Por Itzel Toledo García
Del 23 de julio al 8 de agosto tuvieron lugar los Juegos Olímpicos de verano en Tokio, Japón. Este evento, que debió ocurrir en 2020 pero se pospuso un año debido a la pandemia por Covid-19, causó varias controversias en medios de comunicación tradicionales y redes sociales por cuestiones relativas a la expansión del virus, la falta de público, el cuidado de la salud mental, el uso de dopaje por deportistas, la promoción de sentimientos nacionalistas, entre otras. Algo importante que se debatió a lo largo de los días fue el cuerpo, sobre todo el femenino. Autoridades, deportistas, comentaristas y público general plasmaron sus visiones sobre los cuerpos de las mujeres, quienes por primera vez representaron casi la mitad (48.8%) de participantes en las olimpiadas. También en esta ocasión participaron atletas abiertamente trans como Laurel Hubbard, pesista de Nueva Zelanda, y Quinn, futbolista de Canadá.
Como en otras competencias durante los últimos años, se cuestionó cómo se define la presencia de las mujeres en atletismo, pues se puede excluir a algunas tan solo por tener altos niveles naturales de testosterona. Por ejemplo, el World Athletics, que regula el atletismo a nivel mundial, no permitió a Christine Mboma y Beatrice Masilingi de Namibia competir en los 400 metros porque tienen un alto nivel natural de testosterona, aunque sí pudieron participar en la competencia por los 200 metros, que tiene otras regulaciones. Es importante que nos preguntemos ¿cómo y quién es que decide qué nivel de testosterona define lo que es el cuerpo de una mujer dentro del atletismo? ¿cómo se decide que estos son los parámetros para este deporte y no para otros? ¿se regulan de la misma forma los cuerpos de hombres en este y otros deportes? Recordemos que, en el caso del nadador Michael Phelps, las diferencias naturales de su cuerpo fueron celebradas en lugar de ser motivo de exclusión.
También se debatió la sexualización de las mujeres en la gimnasia tras la decisión de las gimnastas alemanas Sarah Voss, Pauline Schäfer, Elisabeth Seitz y Kim Bui de posicionarse al respecto vistiendo leotardos completos en vez de leotardos con corte de bikini como comúnmente se hace. Para ellas usar el leotardo completo fue una medida para demostrar la posibilidad de que todas las personas pueden vestirse de la forma que gusten y sentirse de manera maravillosa; principalmente, los leotardos largos han sido utilizados por mujeres por razones religiosas. La decisión de las alemanas llevó a señalar que hay una tradición en la gimnasia de que las mujeres muestren sus cuerpos mientras los hombres están más cubiertos. Esto es algo que ocurre en otros deportes, por ejemplo, la selección femenil noruega de handball de arena fue multada en un evento deportivo europeo (Euro 2021) por vestir shorts en vez de bikinis. En contraste, dentro de la competencia de skateboarding, deporte popular callejero recién incluido a las olimpiadas, las participantes vistieron según sus gustos y no se les impuso vestimenta en la que se lucieran sus cuerpos. Esta es una buena oportunidad para preguntarnos, ¿por qué en ciertos deportes se ha acostumbrado que las mujeres muestren más de sus cuerpos que los hombres? ¿influye lo estético en la decisión de los y las jueces que califican la calidad deportiva?
En los últimos años, los feminismos alrededor del globo han llevado a que en diferentes competencias deportivas internacionales aumente la presencia de las mujeres, pero esto no se ha traducido a una equidad entre competidores. Falta un largo camino para lograr que haya paridad en el apoyo monetario a equipos masculinos y femeninos en diferentes deportes. Igualmente, falta que los organismos que regulan distintos deportes incluyan personas de diferentes países para que las decisiones que se tomen no beneficien solo a cuerpos blancos y del norte global. Por su parte, Tokio 2020 ha sido un buen espacio para continuar con cuestionamientos sobre la forma en que se piensa el cuerpo de las mujeres y también su vestimenta.
