*En el Ámbito Municipal por un Periodo y Hasta por Doce Años
*Quienes Pretendan la Opción, Estarán Sometidos al Escrutinio del Elector
*Además, Tendrá que Hacer Alarde de sus Logros en el Cargo
*También Probar que Cumplió con Eficacia la Encomienda
*En Municipios, un Buen Edil, Tendría Ventaja Sobre Algún Adversario
Por Alejandro Zapata Perogordo
Después de muchas deliberaciones se volvió a implementar la figura de la reelección inmediata en legisladores y ayuntamientos, se hizo de manera limitada para evitar un anquilosamiento: en el ámbito municipal por un periodo y, hasta por doce años, es decir un total de cuatro legislaturas, para quienes aspiren a permanecer en los Congresos.
La idea parte de diversos supuestos, pues quienes pretendan optar por la opción, bajo el principio de mayoría, se verán sometidos al escrutinio de los electores, así es el ciudadano quien decide si refrenda en el cargo a la persona o lo reprueba, en ese entorno la campaña reeleccionista se convierte en todo un ejercicio de rendición de cuentas del pretendiente.
En esa lógica, quien aspire a la reelección se encuentra obligado a enfrentar a sus electores, tendrá que hacer alarde de sus logros en el desempeño del cargo, probar que cumplió con eficacia la encomienda otorgada en las urnas, que su labor fue de utilidad en beneficio de sus representados y, por lo tanto, su pretensión tiene un soporte ético-político para continuar desarrollando esa función.
El caso de los Ayuntamientos el filtro se percibe menos complejo, pues las obras materiales hablan por sí solas: pavimentaciones, drenajes, alumbrado, etc., son aspectos que se aprecian fácilmente, además de la convivencia cotidiana con su comunidad, lo que permite a un buen edil, tener ventaja sobre cualquier otro adversario al confrontar sus dichos con hechos.
Ahora bien, el asunto de los legisladores que quieren continuar con esa función se cuece aparte, al tener su grado de complejidad, su labor es hacer leyes; revisar cuentas; y aprobar presupuestos, aspectos que el grueso de la población ni siquiera se entera y, para ser francos, ni les interesa.
Por el contrario, ven a los diputados como seres privilegiados, a las órdenes de sus intereses partidarios y alejados de sus distritos, salvo algunas contadas excepciones, la percepción que de ellos se tiene no es positiva, de hecho, un gran segmento de la población ni siquiera sabe quién es su representante ante la Cámara.
Así, los legisladores que ahora se presentan a la reelección se encuentran obligados a dar muchas explicaciones sobre su participación en los Congresos, tienen que justificar su actuación para pedir nuevamente la confianza y el voto de sus electores, ya veremos las tablas de cada uno de esos candidatos para convencer a sus representados.
Lo cierto es que muchos de ellos prefieren colgarse de las campañas a gobernador y, en su caso, a la de ayuntamientos, al carecer de elementos que solventen un ejercicio eficaz en el desempeño de la función.
No obstante, quienes superen el reto, además de acreditar liderazgo, estarán contribuyendo a fortalecer la cultura cívica y el desarrollo de la democracia mexicana, aspectos ambos necesarios para lograr equilibrios en el país, especialmente en la dignificación de la actividad política y su revaloración por la ciudadanía.