En Doce Días nos Vemos Voto en Mano y Reflexión en la Mente

Tema Principal

*La Serie de Figuras Geométricas de la Criminalidad en México

*El 45% de las Agresiones se Cometieron con Arma de Fuego

*Pero Como Dijo Lincoln: “El Voto es más Fuerte que una Bala”

*“No es una Violencia Religiosa, ni Política, ni Social”: Nieto Castillo

*Hay que Recordar que las Elecciones Deben ser una Rutina: J. Woldenberg

*Y lo Dicho por Lloyd George: “La Papeleta es un Puñal de Papel”

Por Nidia Marín

El pleito no es con usted, por más que se quiera colocar el saco. No señores y señoras electores, las disputas en las que actualmente no sólo se llega “a las manos”, sino al asesinato, por lo cual México se desangra severamente en medio de la pandemia más grave del siglo XXI, son causadas por el crimen organizado y…algunos de los propios aspirantes (candidatos o no).

Hoy cuando faltan 12 días para acudir a votar le decimos por lo menos parte de la verdad de lo que sucede, con la esperanza de que acuda a las urnas, precisamente con la esperanza de que se registre un cambio a favor de los ciudadanos y cesen las agresiones contra tantos y tantos mexicanos.

Aun podemos dar un vuelco a las cifras de participación que, por las razones que fueren, se registran en porcentajes bajos. Vea Usted: 2003, 41.68%; 2006, 58.9%; 2009, 44.61%; 2012, 62.45%; 2017, 47.72% y 2018, 63.21%. Ello, conforme a los estudiosos habla de la problemática de nuestro país (así como de Venezuela, Colombia, El Salvador, República Dominicana y Honduras) de la vinculación entre participación y violencia, como causa de ese rechazo, apatía o temor.

Hemos de señalar que se han incrementado los corredores del crimen o bien, en una división geométrica de la República Mexicana, las figuras del crimen y la violencia se ubican fundamentalmente: un hexágono conformado por los estados de Jalisco, Guerrero, Michoacán, Guanajuato, Colima y Nayarit; un triángulo integrado por Sonora, Sinaloa y Chihuahua; otro triángulo constituido por Estado de México, Ciudad de México y Morelos y un pentágono compuesto por Veracruz, Tamaulipas, Oaxaca, Chiapas y Quintana Roo. En estas zonas actúan más de 40 cárteles, uniones, organizaciones o brazos criminales, que abarcan todas las modalidades del delito del fuero común y federal, ya que también amedrentan, matan, desaparecen e intervienen en las elecciones. Es el caso.

De ahí el temor, porque cuando se pensaba que el proceso electoral federal 2017-2018 había sido el más violento por el asesinato de 48 precandidatos y candidatos en todo el territorio nacional… el actual rebasa cualquier esperanza.

Advierte Víctor Antonio Hernández Huerta (profesor visitante del CIDE) sobre aquel proceso, en la publicación “Candidatos asesinados en México, ¿competencia electoral o violencia criminal?”, que:

“…los homicidios no están relacionados con elecciones cerradas o competidas, sino que están ligados a la presencia de organizaciones del crimen organizado y al nivel de violencia criminal en cada municipio. En algunos estados, como Puebla y Guerrero, la evidencia estadística también sugiere que los candidatos asesinados fueron el blanco de ataques de organizaciones criminales”.

Desde septiembre de 2020 hasta finales de abril la empresa Etellekt reporta en su Indicador de Violencia Política en México que se habían registrado “262 agresiones (delitos de fuero común) en contra de políticos, con un saldo de 241 víctimas (25% son mujeres), entre ellas, 65 políticos asesinados (9 eran mujeres). De estas 65 víctimas mortales, 20 aspiraban a puestos de elección (17 hombres y 3 mujeres)”.

También resalta que el 45% de las agresiones se cometieron con arma de fuego, mismas en 29 entidades y 199 municipios del país (8% del total de municipios).

No es todo, porque además, se registraron también 76 víctimas de amenazas y 18 políticos fueron privados ilegalmente de su libertad, de los cuales 16 fueron liberados, uno perdió la vida a manos de sus captores (el alcalde de Temósachic, Chihuahua), mientras que un precandidato del PRI a la alcaldía de Mezquitic, en Jalisco, permanece secuestrado. (Después sería crucificado a balazos el candidato a la presidencia municipal de Cajeme, Sonora y exprocurador de la entidad, Abel Murrieta).

Todavía hay más. Se reportaron también 13 víctimas de homicidio doloso en grado de tentativa, de las cuales seis presentaron heridas por arma de fuego.

Por todo ello, para tratar de evitar que esto siga sucediendo sin que las autoridades hagan nada al respecto, le pedimos con respeto que vaya a votar, porque como dijera el político británico, David Lloyd George: “Las elecciones, a veces son la venganza del ciudadano. La papeleta es un puñal de papel”.

O también aplica lo dicho por Abraham Lincoln: “El voto es más fuerte que una bala”.

