Por Iván Ruiz Flores
No sabemos aún cual será con exactitud el gasto catastrófico derivado de la pandemia, pero el golpe que le ha dado a la economía familiar es estratosférico en México, país atrapado entre el Covid-19 y los cambios irreflexivos llevados a cabo en materia de medicamentos.
El tiempo dirá hasta dónde va a llegar la crisis económica en las familias mexicanas y a quién responsabilizarán directa e indirectamente, lo cual, indefectiblemente se exhibirá en las urnas en las elecciones de 2024, porque es mentira que los mexicanos olviden fácilmente los agravios y mucho menos si los mismos derivaron de las decisiones unipersonales y no de las investigaciones a fondo. Peor será cuando se den cuenta que les dieron atole con el dedo y las promesas de bienestar sólo fueron una máscara para llevar a toda una familia al poder.
Y no hay mucho por hacer en estos tiempos, porque ha quedado claro que discutir con una persona, reclamarle a alguien ante lo que consideramos una injusticia, enfrentar una situación que se sale de nuestro control, es inútil, pero en este caso estarán las urnas para que los mexicanos reparen los errores de 2018.
En la cuestión económica actual, cuando amaine de verdad la pandemia, tal vez lleguemos a cifras más graves que las de 2010 cuando de acuerdo a los análisis, más de la mitad de las familias que incurrieron en el denominado gasto “catastrófico” en salud eran pobres y no contaban con seguro médico.
Las investigaciones de entonces, realizadas en el Centro de Estudios de la Cámara de Diputados señalaron que en aquel año (2010) fueron 73,774 hogares con una población de 328,400 personas que, debido a un inesperado desembolso en la materia, perdieron parte o todo su patrimonio.
En el análisis “El gasto catastrófico en salud como factor de vulnerabilidad”, del CESOP, que resalta el reporte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se expone lo dicho desde hace varios años: que México es “el país con una mayor cuota de pago de bolsillo entre sus miembros, es decir, los ciudadanos cubren buena parte de los costos de sus tratamientos médicos, en 3% del PIB”. El gasto total de México para 2010 fue de 6.1% del Producto Interno Bruto.
Pues hoy estamos peor con centros de salud que funcionan peor.
Hace once años hubo la disminución de 10% en el porcentaje del PIB pagado por las personas; sin embargo, dice, aún representaba 49% del gasto total en salud. De igual manera alude al aumento del gasto total per cápita en los últimos veinte años de entonces, lo cual mostró que los costos de la salud tienen una tendencia muy rápida a subir.
Y sólo hay que revisar lo que sucede hoy en México, si entendemos que como se dijera entonces “el gasto de bolsillo en salud inesperado proveniente de ahorros, préstamos o venta de activos, cuando excede 40% del ingreso disponible se considera como una erogación catastrófica, pues pone en riesgo la viabilidad económica y financiera del hogar”.
Ni como decir que no será así tras la severa crisis que estamos viviendo aderezada con el pésimo manejo desde el gobierno federal.
El especialista Francisco J. Sales Heredia, quien elaboró el trabajo de investigación expone la consideración que se hace en la literatura especializada en cuanto a que el gasto de bolsillo en salud, especialmente el catastrófico, es causa de empobrecimiento; este acercamiento es intuitivamente correcto, dice, si consideramos que la salud es un bien absoluto, no intercambiable y que racionalmente es preservado.
Describe, cómo en el país disminuyó el porcentaje de familias que realizaron los denominados pagos “catastróficos” en servicios de salud, al pasar de 3% en el año 2000 a .78% en el 2010.
Dicha reducción, explica, puede atribuirse a la extensión de la cobertura en salud del Seguro Popular. Pero… más de la mitad de los hogares que realizaron dichos gastos (catastróficos) eran pobres y no contaban con seguro médico.
El doctor Sales Heredia describió que el bien de la salud no puede ser reemplazado, de ahí que el gasto en este rubro usualmente sea inevitable.
Perooo…“Los costos de los servicios médicos son determinados por la disponibilidad de pago de los consumidores; ahora bien, en algunos casos, el gasto puede convertirse en “catastrófico” si es mayor al 40% del ingreso disponible –entendido como el ingreso restante después del gasto en alimentos”. Es lo que hoy sucede.
“El gasto catastrófico –abunda- puede llevar a la pobreza estructural” y manifiesta que, por ello, en su trabajo analiza la evolución del gasto en salud entre sectores vulnerables en México.
A su juicio, en aquellos tiempos (2010) se llevó a cabo la segunda generación de reformas al sistema de salud, con la finalidad de aumentar la cobertura, la calidad del servicio y crucialmente la certeza de que el servicio no tendría costo. En el año de 2004 se creó la Comisión Nacional de Protección Social en Salud, que coordina el programa del Seguro Popular, el cual registró en los últimos años a la población sin seguridad social y coordina campañas de información, afiliación y fortalecimiento de la infraestructura médica.
Hoy para nuestra desgracia estamos a la buena de Dios.
Sin embargo, ya empezaron a surgir investigaciones en la materia que nos dirán qué tan contundente fue el Covid-19 en el bolsillo dedicado a la salud de los mexicanos.
Hay ejemplos ya que indican la realidad del desempleo durante la pandemia. Dicen, además, actualmente, que “el grado de escolaridad de los trabajadores está relacionado con la propensión al desempleo, de manera que entre aquellos con educación básica se redujo hasta 15.1 % su participación en el empleo, mientras que entre los que tienen estudios universitarios su contracción solo fue de 0.3 % entre el primer y tercer trimestre de 2020. Para el cuarto trimestre incluso ya había nuevos trabajos para las personas con estudios superiores (Arceo y Guzmán, 2021).
Estas últimas se ocupan en la administración pública, educación, salud, ciencia, seguros, finanzas y otras actividades profesionalizadas, lo que facilitó en muchos casos el teletrabajo y evitó así su exposición a la enfermedad por Covid-19.
Además, en el trabajo de Fidel y Guillermo Oliveira Lozano, denominado “Efecto Crítico de la Pandemia por Covid-19 en el Empleo de México” exponen que muchos de los jóvenes menores de 20 años se encuentran en la situación opuesta, de insuficiente formación académica, con el efecto de tener plazas laborales no consolidadas.
Es mejor leerlo para darse cuenta de la crisis que hoy están viviendo en México miles de familias, en gastos de salud y… sin empleo.