De 74 páginas, este texto escrito durante su exilio en la isla de Santa Elena, fue dictado a su colaborador más fiel, el general Henri-Gatien Bertrand, y corregido por Napoleón que tacha palabras e inscribe en los márgenes sus comentarios con una letra minúscula.
En total, son 11 anotaciones. El texto está acompañado de un plano de la batalla en papel de calco dibujado por el general.
La venta coincide con el año del bicentenario de la muerte del emperador, el 5 de mayo de 1821.
La batalla de Austerlitz, de 1805, está considerada una genialidad estratégica, pues el ejército de Napoleón, pese a su inferioridad numérica, derrotó a la coalición austro-rusa haciendo creer que se batía en retirada, antes de atraerla a la meseta de Pratzen, a un centenar de kilómetros en el norte de Viena.
Existen numerosos escritos sobre la batalla, pero éste en particular muestra a un emperador que se esmera por pasar a la posterioridad con inmensa gloria.
El Día de los Tres Emperadores –Napoleón, Francisco I de Austria y el zar Alejandro I– tuvo lugar en el día del primer aniversario de la coronación del primero.
La víspera de la batalla, Napoleón Bonaparte parece atormentado por su conciencia, pero su lado guerrero se impone: “Lamento pensar que perderé a buena parte de esta gente valiente, me duele, puesto que son de verdad mis hijos. En realidad, me reprocho a veces este sentimiento, porque temo que me vuelva incompetente para la guerra”.
El manuscrito fue adquirido en los años 70 por Jean-Emmanuel Raux, propietario de la galería Arts et Autographes, de París, donde se expone estos días.
“Hay efervescencia… la gente nos llama para venir, los transeúntes se paran a ver los facsímiles en el escaparate” del manuscrito, explicó su hija, Alizée Raux.
Experto en autógrafos, el galerista encontró el texto durante una venta de los herederos de Bertrand. “Nadie se fijaba en los escritos de Santa Elena en esa época. Es el documento en manos privadas más fabuloso de la historia de Francia”, declaró.
En el texto no se emplea la primera persona, sino la fórmula: “El emperador dice, hace, decide…”
“Napoleón libra una versión embellecida de la batalla. Se observa en la entonación de las frases. Es el famoso sol de Austerlitz”, expresó Alizée Raux.
Toda la campaña que precedió a la batalla, los repliegues, las negociaciones para divulgar la idea de la debilidad del ejército napoleónico, son detallados en el texto, así como el combate.
El heroísmo y el entusiasmo se exaltan de forma exagerada: “No había un solo oficial, general o soldado que no estuviera decidido a vencer o morir”. Los atacantes rusos fueron vencidos en apenas nueve horas, ahogándose en parte en los lagos helados.
El enemigo fue tratado con piedad y magnanimidad, según el manuscrito, cuando, por ejemplo, el emperador se dirigió a un oficial ruso herido: “Uno no deja de ser valiente por haber sido vencido”.