*Tercer Año sin Resultados; Cae el PIB y Aumentan los Muertos y la Pobreza
*Datos Oficiales: en 36 Meses no ha Creado Empleos; Perdió 300 mil por la Pandemia
*Carencia de Fármacos Lleva a la Muerte a Enfermos con Padecimientos Crónicos
*Cerró la Puerta a los Neoliberales y la Inversión Directa se Redujo; hay Alarma
*Controlar a Todos los Jugadores Libres, una Obsesión; Busca Cambiar las Reglas del Juego
Por Jesús Michel Narváez
Ganar 4 de 6 y coronarse. En este momento el score no le favorece. Lleva 3 ganados y el próximo juego será de garra.
En sus idas al bate, ha sido ponchado por los pícheres que lanzaron bolas bobas y el cuarto en la alineación, abanicó.
Lo hizo en el tratamiento de la pandemia; se ponchó con el crecimiento económico. Le cantaron el tercer strike por mirar la violencia y no actuar. Se fue al dugout por pedir abrazos. Se gastó el dinero para comprar medicamentos y proteger a los jugadores y se le murieron casi 500 mil.
Había anunciado, cuando fue contratado, que incrementaría los ingresos de las arcas del equipo y dejaría atrás el “mediocre crecimiento del 2 por ciento anual”. Al cierre del tercer juego, no solamente incumplió, sino que daño la economía del team.
Dice que compró millones de vacunas y no ha comprobado la adquisición. Prometió que todos cobrarían mejores salarios y abandonarían la pobreza e hizo lo contrario: empobreció a todos. Cerró la puerta a nuevos jugadores y no contrató a nadie. Como nunca, los peloteros están desempleados. En la tabla, aparece muy por debajo de aquellos que batearon 300. Él jamás alcanzó la cifra. Con esfuerzo llegó a 220. Fracasó en su turno. Tenía casa llena y bateó una rolita al shortstop y los adversarios completaron el TRIPLE PLAY.
En sus tres juegos ha utilizado 1,095 días, 26,380 horas, un millón 577 mil 280 segundos y no ha no ha logrado empujar una sola carrera.
En síntesis: está ponchado.
Sí, es el trabajo resumido del presidente Andrés Manuel López durante sus primeros tres años de gobierno formal y mañana tendrá que informar a la directiva los resultados. Su fanaticada, compuesta originalmente por 30 millones, se desvanece y por ello insiste en que se le ratifique la confianza porque, sostiene, “no les fallaré… yo ya no me pertenezco… soy de la fanaticada”.
Los datos duros, oficiales, (aunque seguramente habrá “otros datos”), revelan que, en los primeros años de gobierno, los que lo conducen a la mitad del tiempo contratado, fracasó en todas las posiciones que le otorgaron los mánager.
Revisar, por ejemplo, el número de homicidios dolosos cometidos en las temporadas de sus antecesores, alarma. El contratado para las temporadas 2006-2012, acumuló 102 mil 862; quien lo sustituyó como timonel y dirigió de 2012 a 2018 superó al anterior por escaso margen: 104 mil 674. Diríase “empate técnico”. El ahora responsable del equipo en solamente 36 meses rompe las marcas y llega a 94 mil 723. De seguir la tendencia, implantará récord con casi 200 mil. Impondrá una cifra difícil de superar.
Durante las dos anteriores administraciones, los timoneles se preocuparon por generar empleos. Así, el IMSS, contaba al final de la temporada 2012-2018 con 20 millones 457 mil 926 afiliados. Hoy la cifra se redujo a 20 millones 291 mil 923. Significa que en 3 años no se ha creado una sola plaza laboral y por ello los peloteros (que no pelotudos) dejaron el campo y ahora venden banderitas, helados, camisetas, gorras y souvenirs en las afueras de los estadios.
En materia de atención médica, el manager-bateador, hizo el compromiso de que nunca faltarían fármacos. Con su idea de ahorrar dinero y terminar con los intermediarios, generó el caos en el sector salud y para acabarla de acabar, clausuró los hospitales populares y los “catafixió” por unos llamados para el Bienestar, que no han cumplido con el cometido y los peloteros que no tienen contrato por tiempo indefinido, no son atendidos.
Como parte fundamental de sus recomendaciones, invita a no leer a los críticos e inventa un segmento para desvelar las “fake news” de los medios de comunicación a los que califica de estar con los otros para impedir que su proyecto beisbolero avance y llegue a buen puerto.
Las medicinas escasean hasta ahora. Los papás que tienen hijos enfermos de cáncer, han protestado por no contar con los tratamientos y el empleado sexenal se encoge de hombros y les dice que “pronto llegarán”. En su gestión han fallecido cerca de 2 mil menores de 10 años. No serán como sus padres: no jugarán profesionalmente ni recibirán las carretadas de dinero que recibe el que con sus omisiones y decisiones los llevó a la muerte.
