¡Y qué Tal ser Comensales Celestiales en un Lugar Desde Donde se Mira la Tierra!

Reportaje

Por Susana Vega López

La vista a esa altura es espectacular. Los rayos del sol en todo su esplendor bañan a los que se define como “comensales celestiales”, aquellos que se atrevieron a subirse a una estructura metálica que pende de ocho cuerdas de seguridad que cargan con una mesa y 22 sillas tipo Fórmula Uno, a través de una grúa telescópica que soporta 130 toneladas (aunque la plataforma sólo pesa nueve) y sube a 45 metros de altura. Se trata de Dinner in The Sky México.

El viento es benevolente y testigo de esta aventura donde los comensales de altura, nerviosos, esperan que les indiquen el lugar que van a ocupar, se sienten, les ajusten los cinturones para iniciar el vuelo, se eleven y degusten de un plato de carnes frías y quesos prácticamente en el cielo.

Las personas, sentadas y bien aseguradas con cinturones que no pueden manipular, alzan la tapa de su plato, al unísono y a la orden del mesero: “pueden destapar sus alimentos”. Mirar hacia abajo da una sensación de alboroto en el estómago y la inmensidad del cielo te recuerda lo pequeño que es el ser humano, algunos casi no se mueven. Eso provoca estar en un comedor nada normal, al aire libre, suspendido.

Algunos quedamos con los pies volando; otros los posan en un descanso individual. El animador habla y habla para distraer al comensal celestial de los nervios que podrían estar sintiendo algunos en esta experiencia de altura. Todos se muestran tranquilos y tratan de ocultar el miedo que provoca comer en lo que pareciera una atmósfera celeste, la gloria. El mesero ofrece vino tinto, vino espumoso o tequila.

Pareciera que Caulus, el dios del cielo en la mitología romana, (o Urano en la mitología griega), observa complacido a sus invitados: una familia de cuatro miembros que fueron a festejar el cumpleaños de la hija; un par de novios donde él se quiso lucir con la chica para impresionarla en su primera salida; dos amigas de Banderillas, Veracruz que llegaron a la Ciudad de México a vivir la experiencia porque les gusta lo inusual…

Los árboles quedaron 40 metros plantados en el suelo. Los autos se ven como de juguete. Por allá, al sur, se ve la cresta de una montaña rusa, un juego mecánico de 34 metros de altura de lo que fue Reino Aventura, ahora Six Flags, así como la torre de un péndulo de 52 metros de altura; un poco más cerca se asoma la estructura de una iglesia que parece barco. En el ruedo del Lienzo Charro un caballo con su jinete da pequeños pasitos hacia atrás.  Luego sigue adelante. Da una vuelta al ruedo.

El menú, a las cuatro de la tarde, consta de un plato de carnes frías (jamón ahumado, salamis) y queso manchego: La bebida suele variar en los desayunos y en las cenas pues en lugar de vino tinto, espumoso y tequila a discreción, ofrecen café o jugos, aunque hay quienes prefieren en la tarde noche algo de alcohol.

Un rato después de haber llegado al tope de la grúa, el operador hizo girar casi de manera lenta, la plataforma, ante el grito de algunos que sintieron que giraba de manera rápida. La verdad es que fue casi imperceptible.

En esta ocasión, algunos comimos apresuradamente a sabiendas que sólo estaríamos una hora incluyendo los tres minutos de ascenso y otros tres del descenso. Aquellos otros se atrasaron tomando fotos, selfis, videos o transmisiones “en vivo”, por lo que prácticamente tuvieron que devorar sus alimentos cuando se escuchó al animador decir que en breve comenzarían a bajar.

Milena, de Dinner  in The Sky, comentó a Misión Política que lo más importante, el punto número uno, es la seguridad. De allí su lema: “obsesionados con la seguridad”, un eslogan que nació desde que adquirieron la franquicia belga que ya opera en ocho países, donde las sillas y mesas atienden a las normas alemanas y belgas correspondientes por lo que estos muebles fueron realizados para este caso.

“Los asientos estilo Fórmula Uno cuentan con cinturones de seguridad que se amarran por detrás; el comensal no tiene posibilidad de desatarse. Cada asiento se asegura a la plataforma, la cual tiene  ocho cuerdas de seguridad que van a la grúa”.

“En cada subida hay supervisión y una vez al año se da un mantenimiento a toda la estructura donde se hacen cambios de cable, de líneas de vida, de tornillos o algo que no esté dentro de lo normal”, afirma Milena.

Esta experiencia de vida se puede realizar a partir de los seis años de edad y se necesita hacer reservación. El código de vestimenta es como mejor te parezca. Eso sí, si hace frío se deben prevenir para que suban abrigados. Por cierto, no dejan subir bolsos.

Milena señaló que ellos pueden controlar los tiempos de ascenso y descenso, pero si hay alguna urgencia se puede bajar en un minuto o menos cuando alguno se empieza a sentir un poco mal y pide que lo bajen. “En estas ocasiones los demás lo han entendido y saben que es necesario bajar, se desamarra a la persona y vuelven a subir. De hecho, hasta le dan un aplauso por el tiempo que soportó estar arriba”.

Cabe mencionar que el personal no administra ningún tipo de medicamento para evitar mareos o vértigos. No está permitido, dijo y afirmó que en los 15 años que lleva la marca nunca ha habido ningún percance que lamentar. Refirió que las personas no pueden subir en estado de ebriedad o si pasan por alguna situación que los mantenga alterados.

Reconoció que se han caído varias cosas: servilletas, cubiertos, “por eso que el área está cercada y no se permite que nadie pase mientras la plataforma está elevada”.

Han operado en Guadalajara, Monterrey, Los Cabos, Vallarta, Yucatán, Guanajuato, y ahora Ciudad de México (donde termina temporada en junio) para continuar en julio en Monterrey; en agosto y septiembre en Puebla (por segunda ocasión) y para fin de año regresar a la ciudad de México para seguir con playas.

La experiencia es única, emocionante y te hace sentir vivo.

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