Por Jesús Michel Narváez
Nada nuevo bajo el sol, afirmación atribuida al Rey Salomón y presuntamente pronunciada 900 años antes de la era cristiana, tiene tanta validez ahora como hace tres milenios.
Por ello, cuando la coalición -¿pervivirá después de la reforma eléctrica?- Va por México se atrevió a presentar una controversia constitucional por el contenido de la pregunta que lleva la Ley de Revocación de Mandato, no es sino una acción que tardó en darse y ahora será la Suprema Core de Justicia de la Nación la que determine, como está plasmado en la Carta Magna, si reúne los principios de equidad y legalidad.
En este mismo espacio le he referido en repetidas ocasiones que la Revocación de Mandato no es una Consulta Popular que pueda ser convocada por el Presidente de la República, cualquiera de las dos cámaras del Congreso de la Unión o la ciudadanía.
Es solamente un derecho de los ciudadanos.
Cuando la Ley de Revocación de Mandato se aprobó, la discusión entre legisladores de Morena y aliados y los de las oposiciones, se entró en el texto de la pregunta.
La Constitución dice que la interrogante dirá: ¿estás de acuerdo en revocar el mandato del Presidente por pérdida de confianza?
Pero desde el Senado se impulsaron otros textos. El primero rezaba: ¿estas de acuerdo en ratificar o no …? Y el segundo, aprobado, reza: se debe o no revocar o ratificar el mandato (al presidente…
Desde el momento en que fue aprobado el texto, comenté que la Corte la desecharía porque no se trata de un ejercicio de ratificación o revocación, porque no es un plebiscito o un referéndum.
Al presidente le urge el ejercicio democrático. No porque suponga que los ciudadanos le vayan a retirar el apoyo, sino porque podrá estar en campaña permanente hasta que el INE le ordene parar y eso ocurrirá cuando de inicie el proceso.
Que los coordinadores de los grupos parlamentarios del PAN, PRD y PRI presenten la inconstitucionales, solamente demuestra que no están al pendiente de los textos y que algunos de los legisladores de sus bancadas avalaron.
Lo que viene está más claro que el agua purificada y santificada de Santa María.
La Corte no podría aprobar una pregunta que rompa el texto constitucional. Está obligada a ser garante de la Constitución y a aplicar la norma: ninguna ley secundaria está por encima.
“Con esta ley de revocación de mandato se amplió indebidamente la pregunta, porque en lugar de preguntar simple y categóricamente si se debe o no revocar el mandato (al presidente), la desnaturaliza ampliando la pregunta si debe ratificarse el mandato”, expresó Jorge Romero, coordinador de los albiazules.
No tenía que decirlo. Los ministros de la Corte sí leen la Constitución y no olvidan que su función, como parte del Poder Judicial de la Federación, ser los garantes de su cumplimiento.
Sin embargo, el ruido le afectó los oídos al presidente y a su séquito de legisladores, porque suponían que ya “la habían hecho” y que el huésped temporal de Palacio Nacional recibiría la “ratificación” y la felicidad inundaría sus neuronas.
Pues no es así.
Y probablemente haya mayoría que no esté de acuerdo en que se revoque su mandato, que sería lo lógico para impedir una crisis de gobernabilidad, aunque no se espera que se cumpla la meta de que 37.5 millones de mexicanos acudan a las urnas, por lo que el ejercicio será democrático, pero no vinculante.
Claro eso, como diría el viejo Arturo de Córdova “no tiene importancia”.
El presidente López sacará de su ronco pecheo: “el pueblo bueno me quiere”.
Salomón tenía razón: No hay nada nuevo bajo el sol.
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