Los Mexicanos se Rascan con sus Uñas Contra el Crimen

Por Nidia Marín

Y no se trata de aplicar la “Ley del Talión”, aquella de “Ojo por ojo, diente por diente” consagrada en el libro Éxodo, del Antiguo Testamento. No, sino defender a la familia, ante las agresiones de los criminales, quienes hoy en México actúan libremente en todo el país, con un resultado espeluznante: incremento de las masacres en casi toda la nación.

Ciertamente, como dijera hace algunos meses Jorge Ramírez Plascencia, Jefe del Departamento de Sociología del Comité Universitario de Análisis en Materia de Desaparición de Personas (CUCSH) y Coordinador del comité, “se dan prácticas de asesinato en masa, exterminio y genocidio”.

¿El gobierno abdicó de su responsabilidad? ¿Hubo, como se ha señalado constantemente, un acuerdo con una buena parte de los cárteles y bandas criminales que operaron en México y de ahí la multi mencionada frase presidencial “abrazos, no balazos”? ¿Algo tuvo que ver en el presunto acuerdo, el agradecimiento de “El Mayo” a don Julio Scherer García por la entrevista realizada en 2010 y publicada en la revista “Proceso”?

Se desconoce, pero ciertamente en aquella entrevista, don Julio señalaba, por ejemplo: “Zambada no objeta la persecución que el gobierno emprende para capturarlo. Está en su derecho y es su deber. Sin embargo, rechaza las acciones bárbaras del ejército…”

Seguramente ya no, porque los relevaron de esa responsabilidad. Hoy son todólogos, lavan, planchan, trapean, cosen, construyen y demás.

Pero en aquel tiempo, la queja de Zambada externada ante el periodista y dada a conocer por Scherer García era: “Los soldados, dice, rompen puertas y ventanas, penetran en la intimidad de las casas, siembran y esparcen el terror. En la guerra desatada encuentran inmediata respuesta a sus acometidas. El resultado es el número de víctimas que crece incesante. Los capos están en la mira, aunque ya no son las figuras únicas de otros tiempos”.

En ese entonces, cuando se desarrollaba la famosa “guerra de Calderón”, de acuerdo a las palabras del Presidente Felipe, en todo 2010 habían muerto 15,000 personas por el narco, más del doble de las registradas en el 2009.

Once años después, ya sin combate alguno por parte del Ejército (por orden superior, de acuerdo al artículo 89 constitucional) en cinco meses, entre enero y mayo ocurrieron 239 masacres, casi en todas las entidades de la República (conforme las cifras de la organización Causa en Común), pero llama la atención que aquellos estados donde no hubo una sola fueron: Sinaloa (“El Mayo” debe estar feliz, han cumplido con el compromiso que le costó dinero ocho años más tarde), Coahuila y Campeche únicamente.

Las demás entidades se convirtieron en cementerios y los más nutridos por la cifra de masacres fueron: Guanajuato 37, Michoacán, 25; Jalisco, 22; Zacatecas, 21; Chihuahua, 20; Guerrero, 13; Sonora, 12; Tamaulipas, 11; Estado de México, 10; Baja California, 8; Veracruz, 8; Morelos, 7; San Luís Potosí, 7; Chihuahua, 5; Quintana Roo, 5; Ciudad de México, Colima, Nuevo León y Puebla 4 cada uno; Durango e Hidalgo 2 cada uno, Aguascalientes y Baja California Sur, uno cada estado.

Los ejemplos trajeron resultados muy tristes, como el sucedido en Michoacán donde a principios de año, como consecuencia de la violencia, en la zona de El Terrero las mujeres tomaron las armas para defenderse y defender a sus hijos de los criminales del Cartel Jalisco Nueva Generación.

En esos días la tasa de homicidios en la entidad se había disparado bárbaramente en porcentaje mayor que ocho años antes. Los otros grupos que no solo sostenían una lucha entre ellos, sino afectando a la población son: La Familia Michoacana, Los Viagra y un largo etcétera.

La ausencia de un programa de combate al crimen organizado se ha traducido en que los ciudadanos tomen las armas, sobre todo en el Estado de Michoacán y en Guerrero.

Rosa Icela Rodríguez en abril pasado aseguró que hay más de 15 millones de civiles armados en México, aunque no especificó la cifra de civiles que portan armas para defenderse del crimen organizado. Además, había expuesto que se aplicaría un programa denominado “Sí al Desarme, sí a la paz” en los estados de México, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas.

Al parecer siempre no, o ha sido un fracaso absoluto porque una buena parte de las masacres han ocurrido en esas entidades y hoy son más las personas armadas, hasta mujeres y niños, independientemente de los aguacateros que, ante la falta de estrategias policiales y militares, tienen que rascarse con sus uñas… portando armas. Ellos se defienden de las extorsiones, las ejecuciones y lo demás.

Por ello es posible que hoy México ya no esté como en marzo pasado, en el sexto lugar mundial de civiles armados, sino que haya avanzado y esté en el cuarto o en el quinto sitio.

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