¿Y qué tal el planteamiento de Hillary Clinton?: “El miedo siempre está con nosotros, pero no tenemos tiempo para él. No ahora”.

¡Uff! también la frase discutible de Platón: “Una de las penas por negarse a participar en política es que terminas siendo gobernado por tus inferiores”.

Por eso…

¡No se deje elector! ¡No se deje que le marquen los pasitos que debe dar!

Y LA VIOLENCIA POLÍTICA AUMENTA

Para ello, es conveniente sopesar el planteamiento de Santiago Nieto Castillo y de Luís Spíndola Morales. Sí leyó usted bien. Ellos exponen que la violencia en el caso mexicano “carece de un resorte nacionalista, étnico o religioso, como la que encontramos, por ejemplo, en medio oriente o en esquemas separatistas violentos. Tampoco se verifica en un contexto de guerra en sentido estricto, ni en un ambiente de violencia social generalizada (vecinos que sacan a vecinos de sus casas para matarlos).

“No es por regla general azuzada desde el poder y por supuesto que no es promocionada desde los medios de comunicación (recientemente se ha visto un postulado claro en varios medios para evitar la apología del delito y la creación de una subcultura que aliente a la delincuencia organizada, aun cuando hay que reconocer que la partida se está perdiendo y que son las series y canciones de narcotraficantes las que empiezan a inundar el mercado).

“No es una violencia religiosa, ni política, ni social. Sin embargo, no debe perderse de vista que, al menos en los últimos treinta años, la violencia ha aumentado exponencialmente en México. Esto representa un reto: la necesidad del desarrollo de nuevas estrategias que permitan combatir eficazmente, a través de todos los escenarios posibles, la problemática existente, aunque también implica el fortalecimiento de las instituciones y la reducción de la impunidad”.

Hay que hacer notar que Nieto Castillo, antes del cargo que ostenta (titular de la Unidad de Inteligencia Financiera), por ejemplo, fue Asesor Jurídico en el Consejo Local del Instituto Federal Electoral en el Distrito Federal y en el Consejo General del IFE de 1997 a 2000. Además, Jefe de Unidad de Investigación y Difusión en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Magistrado Electoral Regional y tres años fue Presidente de la Sala Regional Toluca del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Luís Spindola Morales, a su vez, ha sido director general adjunto de Dictámenes y Servicios Legales y ha tenido diversos cargos en tribunales regionales electorales de Toluca, Querétaro y Jalisco.

Ellos saben lo que están diciendo en su trabajo “La persecución y sanción de los delitos electorales en ambientes de violencia y el Estado de derecho. El caso mexicano 2015-2016”.

Exponen, por ejemplo, sobre la presencia de la delincuencia organizada en los comicios que en México es real: “En Michoacán, durante 2011, estos grupos colocaron mantas, distribuyeron propaganda e hicieron inserciones en medios para inhibir la participación de la ciudadanía en los comicios. Una semana antes de las elecciones cometieron el homicidio del presidente municipal de La Piedad, en dicha entidad. Un año antes, en Tamaulipas asesinaron al candidato del PRI a la gubernatura del estado…”

No es todo:

“En 2016, se presentaron denuncias en Tamaulipas y Veracruz señalando que los candidatos de diversos institutos políticos habían recibido financiamiento ilícito. En ambos estados, la FEPADE en coordinación con los cuerpos de seguridad del Estado mexicano, en particular la Policía Federal, patrulló las zonas conflictivas en los días previos a la jornada electoral y durante la jornada, lo que creemos inhibió las conductas delictivas de dichos grupos durante los días más importantes del proceso electoral”.

Sus planteamientos fueron realizados porque en julio de 2016, se realizó el seminario “Procesos políticos y violencia en América Latina”. Y con el patrocinio de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), a través del Instituto Universitario en Democracia, Paz y Seguridad (IUDPAS), y del Instituto Nacional Demócrata (NDI) en Honduras, efectuaron este trabajo, en pro de la seguridad ciudadana, así como reducir la violencia y la criminalidad en los procesos electorales y en los otros ámbitos de la vida social y política.

En su trabajo se centraron, por ejemplo, en la presencia de movimientos sociales con incidencia principalmente en los procesos electorales 2015 y 2016. Señalaron que Chiapas y Veracruz, fueron las entidades federativas con el mayor número de indagatorias que se han iniciado en todo México por el delito de obstaculización de las funciones electorales, seguidas de Guerrero, Sonora, Oaxaca, Ciudad de México y Baja California. “En todos los casos, la violencia se encuentra presente y es necesario combatirla”, puntualizaron.

A su juicio en aquel entonces “…la violencia es un delito que ha encendido las alarmas de las instituciones del Estado mexicano y, respecto de las cuales, de manera simultánea a su presencia, se han comenzado a tomar medidas para impedir, perseguir y sancionar este tipo de conductas. Desde los despliegues ministeriales y el acompañamiento de casillas hasta la generación del Protocolo en materia de violencia política en contra de las mujeres, la FEPADE se encuentra presente inhibiendo, en la medida de sus posibilidades, la comisión de conductas delictivas”.

