De Ucronías e Historias

Laurent Binet.
Civilizaciones.
Ed. Seix Barral,
Barcelona. 2020.
448 páginas.

Por David Marklimo

El pasado 13 de agosto se cumplieron 500 años de la caída de México–Tenochtitlán a manos de Hernán Cortés. La fecha no pasó desapercibida, incluso ha habido una gran polémica por la construcción de una maqueta del Huey Tocalli a pocos pasos del original. Es evidente que la Conquista de América es, aún hoy, motivo de debate. Hay una Historia oficial y otra, alternativa. Por supuesto, la expansión española ha tenido que enfrentar a la infausta Leyenda Negra y el choque entre la Reforma protestante y la Contrarreforma católica. Es, al fin y al cabo, un relato de poder y, como todo relato, cuenta mucho qué se cuenta, cómo se cuenta y por qué se cuenta.

Algo de eso hay en el prólogo al libro de Paul Preston sobre la Conquista de México, donde se puede leer: el mito negro de Cortés nació de la ideología —escribió Octavio Paz— y solo la crítica a la ideología podrá disiparlo. Esa crítica a la ideología se llama Historia. Ahora bien, si tuviésemos el poder de explicar todo brevemente, y sin faltar a la Historia, tendríamos que decir que la expansión española en América se explica por tres factores:  el caballo, el acero y una verdadera guerra biológica que diezmó a la población indígena. Eso es lo que sostiene el conocido ensayista Jared Diamond y es lo que sirve de inspiración a Laurent Binet para su novela Civilizaciones.

Aquí estamos ante una ucronía, una historia más propia de Philp Dick o, antes, de Adolfo Bioy Cásares. Se nos cuentan lo que pudo suceder si hubiese ocurrido algo totalmente diferente, impensado. Ya Diamond se preguntó en su momento por qué Pizarro capturó a Atahualpa y no fue, por contra, Atahualpa quien acabó con Carlos I. Entonces, la pregunta que da origen al relato de Binet es: qué hubiese pasado si los incas conquistasen Europa. Binet idea no es tanto resultado de un hecho aislado del pasado como de una combinación de ellos. Primero y principal, el de que los escandinavos no se contentaran con alcanzar el norte del actual Canadá desde Groenlandia en sus excursiones aleatorias de los siglos VII y VIII, sino que se internaron mucho más al sur, nada menos que hasta México y Cuba, donde entrarían en contacto con mayas y caribes.

Ello habría facilitado la llegada al nuevo continente del caballo, la forja del hierro y el uso de la rueda, lo que cambiaría radicalmente su modo de entender la civilización y de plantear su desarrollo. De manera que cuando el príncipe inca Atahualpa, enfrentado a su hermanastro Huáscar, se vea obligado a huir hacia el norte, en las costas de Cuba, chocará con famosas carabelas colombinas. La imagen de un Colón encallado, abandonado, es sumamente potente. De esta forma, ya con las carabelas en su poder y restauradas, Atahualpa, se encontrará en condiciones de atravesar el océano y plantarse en Lisboa con su séquito de 200 fieles, incluyendo una mujer que ejercerá de profetisa, varios papagayos y un puma.

Este encuentro es el origen del enfrentamiento -la forma en las que se corrompe a las cortes de Castilla, Aragón y Dos Sicilias, que nombran rey a Atahualpa- con el emperador Carlos V.  Se nos narra rá el generoso dominio inca sobre el Viejo Mundo. El ejercicio de imaginación es fabuloso: un imperio devoto del Sol, comprometido con la libertad religiosa -nutrido inagotablemente por el oro americano-, estableciendo protecciones sociales para los campesinos más desfavorecidos. Pero tampoco hay que dejarse llevar por un indigenismo bienhechor: los incas, al fin y al cabo, también eran imperialistas y cometerán atrocidades. Queda la pregunta: ¿pudo ser distinto?

Sin duda… pero el ejercicio de ucronía de Binet está plagado de actualidad. La hipótesis que formula Civilizaciones es si una conquista al revés hubiese producido una globalización menos brutal. Estamos ante un mosaico de gran plasticidad donde se enlazan las guerras de religión con la invención de la imprenta, las navegaciones conquistadoras con las guerras territoriales, la codicia de unos con el hambre de las masas… lo mismo de siempre, pues. La novela de Binet coincide con el debate social sobre la desigualdad heredada del sistema colonial y su influencia en la memoria histórica de la región.

Esta obra fue acreedora del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa.

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