Por Jesús Michel Narváez
Cuando se presume que ha bajado la actividad de los criminales, reaparece la brutalidad y de nueva cuenta los decapitados son noticia: 8 en Michoacán. Esto ocurrió en las inmediaciones de Aguililla, en donde prevalecen los restos de la Familia Michoacana y el CJNG busca dominar la plaza. Y hay más.
No son otros datos. Son los oficiales del Gobierno federal. Se presume, porque sí lo informan una vez al mes en el púlpito de Palacio Nacional, que la violencia ha cedido y que “vamos requetebién”.
Pero los números dicen otra cosa. Durante marzo, 78 personas fueron privadas de la vida cada 24 horas y sus muertes están tipificadas como homicidios dolosos. La cifra es la mayor en lo que va del año. Los criminales no descansan ni con la pandemia sanitaria.
Hay nueva responsable de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Ya no está Alfonso Durazo que le heredó a su sucesora una tragedia que, en algún momento -como lo hace Hugo López-Gatell a diario-, registró un “punto de inflexión”. Está Rosa Icela Rodríguez, que lo mismo se encarga de programas sociales que de conducir los Puertos Marítimos del país pasando por la secretaria general de Gobierno de la Ciudad de México. Es de las consentidas del presidente López.
Se advierte que no basta ser protegida presidencial para dar buenos resultados en algo que se niega cotidianamente pero que la realidad restriega en los rostros de quienes no la aceptan, la impresionante ola de violencia que vive el país.
De acuerdo: no es solamente culpa de este gobierno. El tema es añejo y quizá a Felipe Calderón se le daba reclamar haberle pegado al avispero sin tener la el traje de protección a la mano. Las avispas se irritaron y siguen sin dar tregua. Claro, de pronto algunas de ellas pelean entre si por los amores de la reina lo que provoca que muchas de ellas mueran.
No hay duda: la inexistente estrategia para combatir la criminalidad, está a la vista.
Sin que se adjunte la lista negra, aquella en la que se encuentran los delitos no denunciados, los reconocidos representan 3.25 personas muertas cada hora del día. Eso suponiendo sin conceder que los criminales estén matando de los suyos o ajenos las 24 horas. Se debe tener una media y es probablemente la de 12 horas, lo que implicaría 6.50 fallecidos cada 60 minutos.
Desde la campaña, el hoy presidente de México hizo compromisos que no ha cumplido. Suponía tener la varita mágica que, haciéndola circular, dominaría la ,situación y les diría a sus gobernados: misión cumplida.
A dos años y 4 meses de estar sentado en la silla del Águila y de mantener casi 800 reuniones con el “gabinete de seguridad” -el mismo en el que nadie le hace caso a la secretaria de Gobernación (ella lo hizo público)-, no parece que los resultados puedan ofrecerse como prueba de triunfo.
La violencia se ha convertido en compañera cotidiana de todos los habitantes del país. Ahí sí cuentan todos: los fifís, los clasemedieros, los medio pobres y los pobres extremos. Nadie se salva. Para colmo, el delito de extorsión, que parecía, éste sí, haber ingresado a un punto de inflexión, se disparó junto con los secuestros.
No son otros datos. Son los oficiales de las dependencias que conforman el gabinete de “inseguridad”
Hay, sin embargo, otros datos que nos preludian la palabreja: …requetebién.
Lo cierto es que vamos en muchos aspectos, requetemal.
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