Hoy se requieren mayores medidas de seguridad, sobre todo cuando la criminalidad está desatada. Nos está sucediendo lo que ocurrió en Colombia y que Insaight Crime expuso: El control del territorio, el posicionamiento de actores armados y la financiación de las campañas son algunos de los factores que explican parte de lo que hay detrás de los asesinatos de candidatos y líderes políticos.

Dice Salvador Romero Ballivián en el trabajo colectivo “Elecciones y violencia en América Latina: de los antiguos a los nuevos desafíos”, surgido de la Universidad de Honduras, que el surgimiento de la violencia en una escala significativa, como en México “constituye un indicador importante del debilitamiento y la crisis de la democracia, un aliciente para comportamientos poco leales hacia el régimen, hasta el preámbulo de su quiebre. La pérdida del monopolio de la violencia legítima por parte del Estado, o en el opuesto, su uso desmedido, coloca a la democracia en una de las posiciones difíciles, que ha desembocado muchas veces en la instauración de regímenes autoritarios o totalitarios.

“La historia republicana de América Latina ilustra de manera amplia las tensiones entre democracia, elecciones y violencia”.

LA ESPIRAL DE VIOLENCIA SIGUE

José Woldenberg, ex titular del IFE también escribió en aquel trabajo colectivo:

“La democracia intenta desmontar (hasta donde esto es humanamente posible) la violencia como un expediente político. Al ofrecer un cauce para la expresión y recreación de la diversidad de opciones políticas se coloca el basamento para que los diferendos puedan desahogarse por vías institucionales y pacíficas. Se trata de un presupuesto y de una promesa. Y en esa dimensión las elecciones juegan un papel estratégico.

“La humanidad no ha diseñado una fórmula superior para que las diferentes ideologías, diagnósticos y propuestas, sensibilidades y reclamos –que cristalizan en partidos- puedan convivir y competir por los cargos de gobierno y legislativos. Por ello, reforzar el expediente electoral significa multiplicar las posibilidades de que nuestra germinal democracia se consolide.

“No obstante, la espiral de violencia que sacude a México, ahora –en 2015- también apareció durante el proceso electoral. Por ello es necesario recordar que las elecciones deben ser una rutina. Son la fórmula a través de la cual comunidades masivas, contradictorias, diferenciadas, pueden dotarse de gobernantes y cuerpos legislativos de una manera participativa y pacífica. Por ello, las elecciones son un eslabón fundamental dentro de cualquier proyecto civilizatorio que entienda que las sociedades no son monolíticas, que no se pueden alinear como si fueran ejércitos o iglesias, sino que se trata de entidades cruzadas y labradas por diferentes intereses, ideologías, programas e incluso sensibilidades. Cierto, democracia y elecciones no son una y la misma cosa. Pero no hay democracia sin elecciones”.

Lo explica: “…éstas últimas son condición necesaria pero no suficiente para hablar de democracia. Porque a diferencia de las otras fórmulas de gobierno (autoritarias, dictatoriales o totalitarias o teocráticas), la democracia asume como un bien la coexistencia de la pluralidad de corrientes de pensamiento, y por ello intenta ofrecerles un cauce para su expresión y recreación. Y para ello, las elecciones resultan inescapables: son el escenario donde esa diversidad de opciones compite y son los ciudadanos, con su voto, quienes deciden quienes deben gobernar y legislar. Se escribe fácil, pero ha sido una de las construcciones civilizatorias más difíciles, puesto que la pulsión primera de los hombres y sus organizaciones es la de pensar que en él o en ellos (en nosotros) están depositados todos los valores y en sus contendientes (los otros) todos los antivalores”.

La violencia no es nueva en México, pero en este 2021 sí se ha agudizado, aunque América Latina tampoco canta mal en el derramamiento de sangre. Insight Crime documentó, por ejemplo, que México ocupa el 5º lugar en América Latina en tasa de homicidios. En los primeros sitios están: Jamaica, Venezuela, Honduras y Trinidad y Tobago.

De ahí que hay estudiosas como las españolas Petra Bonometti y Susana Ruiz Seisdedos que consideran la necesidad de “fortalecer el rol del Estado y su competencia central en la provisión de seguridad como bien público”.

Exponen: “La presencia de la violencia cotidiana representa el síntoma del hundimiento de las capacidades del Estado de desempeñar sus funciones, a menudo por haber sido privatizadas de facto, por lo que se crea una situación en la cual grupos privados controlan los recursos colectivos para su propio interés. Por tanto, el fortalecimiento de las instituciones públicas y de su capacidad de provisión de bienes públicos (entre ellos seguridad) constituye una herramienta fundamental de la estrategia de lucha contra los conflictos sociales”.

Con toda la esperanza colocada en las boletas ciudadanos electores México y los mexicanos los estamos esperando en las urnas.

¡Y que todo sea para bien!

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