Por Mirza Flores Gómez
El cambio climático es un tema que debe ser prioritario en la agenda de gobierno de los países, desarrollados o subdesarrollados, cada uno debe aportar su granito de arena para reducir el daño al medio ambiente, a través de acciones que reflejen los compromisos firmados. Debemos ser conscientes de que es un tema que nos afecta a todos por igual.
Desde hace dos años, debido a la pandemia de COVID 19, no se había tocado el tema. La última cumbre COP 25 fue en Madrid 2019, en donde México participó y se comprometió a realizar acciones ambientales y sociales favorables, lamentablemente la realidad del país es diferente, actualmente el gobierno federal impulsa políticas energéticas y económicas evidentemente desconectadas de lo pactado.
La COP 26 que se aperturó el 31 de octubre y culminará el 12 de noviembre, tiene sede en Glasgow Escocia, que una vez fue el corazón de la revolución industrial, y que actualmente reúne a los mandatarios de más de 105 países con el objetivo de sumarse para crear un futuro más seguro y estable. Una de las mayores preocupaciones externadas por los Gobiernos es la emisión de gas metano que contribuye a cerca de un tercio del calentamiento global, acumulado desde la revolución industrial. El metano (CH4) tiene un efecto invernadero 80 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2). Al respecto, los Jefes de Estado prometieron emitir menos gases, acompañando la acción con medidas para frenar y revertir la deforestación y la degradación del suelo para el 2030. Citando la frase de apertura de la reina Isabel, lo que los líderes hacen hoy por su gente es bueno, gobierno y política, pero lo que hacen por la gente del mañana es el arte de gobernar.
Es importante darle seguimiento a las posturas y acuerdos que nacerán en la COP 26, pues en los próximos días, el mundo tendrá la oportunidad de replantear su rumbo hacia el futuro. Esta década es clave, afortunadamente sabemos qué hacer, el mundo cuenta con tecnología, estudios e indicadores que nos marcan el camino que se debe tomar en políticas públicas, sin embargo, es necesaria la voluntad política y acciones inmediatas. La agenda internacional apuesta por energías renovables, eficiencia energética, movilidad limpia, conservación y restauración de nuestros ecosistemas y rehabilitación urbana, enfatizando en el abandono de los combustibles fósiles.
Justo lo opuesto a lo que propone el Presidente con su capricho de reforma energética, mostrando un papel vergonzoso a nivel internacional, agravado por su ausencia en la cumbre y sus posicionamientos incongruentes. Lamentablemente obstaculiza el avance de México, al percibir a los acuerdos climáticos como amenazas y no como lo que son, una oportunidad para mejorar y avanzar colectivamente para proteger al planeta.
No olvidemos que México publicó sus Compromisos Determinados Nacionalmente (NDC, por sus siglas en inglés) al 2030, en los que se comprometía a reducir el 22% de las emisiones de gases de efecto invernadero y 51% de carbono negro; y a la fecha no se ha hecho nada, reflejando que las metas y políticas climáticas del país son insuficientes e incumplen con lo establecido en el artículo 4 de nuestra Constitución, referente al medio ambiente sano, que a la letra dice:
Toda persona tiene derecho a un medio ambiente sano para su desarrollo y bienestar. El Estado garantizará el respeto a este derecho. El daño y deterioro ambiental generará responsabilidad para quien lo provoque en términos de lo dispuesto por la ley.
Cierro mi postura invitando a reflexionar a quienes lean este artículo sobre la importancia de que México se involucre, colabore y ejecute acciones a favor del medio ambiente en coordinación con el resto del mundo para el beneficio de futuras generaciones.