Por Gerardo Hill
Terminada ya la edición 18 del Festival Internacional de Cine de Morelia, queda claro que a pesar de la diversidad de propuestas fílmicas el lado fuerte del séptimo arte nacional se encuentra en el documental.
La gran ganadora de la noche del pasado 1 de noviembre –el Festival inició el 2 de octubre en una edición híbrida-, fue Sin señas particulares (Fernanda Valadez, 2020) dentro de la Sección de Largometraje Mexicano en Competencia. Duro Thriller social sobre una madre, Magdalena (Mercedes Hernández) que busca sin cesar, ni dejar intimidarse por las autoridades a su hijo desaparecido. Contenido y duro, la historia es un retrato, además honesto, de nuestra realidad como país más allá de la demagogia y los discursos triunfalistas.
El largometraje ganó también el premio del público y Mercedes Hernández el galardón a Mejor Actriz. Martjin Kuiper se llevó el reconocimiento a Mejor Actor por el tenso relato de depresión, resignación o venganza Ricochet (Rodrigo Fiallega, 2020).
Hubo sorpresas como ¡Ánimo juventud! (Armella 2020), en la cual uno de sus jóvenes actores tuvo un reconocimiento especial fuera de la ceremonia: Mario Palmerín. De la competencia de Largometraje Mexicano, nos ocuparemos la próxima semana.
El documental dio la cara este año por el Festival, el filme ganador fue Tu ´un Savi (Uriel López España, 2020). Un relato de identidad y rebeldía a través del lenguaje Tu ‘ un Savi (mixteco) y su posible desaparición.
Las flores de la noche (Eduardo Esquivel, Omar Robles, 2020) sobre la diversidad sexual y la defensa de la identidad en una comunidad cercana a Guadalajara cosechó simpatías en el Festival. Se llevó de hecho Mención Especial en su categoría documental.
Pero La mami (Laura Herrero, 2020) fue uno de los platos fuertes de esta edición: una mujer de la tercera edad, Olga, cuida los baños del mítico cabaret Barba Azul. En ese lugar y con la cámara como testigo escucha a las chicas que trabajan y hacen la ficha, sus temores, sus problemas, sus sueños. En algún punto la matriarca, por decirle de algún modo, se confiesa también. El testimonio social es claro, pero lo que más importa es el homenaje al cine dentro del cine.
La película sigue la tradición de la Santa del cine mexicano, que retoma los entretelones de la noche y la ronda desde el primer filme sonoro de la cinematografía nacional, pasando incluso por la sexy comedia. Un conmovedor relato que nos recuerda a géneros como el de las rumberas de los cincuenta y que nunca juzga o moraliza a sus personajes, porque eso es lo que son y así funcionan.
La edición 18 del Festival, comprueba que a esa edad se vive en rebeldía en medio de la creación, el cine, los recortes de presupuesto , la pandemia y una industria que parece entrar ante la indiferencia de las autoridades en crisis.