*Hogar del Chipre, Águila Cola Rosa, Tecolote y Halcón
*También de Controladores de Plagas Como el Cincuate
*Además, de los Murciélagos y el Zorro Gris
*Y el Bosque Está Cubierto de Plantas Medicinales
Por Susana Vega López
Es un área natural protegida localizada al suroeste de la Ciudad de México, en la serranía Chichinauhtzin -mejor conocida como zona del Ajusco- que ahora se rehabilita para que a finales de este 2020 cuente con dos invernaderos, mariposario, jardín de fauna terrestre y jardín de polinizadores (Casa Colibrí). Es un ecosistema único en el mundo: el Parque Ecológico de la Ciudad de México o del Ajusco.
Es una zona de poco más de 727 hectáreas donde abunda la vegetación de bosques de encinos y matorral xerófilo en la que habitan cientos de aves como chipre, águila cola rosa, tecolote, halcón, -y otras que vienen de paso- así como zorro gris, 20 especies de murciélagos, víboras cincuate y de cascabel cola negra que representa un importante controlador de plagas y roedores como el conejo, entre otras especies. Cabe señalar que se han encontrado serpiente de cascabel de hasta más de dos metros de longitud.
También hay plantas medicinales como el tepozán, palo dulce (un antiácido), palo loco (para las grietas de los pies), aloe vera, manzanilla, lavanda, orégano, dalia, sábila, anís y plantas nativas, por mencionar algunas. Además, cuenta con brechas cortafuego que se confunden con caminitos o veredas, pero en realidad son franjas realizadas en el suelo natural para lo cual se retiró la maleza, material combustible, troncos y raíces que permiten delimitar áreas con el fin de evitar la propagación de incendios.
Hasta este lugar -la zona media del Ajusco- el Pedregal de San Ángel, Ciudad Universitaria, y hasta lo que hoy es avenida Miguel Ángel de Quevedo, que pertenecen a la alcaldía de Tlalpan, así como parte de la alcaldía Álvaro Obregón, llegó la lava arrojada por las erupciones del volcán Xitle ocurridas hace casi dos milenios. Aquí habitaban los cuicuilcas que abandonaron el lugar porque sus terrenos fueron cubiertos por la lava que lanzó ese poderoso coloso natural.
Después de la última erupción del Xitle (palabra náhuatl que significa ombligo), los espacios se fueron “colonizando”; las rocas se poblaron con flora y fauna, que con el tiempo lograron que la región adquiriera características especiales que difícilmente se encuentran en otro lugar y también se construyeran casas y edificios que forman parte del paisaje natural.
Este ecosistema a base de vegetación especial y terreno poroso que tiene hoy un enorme impacto positivo para la recarga del acuífero de la ciudad capital del país fue declarada zona sujeta a conservación ecológica por decreto presidencial del 28 de junio de 1989 por lo que es un área natural protegida.
El Parque Ecológico de la Ciudad de México (Ajusco) tiene una mínima estructura para recreación, es decir, no se permitirá realizar días de campo donde las familias o grupos de personas piensen en hacer ningún tipo de fuego para sus alimentos, aunque sí está planeada un área destinada para consumir alimentos, venta de plantas, recorridos con guías que expliquen las bondades del lugar, contemplación de flora y fauna, pero el sitio es también utilizado para el avistamiento de aves por expertos y especialistas nacionales e internacionales
Este lugar es un pulmón para la CDMX y representa una zona de recarga de los mantos freáticos que generan oxígeno, sirven de captura de partículas suspendidas, consumen bióxido de carbono, mantienen la temperatura ambiente y frenan el crecimiento de la marcha urbana, se reiteró en un recorrido de prensa donde diversas autoridades
Hoy en día, este parque se perfila con un potencial enorme para actividades turísticas, con recorridos por senderos de piedra de lava (se aconseja llevar zapato de uso rudo o suela gruesa pues pueden acabar con otro tipo de calzado como los tenis) y otros atractivos que hoy forman parte de los planes de la Secretaría de Turismo para aprovechar toda esta riqueza.
En el rescate de este espacio se han diseñado dos pistas para corredores o caminantes y otra de 10 kilómetros para bicicletas y forman parte del programa de recuperación que tiene el gobierno de la Ciudad de México en cinco zonas (y una subzona) protegidas en otras demarcaciones de la ciudad.
El trabajo que realizan conjuntamente y de manera coordinada las Secretarías de Medio Ambiente y de Turismo de la Ciudad de México, es importante para el aprovechamiento de estos espacios que además de generar esparcimiento, contribuyen al equilibrio ecológico y en el caso del Ajusco vale la pena mencionar el esfuerzo que realizan los equipos del Director General de Áreas de Valor Ambiental de la Sedema, Rafael Obregón Viloria, y de Ricardo Calderón, Director del Parque Ecológico de la Ciudad de México, así como de Carlos Vázquez, Director de Áreas Protegidas, quienes reconocieron que falta mucho por hacer en el parque: señalizaciones, infraestructura básica, avisos, información sobre los diferentes variedades de plantas y flores, así como de las especies de animales que ahí tienen su hábitat.
Es conveniente señalar que del total de la superficie de la ciudad de México –mil 495 kilómetros cuadrados-, más del 52 por ciento de la superficie es zona de reserva y resulta ser el estado más pequeño de la República Mexicana y la ciudad más poblada del mundo.
Cabe recordar que en la Ciudad de México existen al menos nueve alcaldías que sirven de cinturón ecológico para la ciudad y que son Milpa Alta, Xochimilco, Magdalena Contreras, Tlalpan, Álvaro Obregón, Cuajimalpa, Miguel Hidalgo, Gustavo A Madero e Iztapalapa y que tienen diferentes orografías que permiten la recarga de los mantos freáticos.
Pronto estará abierto al público, pero principalmente porque el programa Sonrisas por tu Ciudad, a cargo de la Secretaría de Turismo de la Ciudad de México, que consiste en llevar gratuitamente a personas de la tercera edad, de escasos recursos, grupos vulnerables, con capacidades diferentes y niños de las escuelas primarias y secundarias, puedan disfrutar de este lugar único en el mundo y que los capitalinos debemos valorar.