Por Jesús Michel Narváez
Es usual en el presidente López solicitar no linchar públicamente a ningún político, porque para aplicar la justicia están el Poder Judicial y el Ministerio Público.
Sin embargo, es él quien inicia los linchamientos. Los impulsa. Los difunde. Todos contra los adversarios, los conservadores. Y consciente de que cuenta con un canal de comunicación que no le censura nada –la mañanera, pues- lo utiliza para denostar, agredir, acusar y nunca comprobar sus señalamientos.
Claro, los hace en base a sus “otros datos”, que nadie sabe de dónde los obtiene y quién los procesa para darle veracidad.
A cuento lo anterior, porque en su conferencia –diría sermón matutino del viernes- a pregunta expresa sobre la ratificación de la candidatura de Félix Salgado Macedonio al gobierno de Guerrero, linchó literalmente a las feministas que exigen “romper el pacto” y las acusó de formar un movimiento que es utilizado por grupos políticos.
En su férrea defensa para salvaguardar la “integridad, inocencia y honestidad” de Salgado Macedonio, insistió: «Se debe preguntar a mujeres y hombres de Guerrero y sostengo que no debe haber linchamientos por politiquería, por eso existen las instancias legales, el ministerio público, el poder judicial».
Después de ponerse al descubierto el atole que cocinó la Comisión de (des)Honestidad y Justicia de Morena que ordenó la reposición del proceso pero salvaguardó los derechos del señalado como abusador sexual, López ha mantenido su posición y, como buen tabasqueño, no cede un ápice.
Las descalificaciones hacia no las feministas sino a las mujeres, todas, llevan al choque frontal que el próximo lunes puede provocar que las calles de la Ciudad, las que llegan a Palacio Nacional, las que permitirían que corrieran ríos de gente si no las cierran el paso como es la costumbre de la jefa de Gobierno y su vecino del lado oriente de la Plaza de la Constitución, haya más que encapsuladas. El riesgo de que se desate la violencia es altísimo.
Nada, sin embargo, conmueve al que considera a las mujeres viven en otro universo. Y aquí sí no se equivoca. Ellas viven en la realidad terrenal mientras el virrey lo hace en el mundo alterno, el bizarro.
Y en tanto en el púlpito presidencial se pronunciaba el sermón de los olotes, no de los Olivos, en Tixtla se iniciaba la campaña de Salgado sin “candidato” y éste sostenía un “encuentro casual” con diputados locales y osaba decir: soy respetuoso del proceso electoral y no puedo hacer proselitismo.
¡Vaya cinismo!
Como se dice coloquialmente: ¡ya la pagará!…en las urnas.
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