Por Jesús Michel Narváez
La propuesta del temible Sistema de Administración Tributaria (SAT) de hacer obligatorio que todos los jóvenes al cumplir 18 años deban inscribirse en el Registro Federal de Contribuyentes, se cayó.
Se mantiene la obligación, pero se quitan las multas.
Eso y nada es lo mismo.
Porque se advierte el terrorismo fiscal y, lo fundamental: el intento de controlar a los jóvenes que tienen el derecho al voto.
La postura del PAN, acompañado del PRI y el PRD, fue valiosa para impedir solamente una parte de la acción que, como quiera que se le quiera mirar, estará en el Código Fiscal de la Federación, lo que equivale a la Espada de Damocles sobre la cabeza de 15 millones de jóvenes que hay en el país, según los datos del INEGI.
El PAN expuso que disposición pretende tener un padrón de jóvenes, para controlar su información e incluso sus datos biométricos.
Y no está equivocado.
Es una decisión que tiene todo el tufo controlador de un gobierno que no quiere a nadie que piense diferente y que ponga en riesgo su proyecto “transformador”, cuya esencia es acotar libertades, incrementar la vigilancia sobre sus gobernadores y mantenerlos a raya si intenta, siquiera, manifestarse en contra de algunas o todas las medidas tomadas.
Muchas fueron las críticas a la intentona. Académicos, políticos de oposición e incluso del partido oficialista.
Sin embargo, salvo la eliminación de las multas, la obligatoriedad de incorporarse al Registro Federal de Contribuyentes persiste y con ello el gobierno tendrá todos los elementos para contener cualquier inconformidad juvenil.
Y había otra medida preocupante: convertir a los contadores en espías del SAT para que denunciaran a sus clientes si observaban un delito fiscal.
La propuesta planteaba de aquel profesional de los números que no denuncie a sus clientes podría ser acusado de encubrimiento.
Una propuesta chabacana.
Porque si alguien es el que elabora los delitos fiscales es el contador, con o sin anuencia o petición del cliente. Es el que sabe qué deduce, cómo lo hace y qué riesgos se corren.
El Código Fiscal de la Federación de suyo rígido, se convierte desde esta administración, en la herramienta más eficaz para impedir la evasión o elusión de impuestos. Solamente hay que preguntarles a los grandes contribuyentes que durante lustros arreglaban sus contabilidades para o no pagar o pagar lo menos posible.
Finalmente, los diputados aprobaron, con el reloj legislativo -que se detiene mientras la sesión no se haya levantado-, una medida bizarra, la Ley de Ingresos para 2022 después de tres días de discusiones. Ya se envió al Senado y seguramente será escasos los cambios que se realicen.
Parece ser que los de San Lázaro se aplicaron.
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