Por Alberto F. Mena Mallen
Si Andrés Manuel López Obrador quiere sacar de la pobreza a casi la mitad de los mexicanos con su 4T no lo logrará, ya que la situación económica del país no lo permitirá en su administración, -y tal vez en ninguna otra-, lo único que vende con sus palabras, es esperanza en el sentido de que quienes son pobres, con su gobierno saldrán de ese estatus para poder pertenecer a las clases medias, a quienes ninguneó en sus mañaneras, al acusarlos de votar en contra de su proyecto, porque no tienen escrúpulos morales al ser cooptados por sus enemigos neoliberales que lo quieren destruir.
Como respuesta, en redes sociales muchos ciudadanos mostraron sus historias de superación y éxito para decirle al primer mandatario que ellos piensan por sí mismos y que no son influenciados por la mafia en el poder y menos por los neoliberales. Recuerdo que a partir de 1990 cuando inició el TLC, se observó que muchos mexicanos comenzaron a estar en mejores condiciones económicas, ya que, a partir de ese entonces, se vio el crecimiento del parque automotriz -un indicador-, con vehículos más nuevos y mayor número de marcas, que fueron adquiridos al mejorar la situación de las familias, lo que continúa hasta la fecha.
De acuerdo a estudios y análisis sobre la movilidad social en nuestro país, ésta se resume en que quienes nacen pobres se quedan pobres y quienes nacen ricos, se quedan ricos… en un contexto de alta desigualdad que se acompaña de una dinámica de crecimiento económico mediocre, particularmente cuando se espera que la pandemia retrase las aspiraciones de una movilidad social, “la crisis no sólo aumentó la pobreza, sino que la profundizó”, documenta el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED), mientras académicos de la UNAM señalan que “los pobres ahora son más pobres que en 2018”, hay casi 10 millones de ciudadanos más que se suman a esta situación por la pandemia.
Al menos una de cada cinco personas se encontraba en pobreza extrema y más de la mitad en pobreza general por ingresos al cierre del año pasado, muestra el estudio La pandemia y la pobreza en México en 2020, realizado por los investigadores Héctor Nájera y Curtis Huffman, quienes tomaron como base las encuestas de ocupación y empleo y la más reciente de ingreso y gasto en los hogares, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En la medición de la pobreza del Consejo Nacional de Evaluación (Coneval), se destaca que la población con ingreso inferior a la línea de pobreza, por ingresos, en el 2008, era del 49 por ciento con 54.7 millones de personas, mientras que, en el 2018, el porcentaje era de 48.8 por ciento, con 61.1 millones de personas. Mientras, en la población con ingreso inferior a la línea de pobreza extrema, por ingreso, el porcentaje era de 16.8 con 18.7 millones de personas, en tanto que, en el 2018, con el mismo porcentaje de 16.8, la población afectada era de 21 millones de personas.
En el escenario que considera la inflación general se observa que la pobreza extrema estaba en 16.8 por ciento en 2018 –y en el mismo nivel previo a los confinamientos en México–, llegó hasta 22.6 por ciento en mayo y luego descendió a 21.5 por ciento en el último trimestre de 2020.
La actuación del primer mandatario, quien prometió un cambio, en lo que va de su administración ha decepcionado a quienes votaron por él. Muchos padecíamos los resultados de gobiernos anteriores, particularmente por la corrupción, pero solo con educación en escuelas y hogares se podrá avanzar en el combate a este flagelo.
Este cambio prometido no ha llegado hasta la fecha, -la pandemia se ha encargado de impedirlo en parte-, ya que las decisiones que se han tomado hasta ahora no han sido las adecuadas, porque en lugar de permitir avanzar estamos retrocediendo como sociedad, misma que ha sido dividida por el propio López Obrador, quien no ha tomado en cuenta el dicho de que, si nos juntamos, podremos avanzar más rápido.
Pero, ante la situación actual del país, donde ya hay más mentiras que verdades, en el sentido de que se quiere ocultar la realidad que se vive, decenas de mexicanos, -principalmente en la capital del país-, al acudir a votar el pasado 6 de junio, mostraron su indignación al sufragar más pluralmente y darle oportunidad a la oposición -que creció-, de acompañar a los morenistas en lo que resta del actual gobierno en las decisiones importantes que se tiene que tomar.
Pero con el colmillo de “El Peje” -que continúa en campaña-, al dar a conocer que enviará algunas reformas a la Constitución, (fortalecer a la CFE; incluir en la Secretaría de la Defensa Nacional a la Guardia Nacional; y eliminar a los legisladores de representación proporcional), saldrá con su “domingo siete” ya que es probable que acuse a legisladores en el nuevo Congreso de la Unión, -donde Morena, con sus aliados ya no contará con mayoría absoluta-, de querer impedir el cambio que se pregona desde su mañanera, tal y como acostumbra de echarse de enemigos a todos, menos a los pobres, quienes son su bandera para destruir al país.
Su última acusación fue dirigida a las clases medias: “Si, si, si, hay un sector de la clase media que siempre ha sido así, muy individualista, que le da la espalda al prójimo, aspiracionista, que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo más que se pueda, sin escrúpulos morales de ninguna índole; son partidarios de que “EL QUE NO TRANSA, NO AVANZA”. Es increíble cómo apoyan a gobiernos corruptos, increíble”, sentenció en su arenga.
“No, no, hay que sacar a millones de mexicanos de la pobreza y que se coloquen en la clase media, pero sin la mentalidad egoísta, con la doctrina del humanismo, una clase media fraterna, no individualizada, que es lo que hizo la política neoliberal”, sostuvo.
Pero, el presidente no se ha dado cuenta de que la sociedad mexicana ha crecido así porque no ha tenido una educación acorde a sus deseos y como se ve, esto tardará un poco más.