“La Última Estafa”

Del Cine y las Leyes

Un Blockbuster Serie B

Por Horacio Armando Hernández Orozco

“La Última Estafa” (“The Comeback Trail”) película dirigida por George Gallo, con la actuación de Robert De Niro (Max Barber), Tommy Lee Jones (Duke Montana), Morgan Freeman (Reggie Fontaine), Zach Braff (Walter Creason), Emile Hirsch (James Moore) y Kate Katzman (Megan Albert), su estreno se reprogramó para el verano de 2021.

El productor de cine Max Barber está endeudado con el jefe de la mafia, Reggie Fontaine, por lo que su plan es rodar una nueva película con el veterano actor en debacle, Duke Montana, y matarlo mientras trabajan para cobrar el seguro.

Los grandes actores pueden tener momentos de crisis laboral y dejan de ser llamados para las grandes producciones; así que esas estrellas de Hollywood, con tal de seguir vigentes o con el fin de sobrevivir, recurren al cine de Serie B, que es el tema central de esta cinta.

UNA MALA PELÍCULA NO LO ES TODO

En plena premier mundial de la cinta “Las monjas asesinas” hay una manifestación de religiosos contra su exhibición por considerarla como una ofensa a la religión; mientras a escasos metros de ahí, el productor de la misma, Max Barber comenta que nunca había una fila tan larga para ver una de sus películas, a lo que su sobrino Walter Creason le contesta: Es una manifestación.

La acción se desarrolla en Hollywood, en 1974, y es evidente que antes de que comenzara la época de videos clubs, la gente asistía al cine para ver las grandes producciones, llamados blockbuster, o bien películas de serie B, que por lo general eran de bajo presupuesto y por ello de mala calidad.

Desde un inicio se establece esa diferencia entre los éxitos taquilleros y aquellos que si se llegaban a exhibir en cines era un gran logro; los primeros concebidos bajo el concepto blockbuster, que queda reservado veces a películas de gran presupuesto o grandes resultados de taquilla; la palabra significa literalmente en inglés: “busting blocks”, que se traduciría como rompiendo bloques.

UN PRODUCTOR NUNCA SE RETIRA

Max Barber ha tenido una serie fracasos cinematográficos, y Walter Creason le sugiere que dejen de producir películas, a lo cual se niega rotundamente, pues está en deuda con Reggie Fontain, el jefe de la mafia, a quien le debe 350 mil dólares, y si no los paga lo matará.

El productor de cine es el representante legal de una obra cinematográfica y el responsable de los aspectos organizativos y técnicos de la elaboración de una película, complementando así la actividad creativa del director, pues está a cargo de la contratación del personal técnico y actoral, de la financiación de los trabajos y del contacto con los distribuidores para la difusión de la obra.

Así que su labor no se concreta a aportar el dinero para la filmación de una cinta, ya que en muchas ocasiones el dinero pertenece a otra persona, pero al ser el principal responsable de esa inversión, es lógico que tenga una intervención directa en las principales decisiones.

En la película se ve la función de un productor, pues James Moore, otro productor asociado quiere pagar la deuda de Max a cambio de que le ceda los derechos del guion cinematográfico de ‘Paraíso’ escrito por Terry Miller, que todo indica que es bastante bueno.

LA MEJOR INVERSIÓN: UN SEGURO DE VIDA

Mientras Max piensa la forma de ganar dinero y pagar lo que debe, sucede un accidente en la filmación de una película producida por James Moore, falleciendo el actor principal, Frank Pierce, quien estaba asegurado por cinco millones de dólares.

La profesión actoral representa en muchas ocasiones una actividad de alto riesgo, sobre todo en cintas de acción, y como hay grandes cantidades de dinero invertidas, es usual, y en ocasiones obligatorio, que los productores contraten diversos tipos de seguros.

Las pólizas más comunes son seguros de accidentes, invalidez y fallecimiento, por lo que antes de empezar una película muchos actores y actrices deciden contratar un seguro de accidentes ante cualquier imprevisto que pueda causarles daños, invalidez e incluso la muerte; también existen compañías que aseguran la responsabilidad civil de los productores, de esta forma, si ocurre un siniestro en una filmación o ensayo que afecte al público, los actores, trabajadores o local, quedará cubierto por la póliza.

UN BUEN ACTOR NUNCA MUERE

Max decide producir una nueva película con escenas de acción de alto riesgo con el fin de provocar la muerte del protagonista y cobrar así el seguro; el actor elegido es Duke Montana, un ídolo de los westerns que ahora se encuentra recluido en un asilo, jugando a la ruleta rusa.

Un buen productor, además de contratar al actor principal, debe pensar en el guion, el director, el cinematógrafo, el jefe de vestuario y de elenco, maquillistas, utileros, actores secundarios y extras, locaciones o escenografías, pero todo esto no le importa a Max, pues está acostumbrado a ser un productor de películas serie B, además, lo que busca es cobrar un jugoso seguro.

Las buenas decisiones de un productor, le pueden redituar grandes ingresos, así como trascender en la industria cinematográfica y en el espectador; todo productor busca dejar un trabajo con el que se le recuerde, que sea su carta para el mundo.

Siempre ha existido una buena cantidad de actores que han dado a Hollywood grandes historias e interpretaciones para la historia, pero ¿qué sucede con esas estrellas cuando pasan los años?

Las filmografías de ellos no están muertas, pero los actores pasan de moda y quedan en el olvido; algunos de ellos buscan reinventarse o adaptarse a los tiempos contemporáneos, o bien optan por papeles pequeños, y otros prueban suerte en comedias de todo tipo, cuando los blockbusters ya no recurren a ellos.

La última estafa es un remake de la película homónima de Harry Hurwitz de 1982, película que nunca llegó a estrenarse y Gallo fue una de las pocas personas que pudo verla; por ello, es curioso ver que Robert De Niro, Tommy Lee Jones y Morgan Freeman realicen una autoparodia como un homenaje al cine serie B o viceversa, ese cine de segunda rescata a esos viejos actores; sea como sea, la cinta es una autocrítica a los productores de bajos escrúpulos, ya sea en el rol de Max o de James, en que lo importante es el dinero; una autocrítica al olvido de las grandes estrellas y una evocación a la magia de una época ya extinta, de la también llamada Fábrica de Sueños.

Pero, ¿qué hay de cierto de que las viejas leyendas del cine nunca mueren?

La mejor respuesta la tendrá como siempre nuestro amable lector…

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