Por Fernando Hernández de la Rosa y Raúl Mondragón Von Bertrab
“Lavabo inter innocentes manus meas…”
(Salmo 26, vers. 6)
“Inocente soy de la sangre
de este justo. Vosotros veréis”.
(Mateo 27:24)
“Yo me lavo las manos”; la frase que hoy es lugar común cuando de rehuir toda responsabilidad se trata, se atribuye a Poncio Pilato, quien en el proceso de Jesucristo dijo algo más parecido a lo citado por Mateo el Evangelista, aludiendo a la costumbre simbólica de lavarse las manos frente al pueblo para alegar que se era inocente de un crimen del que era uno acusado.
El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) nació fuerte en 1996. Lo recordamos porque un par de sus magistrados fundacionales nos dieron cátedra en la Panamericana y en la Iberoamericana. El pasado viernes 9 de abril del año en curso, al requerir al Instituto Nacional Electoral (INE) revisar la cancelación del registro del candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) a la gubernatura de Guerrero, Félix Salgado Macedonio, el TEPJF mostró una debilidad que no corresponde al órgano jurisdiccional especializado, encargado de resolver las controversias en materia electoral, proteger los derechos político-electorales e impartir justicia en ese ámbito; a la instancia que debe garantizar –cito- “la legalidad y la certeza de los comicios [electorales], con el fin de contribuir al fortalecimiento de la democracia y al desarrollo de la cultura de la legalidad”. Más aún, la misión del TEPJF es la de fortalecer la confianza en los procesos electorales como el que tenemos en puerta y en el que tanto está en juego. Un tribunal electoral débil, pues, y un INE fuerte pero bajo presión oficial, que al parecer mantendrá su postura. ¿Qué sucederá en junio? ¿Quién garantizará la legalidad si el TEPJF renuncia a su deber?
En el recuento de los hechos, el 25 de marzo, el Consejo General del INE aprobó el retiro de la candidatura de Salgado por no haber entregado en tiempo y forma los reportes de gastos de precampaña, con fundamento en el artículo 229, numeral 3, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (LEGIPE).
El 29 de marzo, el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) de Guerrero aprobó dicho acuerdo del INE, el cual fue impugnado al día siguiente, el 30 de marzo, por el propio Salgado, cuya apelación aceptó el TEPJF a trámite el 5 de abril, para después, el día 9 de este mes, como se ha señalado, lavarse las manos, escurrir el bulto –como se dice en España- y devolver al asunto al INE, a pesar de conceder la violación a la norma por parte del precandidato, como bien apunta y en lo que coincide nuestro amigo Ilan Katz, a quien escuchamos hace unos minutos en la radio, tomando al toro… por adela.
El fuera de lugar del TEPJF es evidente pues concede la falta en la conducta, pero pide revisar la sanción impuesta, siendo que la norma solo establece esa sanción y no da margen alguno. Siguiendo con la analogía futbolística, es el juez de línea quien pide al árbitro acudir al videoarbitraje o “VAR”, por sus siglas en inglés (Video assistant referee), presionado por un equipo muy criticado en su fair play y por un jugador amonestado.
Difícilmente el árbitro, bien colocado en la cancha, seguro de haber aplicado el reglamento de juego de la Federación Internacional de Fútbol Asociación, daría cabida a esa extraña petición. ¿No es así?
Justo al cierre de edición, el INE ha resuelto la papa caliente que le tiró su juez de línea, sin dar paso atrás. El INE confirma pues la sanción a Salgado, quien negó haber sido precandidato, quien amenazó públicamente a los consejeros del INE, alterando el orden público, y quien no puede, por el bien de MORENA y del país, pretender estar por encima de la ley. Si se ha visto afectado por un error administrativo de su partido, su derecho, intacto, es demandar daños y perjuicios de los omisos.
En términos boxísticos ahora, la decisión fue dividida, seis contra cinco consejeros, cuando debió ser unánime. No se trataba de legislar sino de aplicar la ley, ni siquiera de interpretarla siendo lo clara que es y máxime siendo un asunto de tal relevancia social. El balón pegó en el poste, pero se metió y es gol limpio para la democracia. Esperemos que el TEPJF, última instancia, no vuelva a lavarse las manos y dé ahora ejemplo de Justicia. Se lo merece este relevo generacional que no se ve representado en el gobierno y que habrá de vivir mañana las consecuencias de las decisiones que esta generación intermedia permitamos hoy.