Crecieron Sindicalmente Cobijados por Enaguas: y con Poder Pagaron con “Roqueseñal”

Los Privilegios del Poder

Por Verónica V. González y Arnoldo Piñón

Hace cuatro años, en la sección sindical 3 “Clínicas de medicina familiar” del ISSSTE, en la elección de delegados al congreso nacional, el liderazgo de la doctora Marisol Galindo fue desconocido por un grupo que había crecido -y en algunos casos, enriquecido- bajo su protección. Una vez que ganaron las elecciones, le pagaron con la “roqueseñal”, una vulgaridad sexual.

Las vueltas de la vida: no esperaban que 48 meses después y con una larga lista de actos de corrupción que los marcan, uno de los dos candidatos al liderazgo sindical nacional, haya deslizado que la única por la que metería las manos sería precisamente por la doctora Galindo; y ha manifestado su desprecio por un integrante del grupo de desleales.

Esa sección es una de las más numerosas del sindicato del ISSSTE. En 2002 fue fundamental para que por vez primera alcanzara el liderazgo una mujer: Concepción Olivia Castañeda. La doctora Galindo y los 17 delegados al congreso, definieron el triunfo.

En una serie de circunstancias que algún día se debe reconstruir, incluido que la sección 3 no tenía un candidato definido -Alfredo Figueroa Galeana, el contendiente de Castañeda, no les desagradaba-; que Ricardo Pontigo había negociado la secretaría de recursos humanos para Alejandra Castañeda y finanzas para él; y que Francisco García Culebro, uno de los autopromovidos dirigentes del grupo “Cuicuilco” contrario a José Luis Acosta, el secretario general saliente, amenazaba con dejar la oposición e integrarse al otro grupo si no le entregaban la secretaría de finanzas, generaron condiciones para la definición final.

Unos años más tarde, en 2009, la candidatura al liderazgo de la doctora Galindo atraía a la mayoría de las 48 secciones sindicales. Los afanes reeleccionistas de Pontigo, entonces secretario general saliente, provocaron que el director general del ISSSTE, Miguel Ángel Yunes, maniobrara para que el ganador fuera José Luis Rodríguez Camacho. Aun así, obligó a una negociación que le permitió a su grupo ocupar casi la mitad de las carteras, incluida la vicepresidencia y la secretaría de uniformes que fue para Rafael Salamanca.

Posteriormente en 2017, integrantes del grupo de la doctora Galindo, fueron convencidos por Mauro Sánchez -los controladores aéreos lo llaman públicamente extorsionador de sindicatos, con un hijo del mismo nombre con comisión sindical en el ISSSTE-, incluidos Juan Noé Hernández, Gustavo Cosío, Ricardo y Mario Armando Ordaz Santos y Rafael Salamanca, de integrar una planilla.

Obedecieron y no la incorporaron como delegada al congreso electivo.

Con apoyos extraordinarios y beneficiados del débil trabajo de la doctora Guadalupe Núñez en la secretaría general seccional, ganaron las elecciones. En el deportivo del sindicato del ISSSTE recibieron a la planilla azul de la doctora Galindo con gritos de «¡ya nos las chingamos!» proferidos por todos ellos.

Además, les hacían la vulgar por grotesca “roqueseñal”, con un mensaje sexual deleznable -sólo Salamanca no se llevó las manos a la altura de la cintura con los puños hacia arriba y haciéndolas hacia atrás una y otra vez-, en uno de los hechos más burdos en ese sindicato. Mario Armando Ordaz Santos y Rafael fueron electos secretarios de asuntos jurídicos y de recursos humanos en la dirigencia nacional, aun cuando previamente habían establecido acuerdos con la doctora Galindo para que los exsecretarios generales seccionales acudieran al congreso como delegados.

No cumplieron. La doctora Galindo no fue mencionada en la planilla que se presentó ante el congreso. Días después fue incorporada como secretaria de relaciones internacionales, en una posición de relleno.

Para ella, la traición de Salamanca fue un golpe más contundente que cuando se le cerró la posibilidad de acceder al liderazgo sindical. Tanto afecto tenía por él, que le tenía más confianza que a sus hermanos.

