Por Jesús Michel Narváez
Podría tratar de justificar su declaración sobre la no renuncia de Julio Scherer Ibarra a la Consejería jurídica de la Presidencia de la República por su ignorancia o porque su jefe no le tiene confianza para informarle de situaciones difíciles y delicadas, pero definitivamente no su afirmación de que fueron rumores de la prensa.
Tiene mala lecha el vocero presidencial. Con su mentira, consciente o porque el avión se le fue, merece ingresar al bloque, segmento o cursilería mañanera de ¿Quién es quién en las mentiras?
Méritos tiene de sobra.
Con la prepotencia que lo caracteriza, es responsable en gran parte de la “mala prensa que tiene el presidente más atacado desde Madero”. Quizá tenga relación con algunos directores de plataformas digitales o de medios impresos o de televisión y radio. Sin embargo, no se advierte la presencia de un comunicador sino de un frustrado periodista que brincó de ser reportero a director del periódico Regeneración, órgano oficial de Morena y de ahí, en base a su trabajo sin autocrítica, llegó a la campaña presidencial y como premio recibió el nombramiento para el cargo que hoy mal desempeña.
Director de la orquesta con músicos improvisados en las mañaneras, Jesús Ramírez Cuevas ha sido incapaz de tener una oficina de comunicación con comunicación. Me explico. Ingresar al portal de la Presidencia de la República y buscar la versión estenográfica de la mañanera o los comunicados -para no errar los conceptos y no se nos acuse de sacar de contexto las palabras presidenciales o de los invitados que acuden- resulta de lo más complicado.
A las 11 horas no está la versión oficial. Tampoco se puede revisar la información del día anterior. Demasiados requisitos para enterarse. ¿Quién es responsable de la dirección de difusión, si la tiene?
Al igual que su jefe, no podría ser de otra manera, lanza señalamientos sin fundamento en contra de los medios, sobre todo los impresos y contra los periodistas. La crítica les cala a todos los que trabajan en la llamada 4t. Quisieran elogios y aplausos. En el circo, solamente las focas lo hacen por adiestramiento.
Ramírez Cuevas es el autor y responsable de la lista en la que aparecen periodistas -entre ellos yo- que “recibieron dinero del antiguo régimen”, sin difundir que se trató no de dádivas sino de trabajos realizados. Porque para obtener uno, se requiere de pasar todos los filtros y cuando se firma, se entrega una fianza que garantiza el cumplimiento de los servicios.
No ha cambiado de conducta. Mantiene su idea de que el periodista debe investigar y no solo transcribir. Sin embargo, cuando hay un trabajo investigado y que cuenta con sustento, la respuesta es: fake news.
Y es que, como su jefe, tiene otros datos.
No los mismos.
Ya lo vimos con la renuncia de Scherer. Ramírez Cuevas no estaba enterado o simplemente le brotó la mala leche y decidió señala la información como rumores de la prensa.
Conocida la carta de renuncia del que fuera poderoso consejero jurídico, lo menos que podría hacer si se bajara de su mini pedestal, es disculparse.
Creo que en su vocabulario no existe el vocablo.
Por lo pronto debe ingresar al “salón de la fama” de los miércoles.
Allá él y con su pan se lo coma.
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