La Ciudad es una Mujer

Ciudad, mujer en movimiento,
Gabriela Ladrón de Guevara,
Enero Once Editorial, 2020.

Por David Marklimo

Al ser esta la primera reseña del año, estará permitido una confesión: dentro de la crítica literaria no hay nada más difícil que reseñar que un libro de poesía. Hablar de lo profundo, de aquello que no sabemos, pero intuimos, es uno de los hitos más complicados, al alcance de muy pocos. La poesía -como arte superior- tiene, además, una particularidad muy rara: las emociones que despierta varían dependiendo del lector. Lo dicen muy bien en esa película sobre Neruda: es más de quien la necesita que de quién la crea. Es misterio, sí, pero también es gozo.

Lo anterior es válido para el libro que nos ocupa, Ciudad, Mujer en Movimiento, de la doctora Gabriela Ladrón de Guevara. El contexto de la lectura de estos poemas es importante: la pandemia ocasionada por el coronavirus. La identificación de la Ciudad, en mi mente siempre está el bellísimo Paseo de la Reforma, con una mujer puede que no sea nuevo, pero si sucede en un momento muy particular: cuando las mujeres capitalinas se manifiestan exigiendo que cesen los abusos del Estado en su contra. No es un reclamo menor, veamos los datos: en México ha aumentado no solo el número de feminicidios, sino también las desapariciones de mujeres. Del 1º de diciembre de 2018 al 31 de diciembre de 2019, en México se reportaron 5,184 personas desaparecidas o no localizadas de las que 3,093 son del sexo masculino y 1,227 del sexo femenino, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y no Localizadas. Estos números responden no sólo al aumento de violencia en el país sino también se explican como una respuesta machista y patriarcal del mismo sistema a frenar las agresiones contra ellas. Aquí se puede ver, con sus matices, eso que sostenía Gabriel Celaya sobre que la poesía es un arma, en este caso de denuncia más que de futuro, está claro. Por estos versos íntimos y profundos deambulan las demandas del colectivo feminista: una sociedad más justa, un Estado que no sea acosador ni que sea juez y parte, un ansia terrible de libertad, de vivir, de ejercer la sexualidad. Desde hace décadas, las mujeres de todo el mundo han luchado a favor de sus derechos, y aunque al paso del tiempo han ganado cierta libertad, siguen habiendo retos que no han podido erradicar, como los estereotipos que la sociedad les ha impuesto.

Para la Dra. Ladrón de Guevara, escribir como mujer de su tiempo es todo un reto.  Al mismo tiempo se es guerrera, araña, maestra, creadora, abeja, constructora, exterminadora. Gracias a las palabras podemos establecer la paradoja: se es al mismo tiempo madre e hija, como en ese cuadro de Las dos Fridas. La escritura es lo que permite volar, construir y ser. La poesía, sin embargo, ha sido un mecanismo de ayuda para sanarse de todo lo que han vivido, lo que les ha servido para nombrarse y reconocerse. Como si la poesía fuese una forma de psicoanálisis. Es importante que las mujeres se relaten y que sean ellas quienes se den voz y exijan dialogar con la sociedad en sus propios términos y sentimientos. Esta capacidad está presente en la obra de la Dra. Ladrón de Guevara, pues sus reflexiones no son individualistas, sino transversales… Llegamos, al fin, al concepto clave de estos poemas, la sororidad, un neologismo usado para referirse a la solidaridad entre mujeres en un contexto de discriminación. En esa tarea, el verso es un buen aliado porque obliga al lector a “detenerse”. Los poemas abren un paréntesis y son como pequeños alfileres que le traspasan a uno la conciencia. Durante unos minutos nos exigen una vida entera y ese momento de sosiego, de tranquilidad, en el que pones en marcha la lamparita de la empatía, brinda una buena oportunidad para ser conscientes de que el mundo no es, todavía, el sitio que debería. Para la reflexión, nos quedamos con esta estupenda perla: … Dicen que si te vas el mundo acaba / Datos de cataclismos dolores y plagas / Sé que eres industriosa sabia fresca / Únicamente dejas recuerdo dulce…

Les deseamos un muy Feliz Año Nuevo, con la esperanza de que la pandemia llegue, más antes que tarde, a su fin. Cuídense todas y todos y, de nuevo, feliz año nuevo.

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