Por Rafael Navarro Barrón
La agencia de inteligencia norteamericana, la CIA, tiene por norma llamar a sus mejores ‘perfiladores’ para realizar los análisis sicológicos y siquiátricos, que definen los rasgos de personalidad, asertividad, manejo de emociones, manejo de estrés, empatía, manejo de la responsabilidad social, conductas sicóticas y desequilibrios mentales de los gobernantes y futuros gobernantes que, a la postre, se pueden constituir en un peligro para las naciones o ciudades que gobiernan o van a gobernar.
La CIA tiene una larga lista de perfiles psicológicos y políticos de figuras internacionales, con diferentes grados de profundidad y precisión. Por ejemplo, la CIA, perfiló a personajes de la historia como Adolfo Hitler, el dictador alemán, descrito como un narcisista, neurótico, suicida, inseguro, impotente, masoquista, y que se veía a sí mismo como «el destructor del superego anticuado hebraico cristiano», según el psicólogo perfilador estadounidense Henry Murray.
En 1961 hizo lo mismo con Fidel Castro, cuyo perfil descriptivo nos coloca frente a un líder que adoraba sentirse adulado por las masas, con enormes ansias de permanecer en el poder y necesita enfrentarse a un adversario para que su existencia fuera perfecta. El perfil psiquiátrico de Castro señala que “no está en ningún caso loco, aunque tiene una personalidad inestable, vulnerable a la presión psicológica”, señala el estudio.
Castro era inestable y necesitaba los halagos de sus congéneres para sentirse pleno: cualquier crítica lo desestabiliza y lo hacía que perdiera la realidad.
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En el Estado de Chihuahua, muchas cosas cambiarán en el 2021. En este tiempo se trabaja con los perfiles sicológicos y siquiátricos de los futuros candidatos a puestos de elección popular que, por su naturaleza, podrían llevarnos a condiciones desastrosas como ya ocurrió en el pasado.
Chihuahua ha resentido y está resintiendo las condiciones de neurosis y desequilibrios de cuatro gobernadores chihuahuenses que, no únicamente han gobernado mal, sino que han dado muestras de afrontar serios problemas neuróticos, siquiátricos y desajustes emocionales. La evidencia patológica nos lleva a principios concluyentes, como es el hecho de que, tres de esos personajes, actualmente están bajo medicamentos controlados para superar sus patologías mentales.
Uno de ellos es el priista Fernando Baeza Meléndez, cuyos rasgos evidentes, en el presente, muestran la condición de su pasado que, por el poder que ejerce un gobernante, pasan como desapercibidos. El ex gobernante navegó con bandera de demócrata, mostró una actitud ampliamente religiosa que le dio el mote de ‘Fernando el Católico’, con desajustes emocionales muy evidentes, de los cuales la ciudadanía poco observó en su momento.
Otro que reflejó serias conductas patológicas en sus emocionales, casi al nivel del desquicio, fue Patricio Martínez García, un hombre explosivo, egocéntrico, iracundo, mitómano, violento en sus relaciones amorosas, desmedidamente ambicioso.
Martínez tiene una enorme capacidad de manipular la realidad que lo rodea bajo conductas que se escudan en antecedentes lastimosos, como el atentado que sufrió en las escalinatas de palacio. El político encubre sus desequilibrios en la falsa concepción de una innegable capacidad intelectual que lo ha llevado a la lectura de cientos de libros y de un acervo cultural envidiable.
Con el tiempo se ha convertido en un ser inestable en sus relaciones afectivas; es, además, incapaz de cumplir lo que promete; no tiene esa capacidad por una actitud de ambición desmedida que, aunque se enriqueció en el poder, pasa la vida como si fuera un hombre que vive en la miseria.
El complemento político lo instituyó el más grande de todos los casos siquiátricos en el gobierno de Chihuahua, el mitómano ex gobernador César Duarte Jáquez, que llegó a creer que su nivel de astucia y poder era como el de un ‘César Romano’. Manipulador, mentiroso, mitómano, inseguro, inestable emocionalmente, desleal, traidor, dueño de un cinismo sin igual, carente de sensibilidad, sin conciencia social, incapaz de entender el daño patrimonial causado a los pobres.
Duarte quedará en los anales de la historia como un sicópata bastante peligroso, pues su ambición es criminal y siempre atada a cómplices, como lo fueron sus cercanos colaboradores, amigos, compadres, esposa e hijos que se convirtieron en delincuentes, igual que él, bajo el contexto de una gran capacidad de manipulación.
Las conductas criminales en el poder son graves. Tres ex gobernadores están bajo la sospecha de haber exigido a sus equipos de seguridad, vinculados con el crimen organizado, la muerte de adversarios políticos o de criminales que amenazaron sus vidas.
Terminamos con el actual gobernador del Estado, considerado un caso excepcional en el mundo de la política. Javier Corral es el ego del ego, tramposo, un hombre que ensaya sus movimientos, sus gestos, cada palabra; se trata de un imitador de figuras míticas de la política; sabe cómo mirar a la cámara, como dirigirse a los interlocutores, como subir el tono de voz, qué adjetivos utilizar en sus discursos.
Su falta de identidad procede de su infancia. Corral ansía el poder, pero lo hace de una forma idealista, soñadora. Es una copia miniatura de Fidel Castro, le gusta la adulación, la consideración de otros, el halago y sufre severamente ante las críticas que recibe.
Su espíritu beligerante es su forma de defensa, es la forma de llamar la atención; a la par es evidente su cobardía, su inmadurez y su condición que lo coloca en una doble moral: lo que predica no es lo que vive, sino lo que quisiera vivir.
Próxima entrega: los perfiles políticos de los aspirantes al gobierno del Estado de Chihuahua, analizados bajo la óptica de sus últimas actuaciones en la vida pública.