Con su política de “austeridad republicana”, el Jefe del equipo, que había prometido reducir el número de pobres que no podían asistir a los estadios, elevó la cifra. Su antecesor le entregó el cargo con 51.9 millones de personas en situación de pobreza mientras que, en 2020, año de la pandemia de Covid-19, los números se incrementaron a 55.7 millones. Es decir, no solo desprotegió a los que quería proteger, sino que les sumo 3.8 millones más a la familia de la pobreza.
Negado a subir los precios del boletaje, decidió echar mano de los fideicomisos formados por las anteriores directivas y jugadores. El más importante: el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios.
Su antecesor le entregó 279,770.7 millones de pesos, de disponibilidades, Fondo de Estabilización de los Ingresos de las Entidades Federativas (FEIEF) ascienden a 88,722.2 millones de pesos. Al cierre del primer trimestre de 2021, apenas 4 meses después de cumplir sus primeros dos años al frente, el primero de los fondos contaba solamente con 15.8 mil millones de pesos. Como mago de circo, desapareció la riqueza y llegó la pobreza.
Hay que añadir que, al 31 de diciembre de 2018, la Hacienda oficial informó que el antecesor entregó 878,717.6 millones de pesos, que se encontraban en 335 fideicomisos, mandatos y análogos.
Ya en el tercer juego y casi en la novena entrada, el manager-bateador no ha rendido cuentas de en qué gasto lo que estaba guardado para hacerle frente a las tragedias. La pandemia sanitaria obligó a cerrar los estadios y no se realizaron juegos ni a puerta cerrada. Por ello, las televisoras y los patrocinadores no pagaron derechos de transmisión ni renovaron contratos publicitarios. El dinero era para cubrir las emergencias. Sin embargo, nadie ha sido informado a dónde se dirigieron los multimillonarios recursos.
OTRO FRACASO: EL CRECIMIENTO DEL PIB
Desde antes de ser contratado, el “Demonio de Macuspana” criticó que las dos anteriores administraciones no supieron manejar la economía y por ello los ingresos no crecieron. Se quedaron en el “mediocre 2 por ciento anual”.
Al inicio de mi gestión, el crecimiento será del 4 por ciento.
“Me canso, ganso”.
El ganso se cansó antes de llegar al cuarto juego.
Los datos duros de la institución bancaria que opera el PIB (léase Banco de México), revelan que, en el primer año de contrato, el manager-bateador no solo no cumplió con aumentar el crecimiento, sino que lo redujo a la nada: 0.01 por ciento. En la siguiente entrada, con marcador desfavorable, llegó la pandemia. Y de la promesa a la realidad. Despertar del sueño convertido en pesadilla: el PIB cayó 8.5 por ciento, la más brutal caída de generación de recursos desde que el viejo manager, Emilio Portes Gil, vivió el descalabro.
Ya en la tercera entrada se esperaba la recuperación. La habrá. Insuficiente para compensar la caída del segundo inning. El fracaso ha sido rotundo en materia económica, porque los inversores extranjeros y locales temen mal manejo del dinero y se encuentran alarmados por los cambios en las reglas y que no han sido autorizados por los directivos de la Liga Profesional.
El personaje trabó discusiones con los otros equipos, a los que llama opositores desmoralizados, porque después de la derrota del año 2018, no han levantado cabeza. Sin embargo, en el intermedio de la gestión, los perdidosos recuperaron parte del terreno y ahora cubren el home y los jardines. De amarillo, por el izquierdo. De rojo, el centro. Y de azul, a la derecha. Hay buenos receptores, aunque carecen de picheo.
Con las modificaciones aprobadas por los fanáticos que están hartos de sumar derrotas, los de enfrente se fortalecieron y en número cercano a la mitad de los asientos vendidos, tienen capacidad de gritar y pedir el relevo de pícher o de los ampáyeres.
No la tiene fácil del “Demonio de Macuspana” en el inicio de la cuarta entrada.
Enfrentará problemas legales -léase Congreso de la Unión y Poder Judicial- y desde ahora los descalifica. No le gustan los árbitros autónomos y quiere una reforma para tenerlos controlados y evitar que multen a sus muchachos, todos vestidos de guinda, aunque algunos provienen de otros equipos; no quiere que los sancionen con suspensiones o expulsiones. Quiere controlar todo.
LA MUERTE NO DUERME
En los 36 meses de ser el que toma las decisiones en el campo y fuera de él -se cumplen mañana-, el beisbolista ha ignorado el número de muertes ocurridas en el país y sin inmutarse.
