Por Jesús Michel Narváez
Senadores y diputados decidieron jugársela y llevar a cabo sesiones presenciales. Todo para aprobar la exigencia presidencial de extinguir los fideicomisos creados en el pasado y dejando sin tocarlos con el pétalo de una rosa los del Ejército, la Marina y los ordenados por el presidente López.
Retaron al Covid-19 y el virus cobró venganza.
Por lo menos una docena de senadores y dos tantos más de diputados contrajeron el contagio y se encuentran aislados y bajo observación médica.
Otros trabajadores de ambas cámaras también sufren los efectos de trabajar en directo y no a través de los sistemas tecnológicos de comunicación.
A los congresistas federales se les hizo fácil ordenar la sanitización de los recintos parlamentarios, aunque hay duda de que se haya hecho en la vieja casona de Xicoténcatl, y por ello probablemente el senador Joel Molina Ramírez se contagió y murió el sábado 24 de octubre.
Entre los diputados no solo los jefes de las bancadas corrieron el riesgo y cuando menos en su momento Mario Delgado sucumbió al virus.
Todo pasa cuando el vocero sanitario Hugo López-Gatell confirma que en 9 estados hay repuntes -se niega a utilizar el vocablo rebrotes- del Covid-19 y por ello tendrán que tomarse medidas más estrictas para evitar la propagación del contagio.
Sin embargo, y ante la realidad no la percepción del aumento de contagios y fallecimientos, lo que ha obligado a utilizar camas que estaban de escenografía como parte de la “estrategia” de que el sistema de salud nunca estuvo en riesgo de colapsar, el presidente López rechaza imponer sanciones a quienes no atiendan las recomendaciones sanitarias.
Desde su punto de vista, los ciudadanos mexicanos forman un pueblo sabio y responsable y por tanto no hay necesidad de aplicar “medidas autoritarias” y asegura estar confiado en que los mexicanos sabrán ser responsables.
Seguramente el presidente de los buenos no conoce la reacción de la mayoría de los mexicanos: no aceptan las recomendaciones porque, como excelsos retadores de la muerte, suponen que no les pasará nada y que el Covid-19 les hará lo que el viento a Juárez.
No es así. Porque justamente no respetar la sana distancia, no utilizar el cubrebocas o solamente hacerlo sin tapar la nariz, no usar lentes y alejarse de los saludos de manos y abrazos de compadre, es lo que propició el repunte de la pandemia. Estaba media agotada de tanto “trabajar” pero ya recuperó la fortaleza y está erguida para vencer a los irresponsables que la tiraron de loca. La realidad es siempre más terrorífica que la ficción.
Y seguramente los congresistas tampoco respetaron las medidas. Y los resultados están a la vista. Deseamos se recuperen pero con el vengativo virus no se sabe cómo actuará.
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