Por Jesús Michel Narváez
Domingo, día de salir con mi adorado perro, Igor y caminar por las tranquilas y empedradas calles de la colonia en donde habito desde hace 47 años. A dos cuadras de la casa, se encuentra un templo construido en el siglo XVI. Su advocación es la de la Virgen de la Concepción. Es pequeño. Apenas cabrían unas 50 personas. Está remozado y se advierte que le dan mantenimiento de manera permanente. Frente a él y por la entrada lateral, camino acompañado de mi amigo de raza Husky siberiano y ayer, al filo de las 14.20 horas, cuando el sol caía a plomo, me detuvo el comentario de algún católico que sirve de acólito.
¿Qué mensaje me orillo a jalar la cadena de mi can y detenerme?
Aunque usted no lo crea el personaje, que más tarde me enteré es catequista, pidió “orar por el gobierno y los funcionarios públicos”…
Entiendo que la Iglesia Católica y Apostólica se haya modernizado y ahora gasta cantos tienen durante la ejecución de una misa. Sin embargo, conforme a las Leyes de Reforma, la institución eclesiástica no tiene facultades para hablar de políticos, gobiernos y solicitar orar por ellos.
Si bien en la liturgia cristiana no se exime -Liberar (a alguien) de obligaciones o culpas (RAE)- a nadie y todos somos iguales ante los ojos de Dios, resulta extraño que en un gobierno que ha dejado a su suerte a millones de mexicanos de los cuales han fallecido 240 mil, oficialmente, pero se estima que cuando menos es el doble de fallecidos a causa de la pandemia sanitaria; que no se ha preocupado por mejorar los estándares de salud; que ha mentido y engañado -algo que forma parte de los pecados mortales -la mentira es reprobable porque es un pecado, porque lleva al deshonor, porque es una traición a la libertad de sí mismo o porque es una violación a la libertad y al derecho del otro- y que pretende imponer reglas que impiden el ejercicio de la crítica, no merece que desde una Iglesia se pida “orar por los hermanos del gobierno y los funcionarios públicos”.
Me extraña que en el pasado -claro, ahora ya no son como los de antes- se respetara el recinto considerado sagrado y en el que se habla con Dios de tu a tu, y jamás se utilizaba el púlpito -ahora en desuso y suplido por el micrófono inalámbrico- para pedir rezar por el bienestar de los enemigos de la población.
Sería impensable, aunque se presume que Dios perdona a los que se arrepienten y los recibe en el Cielo, que en un sermón se solicitara orar por Benito Juárez o Plutarco Elías Calles.
Desde que me convertí en periodista hace ya 57 años -me inicie en la escuela Bancaria y Comercial, en donde un grupo de 10 formamos una revista llamada Guía Cinematográfica- y posteriormente ingrese a los semanarios Éxito, El Redondel y pasé a El Universal Gráfico y a El Universal; seguí en El Sol de México, fundé El Periódico y hoy dirijo y edito Misión Política, jamás escuché una solicitud como la de ayer.
Quizá mi alejamiento de las Iglesias me haya impedido saber que se mandan mensajes con tintes políticos durante las mismas.
No creo estar tan perdido en la información que se genera en ellas. Sin embargo, me llamó poderosamente la atención que, en un gobierno cuya cabeza se confiesa evangélico-cristiano y que ha dividido y enfrentado a sus gobernados, se pida orar para que le vaya bien.
La política, el ejercicio del poder, la democracia, no forman parte de la liturgia. Y menos cuando lo que está al día es el evangelio de Juan relatando la multiplicación de los panes. O a lo mejor es por eso. Porque el gobierno engaña con el reparto de los panes y los peces, pero con distinta presentación: ahora llevan las pinturas de Hidalgo y Morelos.
Con todo respeto al catequista: no oraré porque le vaya bien al gobierno y sus funcionarios públicos. Sí, es un desacato de conciencia.
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.