*Los Órganos Autónomos Rumbo al Cadalso
*Se cumplirá con ¡al Diablo las Instituciones!
*Es la Convicción de los Tiranos y Autócratas
Por Jesús Michel Narváez
Cooptar, dominar, doblegar, parecen ser los tres vocablos dirigidos hacia los órganos autónomos constitucionales con los que se ha fortalecido la política de pesos y contrapesos. Primero el INE, después el INAI, más tarde el INEGI, Coneval no se salva y finalmente el Banxico.
Esa ha sido y es la conducta del gobierno federal con una sola intención: imponer todo bajo el manto cobertor de un solo hombre: el Presidente de la República.
Es “mandar al diablo a las instituciones”.
El presidente sostiene que no es vengativo ni rencoroso, que en su corazón no anida el odio. También confirma que no olvida. No hay mucha diferencia en el contexto de ejercer el poder a plenitud.
Pasamos de por un presidencialismo debilitado por la corrupción, el amiguismo, el compadrazgo y la ineficiencia. Ninguno, ni el actual, ha podido responder a los que menos tienen sin anteponer el manejo electorero, que no electoral. Mayormente marcado por el proyecto de la llamada cuarta transformación.
Del ejercicio neoliberal dimos el brinco al autócrata.
Se rompe el paradigma del pasado para, sin embargo, volver a recorrer el mismo camino. Porque hay dos acepciones inequívocas: como ejemplo o modelo de algo: “Suecia se suele presentar como paradigma de sistema democrático”. Y de manera lingüística se define como: Conjunto de unidades que pueden sustituir a otra en un mismo contexto porque cumplen la misma función.
En el pasado no se llegó ni a ser el remedo del sistema democrático sueco; pero en el presente se debe aplicar el mensaje: lo peor está por venir (o llegar).
Porque no se rompió el presidencialismo metaconstitucional sino que se recuperó y fortaleció; no hay contrapesos y solo un peso: el del Poder Ejecutivo.
Con jaloneos que amenazaban al sistema democrático, el INE sorteó, por lo menos hasta ahora y después de que ocurran los comicios de 2021 quién sabe, las agresiones y descalificaciones presidenciales y de su equipo de legisladores. La exigencia de reducir salarios, de cambiar las metodologías de evaluación de votos, de contar voto por voto y casilla por casilla sin resultados aleatorios e imponer reglas que no están escritas, fue parte de la narrativa en su contra.
Del INAI ni qué decir. En palabras presidenciales: es un órgano inservible y con funcionarios que cobran salarios millonarios. La realidad es otra. Le sirve a la ciudadanía e irrita a las instancias públicas. Sus recomendaciones no son atendidas como en el pasado reciente y, por el contrario, en lugar de transparencia hay opacidad.
El INEGI ha sido desde hace décadas, un organismo cuya credibilidad en sus trabajos responde a la realidad no al maquillaje político. Formado para realizar el Censo poblacional pasó a convertirse en una instancia en la que se trabaja en análisis, encuestas, evaluaciones que sirven como indicadores económicos, sociales, políticos, educativos, religiosos etcétera. Irrita al actual gobierno porque siempre tiene “otros datos” que nadie sabe de dónde provienen pero en ellos se sustenta para no atender la problemática nacional. Coneval tiene una sola responsabilidad: medir el índice de pobreza que, hasta hace dos años, mostraba una tendencia a la baja y ahora cuentan con mayores integrantes del decil inferior.
Y lo que ahora se pretende con una peregrina justificación que no resiste el mínimo análisis profesional, pero cuenta con el respaldo de la autocracia, es convertir al Banco de México –el Banco Central del país- en una lavadora de dólares de “dudosa procedencia”.
Según la iniciativa presentada por el senador Ricardo Monreal, los migrantes son explotados por las “casas de cambio” –patito en la mayoría de los casos- ubicadas en sus comunidades.
Datos duros, comprobables, demuestran que las remesas que los migrantes mexicanos envían a México las hacen a través de transferencias bancarias. Concediendo sin aceptar que unos 400 millones de dólares los traigan en efectivo –que representarían el 10 por ciento del total de las remesas- no es razón de peso para vulnerar la credibilidad de la institución reconocida globalmente.
Ante la avalancha de críticas y argumentos en contra de la iniciativa, aprobada por el Senado y enviada la minuta a la Cámara de Diputados, el proponente decidió negociar para que se procese hasta febrero. “La iniciativa no se retira… solo se escucharán las voces de las partes interesadas”, habría dicho Monreal.
Es decir, no quita el dedo del renglón para doblegar la autonomía del Banxico.
Y el presidente, en una muestra que ratifica su postura autocrática no de luchador social, comentó el miércoles pasado en su conferencia matutina: “Que se analice y que se actúe en beneficio del pueblo sin perjudicar ninguna institución. Desde luego hay que respetar la autonomía de Banxico, pero tampoco exagerar”.
La autonomía constitucional es como la libertad: existe o no.
De acuerdo con la información que recibió el presidente López el objeto de reformar la Ley de Banxico “es promover que a los migrantes que ingresan dólares al país se les paguen a un tipo de cambio más justo y con menos comisiones”.
¿Cómo sabrá el Banco que es dinero lícito? Hablar de que son dólares de “con sudor” es tratar de vernos la cara de peregrinos. ¿Cómo saber que esos 400 millones de dólares no pertenecen al narcotráfico o al crimen organizado?
No se entiende la necedad en el tema. Y por ello se elevaron las voces de funcionarios del propio gabinete presidencial: Arturo Herrera y Santiago Nieto las encabezan, además de las del gobernador y cuatro de los cinco subgobernadores del Banxico y a las que se sumaron las de la Asociación de Bancos de México y del CCE.
Febrero será la fecha fatal. Y la incertidumbre pasará a la certidumbre: la política de la llamada 4t seguirá desmantelando lo que funciona porque así le conviene al concentrador personal del poder pública.
¡Al diablo las instituciones!
Eso ocurre cuando los tiranos, los dictadores y los autócratas gobiernan.
