Por Alfredo Mejía Montoya
Los acontecimientos se suceden en septiembre, ya habíamos dicho sobre el ataque de la madre naturaleza, de la tierra y de sus mares, con lluvias interminables, inundaciones y huracanes, temblores y olas de pandemia; se presenta el fantasioso informe de labores del ejecutivo al pueblo mexicano; arriban las festividades libertarias de la nación con la noche del Grito de Independencia, el desfile militar al día siguiente, la llegada de diecisiete mandatarios de Latinoamérica, incluyendo a Miguel Díaz-Canel de Cuba; Nicolás Maduro, de Venezuela; y Luis Arce, de Bolivia a la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), los ataques desde el poder a los científicos del país, solicitando la aprehensión de 31 de ellos por supuestas operaciones con dinero público, peculado, lavado de dinero y lo que resulte; la celebración del Bicentenario de la Consumación de la Independencia, donde AMLO recordó que en aquel día “fue la elite militar y política y conservadora, liderada por Agustín de Iturbide, la que marchaba al frente del Ejercito Trigarante, relegando a los liberales, encabezados por Vicente Guerrero” (sic).
“Es cierto que el 27 de septiembre de 1821 cabalgaban al frente de las tropas triunfantes del Ejercito Trigarante, el general Agustín de Iturbide y sus subordinados, los militares realistas y que muy atrás venían los liberares encabezados por Vicente Guerrero, quienes ni siquiera firmaron el acta de Independencia” (sic) así lo manifestó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Ya desde entonces, los conservadores eran los que abusaban de los liberales, y se colgaban de los triunfos, como lo sigue diciendo el buen liberal ahora inquilino de palacio. Sin embargo, las connotaciones de los entonces liberales y conservadores no eran las mismas que las actuales. Y sobre todo que López Obrador como liberal siga atacando fervientemente al Neoliberalismo, concepto que es neologismo compositivo de “neo-”, que proviene del griego νέος (néos) y significa “nuevo”, el sustantivo del latín liberālis, y el sufijo relativo a doctrina o sistema “-ismo”. Por lo tanto, es el ¡Nuevo Liberalismo! cuyos soportes básicos son la libertad individual, los límites del estado para con la sociedad y sus interacciones económicas, la protección a la propiedad privada y la igualdad ante la ley, esto es, la filosofía política que promueve una cuota cada vez mayor de libertades para el ser humano en los diversos asuntos económicos, sociales y políticos que le conciernen.
De hecho, el liberalismo es un sistema político esencialmente compatible con la democracia republicana de tipo representativo, que tanto le gusta a López Obrador. Que abre paso a doctrinas o sistemas como el social liberalismo, el liberalismo progresista y a la social democracia, esta última, corriente que triunfo en Alemania en las pasadas elecciones-legislativas del 26 de septiembre en contra de Ángela Merkel venciendo a la unificadora, a la líder, no solo para Alemania, sino para la Unión Europea.
Así entonces, López Obrador no deja pasar desapercibido que hace 200 años los liberales proclamaban la consumación de la lucha independentista, y arremete su ideología en contra de los conservadores de hoy.
Su tendencia infranqueable en contra del neoliberalismo le hace creer que es tan malo como él dice o lo considera, cuando en la mayoría de los países este sistema económico ha permeado en sus estructuras sociales y económicas.
Porqué el inquilino no lo acepta como modelo económico a seguir, él es un liberal clásico o al menos eso pretende hacernos creer y siempre se la pasa atacando a los conservadores o al conservadurismo. Veamos su modelo en disección: liberalismo económico que propone limitar la intervención del Estado, aplicando regulaciones o impuestos, considera que las relaciones comerciales deben efectuarse en un marco de libertad e igualdad, bajo los principios de la iniciativa individual y privada, donde las fuerzas del mercado impulsen el proceso productivo de una nación, que teóricamente conduciría a la riqueza y al bien común de los habitantes; liberalismo social propone la mediación del Estado para ofrecer condiciones sociales más justas e igualitarias para los más desfavorecidos en el acceso a la educación y a los servicios de salud; y el liberalismo político que persigue la libertad de pensamiento, de expresión, de asociación, de prensa, al amparo de un Estado de derecho, donde los individuos ejercen la soberanía mediante representantes políticos elegidos democráticamente, en sistemas generalmente republicanos, con un régimen de separación de poderes y una clara distinción entre la Iglesia y el Estado, además de una limitación de la intervención estatal en los asuntos ciudadanos, sean económicos, sociales, ciencia o culturales.
