Por Jesús Michel Narváez
Sin que se reanuden las clases presenciales, las del activismo político están a todo vapor.
Entender que la autoridad electoral merece el respeto que las Leyes le otorgan y comprender que la respuesta será tal y como se trata al que no atendió las “instrucciones de arriba”, no deja de ser una realidad.
La Jefa de Gobierno decidió dar clases antes de que la SEP abra las escuelas. Al conocer que la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación resolvió, lo que equivale a una sentencia, quitar tres diputaciones a candidatos de Morena, provocó una reacción poco diplomática, menos política y sumamente higadezca de Claudia Sheinbaum.
En su cátedra de cómo se deben conducir los integrantes de un PODER INDEPENDIENTE, la suspirante por la silla presidencial expresó ayer sobre las decisiones tomadas: “Están orientadas políticamente para quitarle diputados a Morena, así son. Trataron de hacerlo en Xochimilco, no pudieron y ahora se van en este caso, en esta situación en Azcapotzalco (…) El objetivo es que los Tribunales actúen de manera imparcial, no parcial, dedicando sus resoluciones a un partido político”.
Se fue contra los dos Tribunales: el federal y el local. No le gusta como emiten sus sentencias. Es, como su jefe, incapaz de aceptar la decisión de la autoridad electoral, contra la que no hay otro escalón más arriba que pueda revertirla.
Habría expresado: “Imagínense, el Tribunal está en pugna entre ellos, no resuelve sus diferendos internos y deciden esto que para mí es un robo, en realidad”.
Le irritó que a su compañera de partido, Gabriela Jiménez, le hayan “robado” la diputación federal que, presuntamente, había ganado en el 3 federal para pasarlo a manos de la alianza PAN, PRI y PRD.
Morena perdió, en una sola sesión de los magistrados federales, 3 asientos en San Lázaro lo que representará una disminución en el número de legisladores del partido oficialista en la LXV legislatura.
El tema no se agota ahí. También el número de diputados de representación proporcional se verá, seguramente, afectado. ¿Cuántos menos?
La doctora en ambiente, gobernadora de la capital del país, está más interesada en la composición de la Cámara de Diputados que en otorgar presupuesto para que las escuelas de las Ciudad, aunque sean operadas por la Secretaría de Educación Pública (Federal), cuenten con agua potable, drenaje, baquetas, señalamientos en las vías de rodamiento.
Tampoco le preocupa su daltonismo que la ha llevado a entercarse en que la Ciudad de México se mantenga en semáforo naranja sin considerar el elevado número de contagiados, fallecidos y ocupación hospitalaria.
Se está tan interesada en que la Ciudad avance, que deja de lado sus responsabilidades para dedicar su tiempo a atender situaciones que corresponde a su partido.
Si Mario Delgado reclamara o los propios afectados lo hicieran, tendrían su razón personal y política. Hacerlo desde el cargo de gobernadora, es un despropósito y muestra que le importa más el activismo político, estar bajo los reflectores, crear polémica y enfrentar a la autoridad electoral para que, como dice el presidente, “vayan aprendiendo”.
Los magistrados federales y locales no actúan, por lo menos así lo entiendo, por consigna. Y si lo hicieren ¿quién o de dónde vendría?
Porque las oposiciones no tienen ni la fuerza ni el poder político para “recomendar” resoluciones-sentencias que afecten a los demás.
No pueden salvarse ellas, lo que ya es decir.
Pero las clases de la alumna avanzada continúan aunque sirvan para lo que se le unta al queso: para nada.
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