Por Jesús Michel Narváez
Me da pena que Andrés Manuel López sea el presidente de México.
Por supuesto que jamás ha sido elegante. Vaya, ni cosa que se le parezca. Parece ser que no entiende lo que es tener el poder político. O a lo mejor por ello se presenta con el traje mal cortado, arrugado, el pantalón lleno de polvo entre el tobillo y la rodilla y los zapatos sucios, además de portar una camisa cuyas mangas no muestran las distancias simétricas.
No parecía el Presidente de un País con enormes recursos naturales y con una economía, ciertamente en su gobierno en picada, pero que le permite formar parte de las 20 economías más influyentes del mundo por ser la treceava de la tierra. Más bien un sujeto salido de la nada y vestido al aventón para una ceremonia.
Durante la foto “oficial” por la visita de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, ella luce fenomenal, elegante, respetuosa de las reglas para evitar contagiarse de Covid-19. Y guapa, muy guapa por supuesto. Él, en cambio, abandonado de la mano del imperio Armani, porque sus trajes se los corta un sastre de Ecatepec. No hay la menor duda. Su físico no le ayuda. Y la forma de pararse lo orilla a jorobarse.
Desaliñado. Sin porte. Con el abultado abdomen por delante. Enorme diferencia con personajes como Miguel Alemán Valdés, Adolfo López Mateos, José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo y Enrique Peña Nieto. Porque Vicente Fox y Felipe Calderón nunca se distinguieron por ser amantes del buen vestir, aunque sí del buen beber.
¿Quién le sugiere al presidente cómo vestirse para una reunión formal con la segunda de a bordo de la mayor potencia del mundo?
Pablo Chidichimo de la Facultad de Diseño y Comunicación, señala algo irrefutable: como te ven, te tratan.
Dice para explicar el tema: Si bien no queda claro a cuál de las hermanas Legrand corresponde la autoría de este dicho popular, sin dudas fue Mirtha quien, almuerzo tras almuerzo, durante muchísimos años, inmortalizó la frase: ¨Si te ven mal, te maltratan¨, pregonando la idea de que sin importar su estado anímico, espiritual, físico o económico, una persona debe verse bien, porque si no el castigo será el maltrato. Postula que para ser bien tratado, independientemente de la clase social, intelecto o educación, uno debe verse bien.
Añade: Considero que dicho precepto ha tomado muchísimo más peso con la llegada de las redes sociales, por dos motivos. Nos encontramos más expuestos, en tiempo y espacio. Nuestra imagen se plasma en fotos y videos con mayor facilidad, tienen un alcance mayor y quedan almacenadas pública o privadamente en una red social donde continuamente se están reviendo imágenes pasadas. El otro factor es que dichas redes sociales tienen herramientas para mejorar, a partir de filtros y efectos, mejorar dichas imágenes de modo tal que parezcan producidas por verdaderos profesionales audiovisuales.
Hasta ahí su texto.
¿Cómo trató la señora Harris al señor López? Seguramente como lo vio.
No se conoce nada de la reunión privada. Por eso es privada. Sin embargo, en las fotos distribuidas por la Presidencia de la República, se advierte la ausencia de empatía entre ambos personajes. Claro, a la vicepresidenta no se le tona la gesticulación, porque en respeto a las reglas, utiliza cubrebocas. Él, en cambio, ratifica su desdén por las medidas sanitarias.
El presidente dista mucho de tener porte presidencial. No deja de ser un activista al que le importa un comino cómo se presenta, cómo se ve, cómo muestra que le encanta mostrase como un andrajoso más, de esos a los que el Gobierno nunca volteó la mirada para observarlos.
¡Lástima, señor López! Usted debe hacer respetar la investidura no importando si tiene planes para quedarse el tiempo que el “pueblo bueno” decida.
Siento vergüenza que usted sea el Presidente de México. Y no solamente por su vestimenta.
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