En lo económico no sigue al pie de la letra su filosofía, ya que, en lugar de limitar la intervención del estado, pretende tener el control total en materia energética, arribando de nuevo a los monopolios de estado, y en la práctica el intervencionismo favorece la corrupción, tal y como sucede actualmente, se hace palpable en las adjudicaciones directas sin licitación de obra pública en el sector energético, ya sean privados o familiares los que aprovechan esta coyuntura.
En lo social, las condiciones con las que pretende ayudar a los que menos tienen, lo hace mediante “programas prioritarios” con ayudas, becas, apoyos, tandas, derroche de recursos públicos, que bien podría dirigirse a construir un hospital o un centro de salud o una pequeña escuela, prefiere hacer sucursales del Banco del Bienestar, como si la gente que menos tiene tuviera dinero para guardarlo y hacer uso de servicios bancarios.
En lo político, si bien se pregona la libertad, en las mañanas desde palacio, se dedica a denostar la labor periodística con nombres y apellidos, a reprimir la libertad de pensamiento y de expresión, a violentar el estado de derecho, y a señalar como corrupto y criminal a todo aquel que su equipo le dice y supone que lo es, sin mediar previo juicio.
El neoliberalismo mantiene los fundamentos del liberalismo, como la propiedad privada, libre mercado y el comercio. ¿Entonces, en qué radicaría la diferencia? la diferencia está en que el neoliberalismo absolutiza el crecimiento económico al convertirlo en un objetivo en sí mismo, lo que deja de lado el discurso moral reformista del liberalismo clásico o la intención velada de una transformación bajo los mismos lineamientos que critica López Obrador.
Por lo tanto, el único papel del Estado en la economía, de acuerdo con las teorías del neoliberalismo, debe ser el de crear un marco jurídico que favorezca el mercado. Esto es, no se opone al Estado en sí, ni a su política redistributiva, sino que pretende limitarlo al propósito del crecimiento empresarial privado no del público (el estado tiene otra función, proveer bienestar a la población), con base en el estímulo y regulaciones de la competencia. Por lo tanto, el neoliberalismo consiente la acción del Estado en el control del monopolio, del cabildeo y de los sindicatos de trabajadores.
Para ello, al amparo del neoliberalismo se han creado diversas y multifacéticas Instituciones, Disposiciones, Leyes, Acuerdos y Tratados que promuevan el desarrollo de las economías, del Estado, de la región, de los países y del mundo, precisamente porque el neoliberalismo le da prioridad al mercado internacional sobre el mercado interno. Ejemplos en materia tributaria: se crearon leyes de impuestos al consumo tan idénticas, que permitan que las mercaderías, comodities o productos que viajan de un país a otro, no se adhiera el impuesto al consumo o a las ventas del país de donde se exportan, generando mayor competitividad en los mercados internacionales al carecer de un impuesto del país de origen, como lo fue la creación de un impuesto indirecto como el Impuesto al Valor Agregado o Impuesto al Valor Añadido o al Value Added Tax según la denominación de cada país.
Los Tratados de Libre Comercio, Instituciones como las Casas de Bolsa que otorgan seguridad y certeza jurídica de los valores de cada una de las empresas que en ellas cotizan, como la BMV-México, WALL STREET-New York con los indicadores más importantes del mundo DOW JONES y NASDAQ, NIKKEI-Japón, FTSE- Londres, HSI-Hong Kong, S y P/TSX60- Toronto, Independientemente del país en el que se encuentren las empresas que incursionan en la Bolsa de Valores por regla hacen públicos sus estados financieros; por lo tanto es un sitio en el que se promueve el desarrollo de un mercado ágil, transparente, ordenado, competitivo y público.
Por lo tanto, si México se encuentra dentro de las veinte economías más grandes del Mundo, porque entonces denostar, criticar y a punto de abolir el neoliberalismo, ¿será por la falta de intervención del Estado en el crecimiento del país? Y favorecer las inversiones extranjeras sobre las nacionales, lo que, por un lado, genera movimiento de capitales, pero por el otro, causa desequilibrios importantes en la distribución del poder. Esto último es lo que le ha de perturbar a López Obrador, no se notaría su mano en el crecimiento del país, y la infraestructura que se construye no es otra cosa que apoyar a los grandes capitales para la creación de empleos, ingresos, impuestos, arraigos, ahorro, y por supuesto bienestar a la población…
freedomm