Un par de meses el grupo logró impulsar a Juan Noé Hernández en la secretaría seccional. Ensoberbecidos, impulsaron que el informe del manejo de las cuotas sindicales de los trabajadores de la secretaria general saliente, la doctora Guadalupe Núñez, no fuera aprobado.

En una acción inusitada, la sección sindical estuvo de acuerdo en que la química Graciela Alcaraz, exsecretaria general, fuera jubilada y su plaza, de subjefa de farmacia en la clínica de medicina familiar “Del Valle” fuera ocupada por su hija Liliana, que era despachadora.

Había empezado el festín en beneficio de los dirigentes del grupo: comisiones sindicales con goce de sueldo para esposas, papás, hijos; movimientos escalafonarios dirigidos y la reserva de plazas para familiares hasta que concluyeran estudios -específicamente en la Delegación Regional Oriente del ISSSTE-. Lo más grave fue la venta de plazas de Silvia Patricia, hija del secretario general seccional, sin que se le denunciara pese a haber cometido delitos.

La esposa de Juan Noe Hernández, la enfermera Norma Leticia Pérez Villanueva goza de comisión sindical -por lo menos la mantuvo hasta el 31 de diciembre pasado- de su plaza de enfermera en la clínica de medicina familiar “Peralvillo”, con número de empleada 257398 y el 30 de noviembre fue promovida a una categoría superior, aun cuando según esto el movimiento fue impugnado por una trabajadora que al parecer tenía mayor puntaje para acceder a la plaza que había quedado vacante.

En los últimos meses de 2019, se conoció la venta de plazas de la hija del secretario general de la sección sindical. En una reunión que afectados mantuvieron con Hernández y con Mario Armando Ordaz, aquel se comprometió a reintegrarles el dinero que habían pagado -lo calculan en un millón 250 mil pesos-, aun cuando no a todos les cumplió.

No sólo fueron plazas las que la hija de Juan Noe comercializó: también movimientos escalafonarios y cambios de adscripción. Hasta ahora se desconoce con precisión en cuántos casos cumplió por el dinero recibido.

Fue obligada a renunciar para evadir las responsabilidades penales en que ella y sus cómplices incurrieron.

En nuestro poder tenemos fotografías de las credenciales de elector de la hija de Juan Noé y de una cómplice, así como diversos comprobantes de depósitos a su cuenta bancaria y otra mujer -ésta todavía labora en el ISSSTE-.

En junio de 2019, a la cuenta 60-58948068-4, de Banco Santander, a nombre de Silvia Patricia Hernández, una trabajadora de la Clínica “Indianilla”, le depositó 15 mil pesos en efectivo, como primer pago para ser cambiada a la clínica “Ignacio Chávez”, “Churubusco” o bien “Coyoacán”. El 24 de ese mes, la hija del secretario general seccional le respondió que con Tere tramitaba su cambio de adscripción.

Durante los últimos cuatro años la dirigencia seccional ha presionado a trabajadores con denunciarlos penalmente de no firmar la renuncia, y se mantienen indiferentes cuando alguno es despido injustificadamente. El 30 diciembre pasado, en la clínica “Gustavo A. Madero” -donde está radicada la plaza de Juan Noé Hernandez»-, se levantó un acta administrativa a un médico especialista B, durante la cual Miguel Mendoza y Roberto “Güero” Flanders le advirtieron que o renunciaba o lo cesaban.

Sin seguir el procedimiento, el médico fue cesado por el área jurídica de la Delegación Regional Norte. Hace unos años, cuando el galeno obtuvo la plaza de médico especialista B. Hernández lo habría presionado para que la renunciara y aceptara mantenerse en la de seis horas que ocupaba previamente.

La doctora Norma Liliana Rodríguez Argüelles y el abogado Hilario Ramírez Chávez, se perfilan como candidatos a la presidencia del Sindicato del ISSSTE, ¿aceptarán que el grupo que controla la sección 3 (“Clínicas de medicina familiar”) forme parte de su planilla? ¿Correrán el riesgo que de ganar reciban a los perdedores con la “roqueseñal” o la “britneyseñal”?

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