Pese a que la autonomía corporal es un derecho fundamental, sólo la mitad de las mujeres en el mundo tienen el poder de decidir sobre su cuerpo y tienen acceso a la educación sexual y reproductiva, advierte el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA).
Al presentar el informe sobre el Estado de la Población Mundial 2021, bajo el título «Mi cuerpo me pertenece. Reclamar el derecho a la autonomía y a la autodeterminación», Harold Robinson, director de UNFPA para América Latina y el Caribe, destacó que en la región una de cuatro niñas es casada antes de que cumplan 18 años, limitando su futuro.
“La violación a la autonomía corporal empeoró por la pandemia creando nuevas barreras a la atención de la salud de las mujeres, se han elevado los embarazos no deseados y por su puesto la pérdida de empleos de mujeres”, afirmó.
Agregó que esta falta de autonomía corporal tiene implicaciones enormes más allá de los grandes perjuicios para las mujeres y las niñas en lo individual: una potencial depresión de su productividad económica, el menoscabo de sus habilidades, y los costos adicionales resultantes para los sistemas judiciales y de atención de la salud.
«Privar a las mujeres y las niñas de su autonomía corporal es inaceptable: alienta y refuerza las desigualdades y violencia generadas por la discriminación de género. Por el contrario, cuando las mujeres y las niñas pueden tomar las decisiones más fundamentales acerca de su cuerpo, no solo ganan en términos de autonomía, sino también de salud, educación, ingresos y seguridad. Todo ello da lugar a un mundo más justo, favorece el bienestar humano y, por consiguiente, nos beneficia a todos», se lee en el informe que por primera vez desde 1978 se centra en la autonomía corporal.
El documento destaca, asimismo, que las mujeres políticas, periodistas, activistas y defensoras de los derechos humanos son, cada vez más, objeto de acoso, violencia y ciberacoso, por lo que hace un llamado a los gobiernos a aplicar medidas decisivas para contrarrestar y prevenir estas violaciones.
“Puesto que el miedo a la violencia es uno de los principales elementos de disuasión para que las mujeres asuman más funciones públicas en muchos lugares, adoptar y aplicar medidas podría cambiar las condiciones en que las mujeres pueden participar, liderar y tomar decisiones. Las medidas complementarias podrían incluir campañas de promoción y colaboraciones con los medios de comunicación y las escuelas para eliminar los estereotipos de género”, destaca.