La pandemia, que retiró a los fanáticos de los estadios porque los juegos no son actividad esencial, ha cobrado la vida de 250 mil personas, datos oficiales, aunque nosotros “tenemos otros datos” y que confirman el fallecimiento de cuando menos 500 mil seres humanos. Sumarle los que fueron víctimas de los homicidios dolosos, entre éstos el feminicidio, lleva a esta administración a imponer récord.
Porque la muerte no duerme. Tiene insomnio y le aburre mirar todos los días los anuncios de las estrategias del manager-bateador sin que se concrete alguno.
Mueren contagiados. Mueren trabajadores de Pemex -equipo de casa, pero tratado como adversario- por falta de recursos para mantener las instalaciones desde donde se observan los partidos en tierra firme. Mueren los niños con cáncer por la carencia de fármacos. Mueren los enfermos crónicos porque, por la pandemia, se relegaron sus tratamientos. Mueren los adultos mayores por falta de atención de personal médico. Mueren quienes habitan en zonas en donde los huracanes pegan con fuerza. Mueren ciudadanos que se encontraron en el lugar y la hora equivocados. Mueren los que no tienen auto y viajan en el subterráneo para llegar al estadio. Mueren…
Sí, todos mueren un día. Muchos podrían haber salvado la vida si desde el bullpen se enviaran las señales adecuadas para impedir que los enemigos se apoderen del campo.
Y mueren porque el Sistema de Salud de la Liga Mayor no es, como lo anuncio en enero de 2020 el responsable del equipo, no es ni con mucho un remedo del que tienen Canadá y Noruega.
En los tres años al frente del que era, hasta antes de su llegada, un equipo que mostraba el músculo en las ocasiones requeridas, las relaciones con las Ligas de otros países en los que el dinero fluye para comprar jugadores, no son de lo mejor. Los de la Carpa Mayor no voltean a ver los juegos de la Triple A. Allá son otros los valores. Los diferendos se manifiestan con las letanías que cotidianamente les propicia el manager-bateador a quienes lo quieren escuchar. Porque para oír se tiene ser disciplinado ciegamente. No se trata de que cada jugador piense. No, señor. Se trata de que obedezcan las órdenes y si no lo hacen los corren del equipo.
Mientras todo ocurre, deja el cargo de jefe y se coloca en la caja de bateo. Espera pegar, aunque sea de hit sencillo. Quiere embazarse. De esa forma, en primera, observa cómo reacciona el público. Escucha algunos silbidos y gritos que le desagradan. Los ignora porque provienen de los fifís, clasemedieros e intelectuales orgánicos. Ellos no saben conducir un equipo. Son empleados de los legos que compraron equipos porque tienen dinero. Los verdaderos jugadores son los pobres, los que no tenían para los spikes, la franela, las medias ni el guante. Corrían con huaraches -y muchos de ellos descalzos- y, por supuesto, miraban hacia el sol sin los ray-ban del general Douglas MacArthur y realizaban grandes atrapadas. Por eso en el equipo que conduce hay cada día más pobres. Es la forma de abandonar el aspiracionismo y concentrarse en el humanismo.
EL TERCERO Y VAN DIEZ
Mañana, Andrés Manuel López, manager-bateador, presentará su III Informe Formal. Sumará 10 en sus 36 meses de ejercer el cargo.
No se espera que rinda cuentas. Sí cuentos. Sabe que tiene que dejar el Palacio Virreinal en donde se hospeda, porque lo rentó por 5 años y 10 meses y el dueño no quiere renovarle el contrato.
Inicia el cuarto año. Y además de repetir lo que ha dicho durante los casi mil días de letanías mañaneras, dejará de lado informar en qué ha gastó 878,717 millones de pesos que heredó de su antecesor y se encontraban en 335 fideicomisos. Sostendrá que, gracias a sus gestiones, los jugadores no tienen que pagar mayor precio por las gasolinas que utilizan en sus vehículos ni por el consumo de energía eléctrica. (Otros datos revelan lo contrario)
Dirá que sus adversarios quieren descarrilar su gobierno beisbolero. Eso sí, pondrá énfasis en los estadios que construye a costos superiores de los 2 mil millones de pesos y no de ellos será operado por su hermano, Pío, quien ya libró el escándalo de amañar contrataciones y partidos.
Otro tema que ratificará en la lectura de su documento, es que presentará iniciativas para cambiar las reglas del juego y someter a los organismos que actúan como si la Liga fuera de ellos. No señor, la Liga es del manager-bateador.
En fin, la realidad es que, aunque sabe mucho de beisbol, lleva tres años acumulando ponches.
Es el presidente más ponchado de la historia, desde Juárez y Madero, quienes fueron sus mentores en el más allá.