Por Alberto F. Mena Mallen
“Hasta hace poco había, entre los influenciadores profesionales, quien todavía sostenía que “la televisión -y los medios tradicionales- cambian gobiernos, mientras que Internet cambia la sociedad”. Puede que esto también esté cambiando. Algunos dirán que es demagogia, otros ‘piratería’. Yo digo marcos mentales”.
Aunque ya tiene algun tiempo, no mucho, de que estos conceptos se conocen a través de investigadores de lingüística cognitiva y en la teoría neural del lenguaje, como George Lakoff, fundador de la semantica generativa, ahora resultan màs atractivos ante el sistema linguístico de marcos mentales que utiliza el presidente de Mèxico, quien ha “enredado” -por utilizar un tèrmino-, para embaucar a sus seguidores y votantes y tener aún una alta aprobación entre los mexicanos, pero no tan alta que cuando ganó las elecciones.
Corrupción, gobiernos muy corruptos, son los términos más utilizados y reiterativos por el primer madatario en sus mañaneras y discursos que realiza por todo el país, en sus viajes de recorridos por el territorio nacional y antes, durante la campaña que ha realizado por muchos años para llegar a la silla presidencial, que finalmente logró en 2018.
Usa conceptos que se guardan en el subconsciente, pero no los que le perjudican, como la inseguridad, la impunidad, feminicidios, asesinatos diarios o problemas en la economía nacional en declive. Utiliza màs el de la corrupción, el de que vamos bien, de que ya pronto saldremos de esta (la pandemia), pero nunca usa términos negativos que van en su contra.
Fernando Vázquez Rigada licenciado en Derecho de la UNAM difundiò un texto a través de las redes sociales “CÓMO VAMOS A DERROTAR A AMLO”, donde señala que las palabras construyen. Las frases tienen cimientos. Un mensaje público detona reacciones en el cerebro: marcos conceptuales de imágenes, que es algo muy poderoso que ha construido Andrés Manuel López Obrador.
Sus metáforas y conceptos martillean y eso explica sus cada vez más bajos pero aún importantes niveles de aprobación. Sus opositores son cada vez más: al menos 65 millones de un universo de 90 millones de votos. 10 están aún indecisos. Pero hay un problema: repetimos las palabras y argumentos de López Obrador. Si uno utiliza el marco conceptual del adversario, aunque sea en sentido negativo, él gana. El primer gran error de la oposición es repetir, casi balando, que no hay oposición, explica.
La oposición necesita crear su propio marco mental. El primer bloque: Somos más los que vamos a rescatar a México. Segundo bloque: crear un vocabulario propio que refuerce ese marco. Levantar a México. Unir a las familias. Dar alivio a los hogares. Defender el empleo. Proteger tu patrimonio. Imponer el orden en las calles.Toda esa construcción habla de un marco distinto al del gobierno: de acción y de contraste.
Otra lección de Lakoff: la verdad no basta. De mi cosecha: no sirve si se mete en el marco del adversario. A la gente no le importa la verdad, ni los datos, ni las cifras. Le importa refrendar sus valores. Hillary Clinton creó 7 macrositios de gente erudita trabajando 24/7 probando que Trump mentía. Al final, la campaña de Hillary no fue de por qué ella era mejor, sino de que Trump mentía.
Y por eso quienes se afanan en desmentir los datos de las mentiras de AMLO fracasan. No es porque la gente sea tonta. Es porque se argumenta dentro del marco mental de ellos, no del nuestro. ¿Quiere atacar a AMLO? Jamás use su lenguaje. Si lo hace, lo refuerza. Borre de su mente: 4T. Fifís. Neoliberales. Conservadores. Moralmente derrotados.
Cada vez que se usa sus palabras, él gana. Repetir que “no hay oposición” desanima: La gente siente que es inútil tratar de organizarse. Subrayo la intención: siente. Esto es de entraña, no sólo de inteligencia. Quienes creemos en el valor del estudio, del trabajo, del esfuerzo; quienes emprendemos y no esperamos que nadie nos regale nada, vamos a levantar a México: con decisión, con orden, con empatía.
Pidiò al final del texto, usar la “avalancha digital” para que màs personas conozcan lo de los marcos mentales. Es importante crear conciencia de lo anterior, ya que gente pensante es la que analiza y reflexiona estos asuntos para imaginar un futuro con el actual presidente y sin èl.
Hay otros autores que hablan al respecto como Pedro Jesùs Pèrez-Zafrilla, del departamento de filosofìa, moral y polìtica de la Universidad de Valencia quien argumenta sobre los marcos mentales, deliberaciòn pùblica y democracia en la neuropolìtica, y quien señala que “En las últimas décadas ha proliferado la aplicación de los conocimientos neuro-científicos a los diferentes ámbitos de la vida social”.
Surgen así los saberes neuro, como la neuroreligión, la neuroética, el neuroderecho, etc. Otra de esas formas de aplicación es la neuropolítica. Esta última consiste en el estudio del comportamiento político desde las neurociencias. Su tésis central es que nuestro comportamiento político posee una base claramente emocional e inconsciente. De este modo, la neuropolítica, apoyada sobre las nuevas técnicas de neuroimagen, promete aportar un conocimiento fehaciente de las bases inconscientes del comportamiento político y electoral de los ciudadanos.
Esto ha hecho que la neuropolítica se haya convertido hoy en una especie de piedra filosofal que permitiría a los políticos dominar el comportamiento político de los ciudadanos sin que estos sean conscientes de ello. De este modo, al tener una experiencia en el contexto político –la escucha de una metáfora, por ejemplo– nuestro cerebro conecta de forma inconsciente esa metáfora con emociones y pensamientos determinados que se han experimentado junto a la metáfora. Esa conexión queda fijada en unas redes neuronales de asociación que dan lugar a un marco mental. Lo que nos provoca bienestar se considerará moral y lo que nos causa rechazo se considerará inmoral.
Según Lakoff, las causas que posibilitan la capacidad de la metáfora para articular nuestro pensamiento y activar el marco mental son dos: la primera es que la metáfora sea pronunciada en un momento de gran atención política –por ejemplo, la noche electoral. La segunda, y más importante, es la repetición constante de la metáfora en el ámbito público que forma patrones neuronales.
Pero también la activación del marco genera unos flashes de aprobación o rechazo que dan lugar a la valoración moral.
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