Por Jesús Michel Narváez
Desde el inicio del gobierno de Andrés Manuel López, su discurso sobre la “libertad de manifestación” -que no de expresión- ha sido reiterado: no habrá represión.
Y cuando menos en la Ciudad de México la autollamada cuarta transformación ha “cumplido” a medias, aunque no ha dejado de arrojar gases lacrimógenos, encapsular a dirigentes e impedir, en más de una ocasión, que las marchas lleguen al Zócalo. Se han registrado detenciones momentáneas. Muchos destrozos en comercios privados y demasiados en el mobiliario urbano y monumentos históricos.
Presumiblemente todos los gobiernos emanados de Morena tendrían que seguir la misma línea. Hay dos que la desacatan con singular alegría: los de Chiapas y Puebla.
Rutilio Escandón, mandatario de Chiapas, ha mostrado dureza innecesaria contra maestros de la sección VII SNTE-CNTE y alumnos de la Escuela Normal Rural de Mactumactzá. Al finalizar mayo, ordenó aprehender a decenas de alumnos de los cuales 96 fueron encarcelados. Como respuesta a la represión, los docentes marcharon por las calles de la capital del estado hasta llegar frente a palacio de gobierno y en una de las pancartas se leía: Rutilio, llevas tres años sin resolver los problemas sociales, del campo y la ciudad, del magisterio, estudiantes y del sector salud.
El gobernador solamente sonríe. Su desdén por atender los problemas sociales por los cuales protestan los normalistas, es más que notorio.
Y en Puebla, en donde Miguel Barbosa Huerta gobierna bajo la guía de la venganza política, calificó la movilización de mujeres estudiantes de la Escuela Normal Rural “Carmen Serdán” de Teteles de Ávila Castillo, como un amago al gobierno del estado, no como una verdadera protesta estudiantil.
Durante el choque con fuerzas del orden, se detuvo a 43 estudiantes. El mandatario expresó: si no hubiera intervenido la fuerza pública los hechos se habrían salido de control.
(Los hechos ocurrieron el primero de junio en los que decenas de alumnas, acompañadas por un presunto grupo de choque llegaron a manifestarse en Casa Aguayo, por lo que fueron desalojadas con gases lacrimógenos por elementos de seguridad estatal. Los policías separaron a las estudiantes del resto del contingente y detuvieron a los jóvenes para subirlos a sus unidades).
Los “delicados gobernadores” suponen que son, en efecto, los virreyes de las entidades. No escuchan y solo oyen rumores que dan por buenos y cuyos contenidos no son otros que alertarlos de las presuntas “rebeliones” de quienes no militan en Morena.
Mal por ambos. Rutilio es, era, un político serio y fue uno de los primeros senadores del PRD. Miguel probó las mieles del poder al ser presidente de la Mesa Directiva del Senado como congresista del PRD y antes de finalizar su sexenio cambió de partido y se alineó con Morena y con el entonces candidato a la presidencia, Andrés Manuel López. Aspiró al gobierno de Puebla y salió con la derrota bajo el brazo. Lo venció Martha Erika Alonso, quien solamente estuvo al frente del ejecutivo poblano por 11 días. Murió en un presunto accidente al caer el helicóptero en el que viajaba con su esposo, el senador Rafael Moreno Valle y, en ese entonces, fuerte aspirante a la candidatura del PAN a la presidencia de la República.
Los morenistas que llegaron para ser gobernadores de “todos los chiapanecos” y de “todos los poblanos” han seguido los pasos de su profeta y han divido a las sociedades de ambas entidades como nunca.
Su postura represiva, no negada y justificada con “mantener el orden”, no deja duda de que suponen que “llegaron para quedarse” y no entienden que en tres años se tendrán que ir a sus casas, si tienen, y si no los atropella la ambición de buscar una “ampliación de mandato”.
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