Por Jesús Michel Narváez
He sabido de reclamos violentos de candidatos perdedores. Incluyo al presidente López que en 2006, al ser ratificado el triunfo de Vicente Fox, mandó al “diablo sus instituciones”. Después habría de violar la Constitución en cuanto a la “libertad de tránsito” y más aún, inició una rebelión contra el Estado Mexicano al proclamarse “presidente legítimo”, abarrotando la Plaza de la Constitución con miles de acarreados que protestaban porque perdieron el billete que tenía el número ganador del sorteo electoral.
Sin embargo, nunca había vivido una amenaza de muerte en contra de los consejeros del INE o de alguna otra institución. Reclamos violentos los ha habido. Ahí está el que encabezó Alfonso Ramírez Cuellar, entones dirigente de El Barzón, y que culminó con la entrada de decenas de jinetes a lomo de caballo. O está el primero de septiembre de 2006, cuando los perredistas se oponían a la toma de posesión de Felipe Calderón y clausuraron las puertas, incendiaron curules, se liaron a golpes con los panistas y priístas.
Lo expresado por el toro descastado durante el mitin que patrocina a las afueras de las instalaciones del INE, es una amenaza de muerte que está penada por el Código Penal.
El astado guerrerense subió al templete un ataúd y una corona fúnebre.
El mugido: «Ha muerto el INE, se murió el INE», dijo, para después exclamar «se murió Lorenzo», en referencia a Lorenzo Córdova, consejero presidente del Instituto.
Con asesores que le dicen que sí a todo, el que durante su paso por la alcaldía de Guerrero permitió que el crimen organizado -están los levantones de ese entonces- y el narcotráfico se apoderaran literalmente de Acapulco, lanzó la “invitación” que bien podría ser un llamado a quemar la casa del consejero presidente: «¿No le gustaría al pueblo de México saber dónde vive Lorenzo Córdova? ¿Les gustaría saber cómo está su casita «de lámina negra», que cuando llueve gotea y moja su cuerpo?»
Luego, para mostrar su buen lenguaje, la elevada cultura que posee y la educación que mamó, señaló: Que no le rasquen los huevos al toro porque nos va a encontrar». ¿Algo de qué presumir?
Ante la clara amenaza, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero utilizó su cuenta de Twitter para enviar este mensaje: “Como secretaria de Gobernación hago un enérgico llamado a mantener las diferencias dentro de la legalidad y el respeto mutuo, tanto a las instituciones, como a los servidores públicos”.
Nada que intimide al compadre del presidente López.
Surgieron otras voces. Las de abogados, ministros en retiro, políticos y representantes del sector privado. Hubo coincidencia: las amenazas ameritan cárcel.
Aunque ya estaba la mecha en la bomba, aún estaba apagada. A José Luis Vargas Valdez, presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación se le ocurrió darle el cerillo al astado. Y éste, ni tardo ni perezoso la encendió. Hasta este momento se ignora si es corta o larga. Como fuere, ya está prendida.
¿Amenazar de muerte a una persona, sea o no servidor público, no es un delito penal que merece actuación de oficio?
Si se requiere denuncia, todos los medios de información traen las palabras textuales de quien anuncia que si no es candidato no habrá elecciones en Guerrero. Ha dicho, junto con el títere mayor de Morena, que el “pueblo de guerrero ya decidió”.
Osada aseveración, porque todavía no hay elecciones. ¿Implica la afirmación que los comicios son un tongo y todo está planchado para que lidien al toro?
Grave situación. Crece la violencia verbal y ésta, se sabe y bien, termina con la física.
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