2 de octubre no se olvida: Luis González de Alba, el cronista del 68 que se quitó la vida en su propia casa

Nació en Characas, San Luis Potosí, pero creció en Guadalajara, en donde vivió gran parte de su vida hasta el domingo 2 de octubre de 2016. Estudió en la UNAM y fue detenido en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968; durante su estadía en la cárcel de Lecumberri escribió su primera novela, ‘Los días y los años’, en la que relata los hechos que tanto trabajo le habría costado releer.

Luis González de Alba, uno de los escritores e intelectuales que marcó toda una generación, se suicidó en su casa de Guadalajara a los 72 años. Líder del movimiento estudiantil del 68, autor de las crónicas más representativas de aquella época, ‘Los días y los años’ (1971), se quitó la vida el mismo día que aquel movimiento cumplía 48 años.

Aquel negro 2 de octubre de 1968, grabado a fuego en la memoria de los mexicanos por una de las matanzas de estudiantes más sangrienta y que se no se olvida, ocurrida en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco.

Su libro Los días y los años fue una lectura obligatoria para las generaciones siguientes sobre los hechos ocurridos aquellos años, en los que las protestas estudiantiles a favor de la democracia se sofocaban a punta de metralleta. González de Alba fue detenido por su participación en estos actos y encarcelado durante dos años. Desde la prisión escribió esta obra, considerada una de las mejores crónicas y más rigurosas del 68.

Su actitud irreverente quedó plasmada en sus columnas de opinión, en las que sus críticas sobre los temas de actualidad y algunos de los personajes de la plana mayor de la intelectualidad mexicana, como la Premio Cervantes, Elena Poniatowska, iban acompañadas siempre de polémica. Su obra como divulgador científico fue reconocida con el Premio Nacional de Periodismo en 1997. Y su libro acerca de la historia de México, ‘Las mentiras de mis maestros’, es considerada como una de las obras clave de la literatura contemporánea nacional.

Atormentado por una enfermedad de vértigos que le había cortado parte de su libertad identitaria y una relación imposible con un hombre al que le gustaban los menores de edad, dio varias pistas de su destino poco antes de quitarse la vida. Arregló todo sobre sus derechos en la editorial Cal y Arena, para la que había escrito la mayoría de sus obras y le dejó a su hermana un recado: que le llamara el domingo a las 10 de la mañana.

En su entorno circula una anécdota de que después de su muerte su hermana comentó: “Yo le dije que lo que fuera hacer, no lo hiciera en domingo, que es una lata”. El humor y el descaro eran una cuestión genética.

Luego de darse a conocer la notica del suicido del famoso escritor, sus amigos y colegas expresaron su pesar por su partida y lo recordaron como el gran intelectual y hombre libre que solía ser.

“Los días y los años”

Después de los acontecimientos de Tlatelolco, cientos de jóvenes, en su mayoría estudiantes o profesores que habían formado parte del Movimiento Estudiantil, fueron encarcelados. Entre ellos González de Alba, quien al haber sido representante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM en el Consejo Nacional de Huelga (CNH) fue procesado, sin prueba alguna, por el delito de disolución social y sentenciado a 16 años de cárcel, de los cuales sólo pasaría dos años, pues en 1970 el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez liberó a varios presos políticos, como parte de su llamada “apertura democrática”.

Durante el encierro, es escritor se encargó de plasmar, con sus propias palabras los acontecimientos que se llevaron a cabo de julio a octubre de 1968, dando voz a varios de sus compañeros, con los que compartió en la crujía “C”.

El libro de ‘Los días y los años’  se convirtió, sin lugar a dudas, en una de las narraciones más puntuales, al narrar a detalle al lector las causas del movimiento, la unión de miles de estudiantes, la organización de la juventud la coexistencia de las diversas demandas sociales de aquel año, la represión del Estado y la vida dentro de la extinta Lecumberri.

Una de las partes más trascendentales de la obra es, posiblemente, la evocación y conocida escena ocurrida la tarde del 2 de octubre, con la que empezó uno de los más sangrientos genocidios en la historia de México, cuando de un helicóptero, que sobrevolaba la Plaza de las Tres Culturas, se vio surgir una bengala de color verde, desatándose de inmediato un intenso tiroteo  provocando una absoluta confusión en la plaza.

Se sabe de manera oficial que aquel día se había puesto en marcha la Operación Galeana, con el fin de detener a los miembros del CNH. La operación fue encabezada por elementos del ejército y del Batallón Olimpia; este grupo identificado con un guante blanco.

Si bien, señala el autor que a raíz de la matanza del 2 de octubre la desmovilización masiva había ido en aumento, al grado de levantar la huelga estudiantil el CNH, algunos jóvenes continuaron luchando por el reconocimiento de derechos en México.

Actualmente, parte del legado intelectual de Luis González de Alba se puede consultar a través del fondo documental donado al AGN por el escritor, el cual consta de diez expedientes, entre los que se encuentran su diario durante la estancia en Lecumberri; cartas dirigidas a Leopoldo Zea, Ricardo Guerra y José Revueltas; un borrador mecanografiado con material de En las aguas medias y Los días y los años; y un cuaderno pautado con las canciones Hiroshima, La niña, Aldebarán, La abeja en el jardín, Si me voy, Tu presagio y Con el amor de los confines.

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