Por Jesús Michel Narváez
Finalmente Trump fue exonerado del cargo de provocar la “insurrección” el pasado 6 de enero y que puso en riesgo la democracia estadounidense que se advirtió en ese momento “era frágil”.
Ane la decisión de los senadores republicanos -6 de ellos se salvan de la ignominia- de no condenar a su exjefe, Joe Biden, el que ahora gobierna y vive en la Casa Blanca, lanzó un llamado a sus compatriotas a “defender la verdad y derrotar las mentiras”.
Solo usando la verdad E.U será capaz de acabar con la “guerra no civil” entre demócratas y republicanos y “curar el alma de la nación”, diría y añadiría: “Este triste capítulo en nuestra historia nos ha recordado que la democracia es frágil. Que siempre hay que defenderla. Que siempre debemos estar alerta. Esa violencia y extremismo no tienen cabida en EEU. Y cada uno de nosotros tiene el deber y la responsabilidad como estadounidenses, y especialmente como líderes, de defender la verdad y derrotar las mentiras”.
Una verdad insoslayable.
Y sin querer queriendo, quizá el mensaje llegue a los oídos de quien ha divido, como nunca –desde la Revolución no había buenos contra malos o malos contra buenos- el país y ha degradado el valor de la democracia. Sí, en México. Por eso hay que tomar las palabras de Biden: defender la verdad y derrotar las mentiras”.
Joe Biden sabe que si la unidad de todos los compatriotas será imposible sanar las profundas heridas que provocó el antecesor y que ahora amenaza: mi movimiento acaba de empezar. Una forma de decir: nada está escrito, nada terminó. Nos vemos en 2024. Porque Trump tiene los hilos de los títeres que asaltaron el Capitolio y, por supuesto, el dinero suficiente para darles de comer en la mano a sus radicales seguidores.
Similar a lo que ocurre en México. Ni más, ni menos.
Aquí se habla de democracia más no se practica. Se habla de respeto a los adversarios. Pero se les avasalla. Se habla de servir al país, y no ocurre.
México no está exento de arrebatos no de supremacistas sí de fanáticos que pretenden conservar un poder más allá del 2024 ignorando la Constitución y destrozando la democracia.
Solo en México se puede dar que el Presidente de la República asuma la posición que le corresponde al INE, como órgano autónomo constitucional y responsable de las elecciones, y sea suplido para “enviar cartas a los gobernadores y presidentes municipales” para que –diría el análisis- no lo imiten y participen en el proceso electoral.
Sabido es que ningún funcionario público, ninguno, que quede claro, puede meter las manos en los procesos electorales.
El artículo 134 señala: (…) Los servidores públicos de la Federación, los Estados y los municipios, así como del Distrito Federal y sus delegaciones, tienen en todo tiempo la obligación de aplicar con imparcialidad los recursos públicos que están bajo su responsabilidad, sin influir en la equidad de la competencia entre los partidos políticos.
La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres órdenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social. En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.
Como dice Biden: la democracia es frágil y lo sabe quien hoy gobierna el país y actúa como el Virrey de los tiempos de la Conquista.
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