Sumisión y Soberbia

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Como anillo al dedo, no es una frase original de quien plagia todo y se atribuye su autoría.

Aquel 2 de abril 2020, el presidente utilizó la frase para referirse a la pandemia.

Sin querer, porque la historia no es tampoco su fuerte y lo que dice saber se lo dicta su esposa, le rindió homenaje a uno de sus villanos favoritos: Porfirio Díaz. Fue el momento histórico para México y el más doloroso para Francia. El “mejor ejército del mundo, el de Napoleón# caía vencido por el ejército mexicano cuyo comandante en la batalla era el oaxaqueño. Las tropas del General François Achille Bazaine, al servicio del segundo imperio Mexicano compuestas de soldados conservadores mexicanos y franceses, eran vencidas, desarmadas y más de 3 mil hombres aprehendidos.

Claro, el tabasqueño no sabía de la victoria del dictador y simplemente le cayó la fecha como anillo al dedo… ajeno.

Esto a colación en razón de la actitud francamente desfasada de la doctora Claudia Sheinbaum quien, en una muestra de docilidad a su verdadero jefe, decidió que se regresa a clases presenciales “llueve, truene o relampaguee” al inicio del curso.

La tormenta, los rayos y los truenos se escucharon el viernes. La Secretaría de Salud ordenó modificar el color del semáforo epidemiológico y subir el tono de amarillo a rojo.

¡Estamos en naranja y así seguiremos!, fue la respuesta de una soberbia funcionaria que, con su actitud, ratifica que le importa la opinión de una sola persona: el vecino que habita temporalmente -aunque no lo quiera- en Palacio Nacional.

El 3 de mayo pasado enseñó que habría ido a la Olimpíada de Japón y no se advertiría el color de su medalla. El cobre lo destila por todos los poros.

Si bien al inicio de la pandemia se desdeñó su letalidad, los hechos globales hicieron cambiar la opinión y, sin que mediara estudio alguno, se aplicaron medidas que prevalecen: lavado de manos, sana distancia, cubrebocas -decisión personal- y suspensión de actividades no esenciales. El rojo carmesí o Ferrari del semáforo, marcó durante meses el comportamiento que debería guardar el ciudadano.

De pronto, un día antes de las elecciones de junio y a pesar de que la pandemia mostraba indicios de rebrote, Claudia Sheinbaum anunció que el lunes 7 la Ciudad de México estaría en verde. Y cumplió. Y la gente se desbordó en el descuido. Tumultos abarrotaban las calles del Centro Histórico. Madero, 5 de Mayo, los Portales de la Plaza de la Constitución, Lázaro Cárdenas, Venustiano Carranza etcétera. Ya no había prohibiciones.

Pasaron 17 semanas de estar en amarillo, subir a naranja y… llegó el rojo. La autoridad sanitaria lo determinó.

¡Oh reacción!

“Estamos en naranja… seguimos en naranja”, fue la respuesta a los periodistas la mañana del viernes.

Frente a la decisión que, desde haber pasado a naranja no cambió ninguna actividad y se prohijó la apertura de otras empresas, algo olió mal.

Y ahora ya apesta.

El rojo rechazado mientras se llenan los hospitales, reconvierten otros y la declaración de que la variante Delta es muy contagiosa pero no mata, marcará la historia de Claudia Sheinbaum y se sumará al desdén por la tragedia del Metro.

¿Nos manipularon desde el inicio de la pandemia?

¿Era necesario ordenar quedarse en casa?

¿Había razón para cerrar empresas grandes, medianas, chicas, pequeñas?

¿La crisis sanitaria fue un invento?

Los miles de muertos y los casi tres millones de contagiados no son producto de la imaginación. Son de carne y hueso.

Inexplicable e ilógica la decisión de alguien que tiene rango de científica.

Queda demostrado: puede más la ambición y la sumisión que la inteligencia… cuando se tiene.

E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.

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