Por Itzel Toledo García
La República de Polonia, país miembro de la Unión Europea, y la República de Belarús comparten una frontera de cerca de 400 km. Desde septiembre, esta frontera ha llamado la atención de los medios tradicionales y redes sociales por videos que dejan ver el intento de migrantes y solicitantes de asilo de llegar a la Unión Europea. Los videos han resaltado el débil estado físico de las personas que intentan migrar, quienes tienen que lidiar con tropas bielorrusas que las empujan hacia la Unión Europea a la vez que son rechazadas por las fuerzas polacas para evitar su entrada.
Desde la perspectiva del gobierno ultraconservador polaco los y las inmigrantes han llegado a su frontera por culpa del gobierno bielorruso de Aleksandr Lukashenko, quien cuenta con el apoyo del presidente ruso Vladimir Putin, que desde el verano ha facilitado la llegada de miles de personas de Medio Oriente que toman vuelos desde Turquía, Iraq y Emiratos Árabes para huir de países con conflictos políticos y crisis económicas. Por ejemplo, miles de personas (incluyendo bebés y adultos mayores) huyen de los catastróficos resultados de las guerras de Iraq, Afganistán y Siria.
Según el gobierno polaco 30,000 migrantes han intentado entrar de manera “ilegal” a Polonia desde el verano, lo cual ha llevado al despliegue de miles de militares polacos en la frontera con Bielorrusia, así como la decisión de construir un muro de 100 km con un costo estimado de 350 millones de euros. Asimismo, se ha aprobado una ley de emergencia que permite a las autoridades sacar a refugiados que entraron de manera “ilegal”. Además, ante el intento de 2000 inmigrantes de cruzar a Polonia a comienzos de mes, el gobierno anunció el 8 de noviembre que había decidido cerrar el cruce fronterizo de Kuznica con Bielorrusia y tener una fuerza de más de 17,000 soldados en la frontera. Ante la situación en la frontera polaca-bielorrusa, Lituania y Letonia, países miembros de la Unión Europea que también comparten frontera con Bielorrusia, han considerado necesario reforzar sus fronteras, la primera de 679 km y la segunda de 173 km.
Por su parte, Lukashenko, presidente de Bielorrusia desde 1994, considera que se le acusa sin fundamentos y más bien señala que es culpa del gobierno polaco que haya una crisis fronteriza. Lukashenko también ha aprovechado la oportunidad para recriminar que Polonia no cumple los estatutos de la Unión Europea. Sin embargo, hay que señalar que en mayo de este año Lukashenko declaró que su gobierno había parado la entrada de drogas y migrantes pero que ahora le tocaría a la Unión Europea lidiar con estas cuestiones.
La Unión Europea ha acusado al gobierno de Lukashenko de provocar la tensión en la frontera polaca-bielorrusa como venganza por las sanciones económicas y el apoyo europeo a la oposición bielorrusa después de la represión hacia la oposición y manifestantes tras las elecciones presidenciales de 2020. Además, ha considerado aumentar las sanciones para presionar a Bielorrusia, por ejemplo, sancionando a aerolíneas bielorrusas por participar “activamente en el tráfico de personas” al permitir a personas sin papeles legales viajar. A su vez, la Unión Europea ha solicitado al gobierno polaco ayudar a las personas vulnerables para evitar una escalada en la crisis fronteriza y considerar la posibilidad de que la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, Frontex, apoye en este periodo de tensión. Frontex ayuda ya a Lituania a proteger la frontera con Bielorrusia.
Aunado a ello, la OTAN ha criticado la actitud de Lukashenko por afectar a Polonia (y por tanto a la Unión Europea) aprovechándose de personas que intentan migrar y al hacerlo arriesgan sus vidas. Estos comentarios dejan claro que si hay una escalada en la crisis fronteriza la OTAN apoyará a Polonia.
Mientras países y organismos internacionales se posicionan en el tablero político e incluso conceptualizan como un ataque híbrido la decisión del gobierno bielorruso de instrumentalizar a los migrantes, miles de personas quedan varadas en la frontera boscosa con temperaturas a la baja. Según Polonia ocho personas han muerto en estos meses intentando cruzar la frontera. La decisión de Polonia, pero también de la Unión Europea, de proteger la frontera ha sido criticada por grupos de la sociedad civil por incentivar una nueva crisis humanitaria. Debe señalarse que Polonia ha decidido que la prensa, organizaciones no gubernamentales y representantes de la Unión Europea no pueden acercarse a la frontera.
La situación deplorable en la que viven las personas que intentan cruzar la frontera bielorrusa-polaca refleja la falta de consideración por la vida de las personas que migran y/o buscan asilo por parte de gobiernos nacionalistas, antidemocráticos y ultraconservadores, pero también deja ver que los organismos internacionales priorizan su seguridad y no los derechos humanos que supuestamente defienden.