Por Iván Ruiz Flores
A mediados del Siglo XX, por lo menos los partidos políticos le tapaban el ojo al macho al apoyar a otras instituciones políticas. Sí, en su momento, por ejemplo, el Partido Socialista de los Trabajadores (posteriormente Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, fundado por Rafael Aguilar Talamantes) recibió el apoyo del Partido Revolucionario Institucional, por orden presidencial, de la misma manera que en aquellos tiempos el Partido del Trabajo, también.
Aun no había “chapulines”. Más bien las divergencias interpartidistas, o la pérdida de registro, se resolvían mediante la escisión y así surgían otras instituciones. Por ejemplo, el Partido Mexicano de los Trabajadores (fundado por Herberto Castillo) se unió al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), donde también se ubicaban integrantes del Partido Comunista Mexicano. Otro más fue el Partido Democracia Social, erigido por Gilberto Rincón Gallardo.
Pero en esos años también surgieron los primeros “chapulines”, sin aspavientos y tras pleitos en sus partidos políticos. Sí, aquellos pioneros alcanzan ya la tercera edad.
Y como cantaba Cri, Cri: “¿Quién es el que anda aquí? /¡Es Cri-Cri! ¡Es Cri-Cri! / ¿Y quién es ese señor? /
¡El grillo cantor!”
Hoy, a propósito de “El Chapulineo” que retorna (aunque ya lleva más de tres décadas presente por lo menos), la polémica se desata debido a que se ha incrementado el número de saltarines que, como señala Jesús Ramos Cruz en su ensayo “Chapulitics”:
“El “chapulín” político no sólo habita en el congreso; las presidencias municipales ofrecen también un hábitat para esta especie”.
En efecto y ante los sucesos en el Congreso de la Unión y en los congresos locales, así como en los cambios de presidentes municipales y regidores, los tiempos son propicios para la actividad de los saltarines y, desde luego, también para la polémica que periódicamente se presenta sobre el tema, debido a la acción de estos insectos de la política mexicana.
En marzo habían saltado a otro partido 16,000 grillos. ¿Qué pasará en 2024? Lo más probable es que de Morena salga una buena cantidad para irse a otro partido político con más posibilidades.
En “Chapulitics”, Ramos de la Cruz expone:
“Incentivos (las antenas del chapulín) El fenómeno de los políticos “chapulines” se observa generalmente dentro de cuerpos legislativos federales y locales, así como las alcaldías. Los gobernadores ofrecen pocos casos de esta conducta ya que el cargo de corte ejecutivo superior a una gubernatura es la presidencia, y quizás el caso emblemático sea el de Vicente Fox Quesada, quien dejó su cargo como gobernador de Guanajuato para contender en la elección presidencial del año 2000, misma que ganó como abanderado de la Alianza por el Cambio conformada por el Partido Acción Nacional y el Verde Ecologista. Por razones obvias, el presidente mexicano no recurre a esta práctica, ya que el suyo es el puesto de elección popular más importante, pues representa la figura de jefe de Estado y jefe de Gobierno”.
¿Es López Obrador un chapulín?
Lo fue. Antes de fundar el Movimiento de Regeneración Nacional pasó del PRI, de 1976 a 1978; al PRD de 1989 a 2012. En ambos casos se benefició “como buen chapulín” con cargos y posiciones gubernamentales. Inclusive ganó la jefatura de gobierno de la capital del país como militante del Partido de la Revolución Democrática, aunque en este caso no la obtuvo, pues, precisamente como saltarín, sino por militar varios años en ese partido.
En México, previo al proceso electoral, continuará el salto del chapulín a todo vapor, porque pareciera que nadie está interesado en hacer modificaciones a las normas para evitar estas lesivas actitudes que, además, hablan de la nula convicción política y de la acomodaticia actitud.
Aquí es donde cabe impulsar la psicología política para fomentar un uso adecuado del poder dentro de un partido, con propósitos relevantes y no para obtener beneficios pasajeros.
Sí, un “chapulín” en el más sencillo de los sinónimos es nada más y nada menos que un traidor.
Eso, actualmente, a nadie le importa, aunque por su actividad se lesionen muchas políticas que debieran ser tratadas con pinzas.
Así estamos.