la tasa de mortalidad bruta (el número de muertes notificadas dividido por el número de casos notificados) oscila entre el 3% y el 4%, si bien la tasa de mortalidad por infección (el número de muertes notificadas dividido por el número de infecciones) será menor. En el caso de la gripe estacional, la tasa de mortalidad suele ser muy inferior al 0,1%. Sin embargo, la tasa de mortalidad depende en gran medida del acceso a la atención de la salud y a la calidad de esta.
Por otra parte, aunque el gobierno de los Estados Unidos aperturó la frontera con México, a partir de este 8 de noviembre, hay que tener en cuenta que el gobernador de Texas, Greg Abbott, quien tuvo Covid-19 a principios de este año, emitió una orden ejecutiva que prohíbe todos los mandatos de vacuna contra el COVID-19 en el estado por parte de cualquier entidad, pero en esta orden recomienda que las personas elegibles se vacunen, pero siempre debe ser un acto voluntario. Ojalá y ello no provoque una tercera o cuarta oleada de esta pandemia en dicho país y como consecuencia puede estar en riesgo México.
Respecto a las principales causas de muerte en el mundo, la OMS, destaca que, a nivel mundial, 7 de las 10 causas principales de defunción en 2019 fueron enfermedades no transmisibles. Estas 7 causas representaron el 44% de todas las defunciones, o el 80% del total de las 10 causas principales. No obstante, el conjunto de las enfermedades no transmisibles representó el 74% de las defunciones en el mundo en 2019.
La mayor causa de defunción es la cardiopatía isquémica, responsable del 16% del total de muertes en el mundo. El accidente cerebrovascular y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica son la segunda y tercera causas de defunción, que representan aproximadamente el 11% y el 6% del total de muertes, respectivamente. Las infecciones de las vías respiratorias inferiores siguen siendo la enfermedad transmisible más mortal del mundo, situándose como la cuarta causa de defunción.