Por Jesús Michel Narváez
Aunque en el mundo de la economía sorprendió la entrega del Nobel en la materia a los estadounidenses Roberto Wilson y Paul Milgrom por su descubrimiento para realizar subastas “perfectas”, la Cuarta Transformación seguramente ya les echó el ojo.
Porque falta lo que nunca se rifó: el avión presidencial.
Ya sabemos que las subastas realizadas por el mal llamado Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado no son trasparentes y mucho menos perfectas.
De acuerdo con el jurado de la Academia Sueca de Ciencias, el galardón fue otorgado por el trabajo que “mejorara la teoría de las subastas e inventar nuevos formatos de subasta”, en “beneficio de los vendedores, compradores y contribuyentes de todo el mundo”.
No parece ser un mercado amplio para la contratación, aunque por supuesto en el mundo de la globalización el tema de las comunicaciones habrá centenares si no es que miles de subastadores que quieran tener acceso a los compradores de manera electrónica y no presencial.
Esto también es producto de la pandemia de Covid-19. No solo asesina personas sino procedimientos. Y si bien en México el gobierno de la 4t le da poca o nula importancia a la ciencia y la tecnología –hay que ver cómo redujo el presupuesto a Conacyt y cómo lo despojó de los fideicomisos que se usaban para apoyar las investigaciones de científicos-, en la mente de quien desde el púlpito presidencial pregona que la “corrupción ya no existe, es cosa del pasado” y afirma que los medios crearon un presidente de telenovela -¿se habrá referido a Enrique Peña Nieto? porque nunca lo mencionó por su nombre- que presumía de Estadista y solo fue un “presidente chatarra”, existe el canal de circuito cerrado –para el pueblo- de querer seguir haciendo subastas.
Y como también el Sistema de Administración Tributaria se “moderniza”, las investigaciones de Milgrom y Wilson plantean dar servicio a los contribuyentes. Si el jurado de la Academia Sueca de Ciencias analizó a fondo la propuesta de conceder el Nobel a los norteamericanos, sin duda apoyó un gran paso para el uso de las tecnologías.
Por ello, si en el gabinete presidente existe un asesor que sepa del tema, de inmediato debe comunicarlo a su jefe para que a través de quién sabe quién ¿el mil usos que trabaja como canciller? porque ya desapareció la Subsecretaría que atendía los temas tecnológicos de Comunicaciones y Transportes, entable relación con los galardonados y sean ellos o su equipo los que desarrollen las subastas que se hacen en lo que fuera la casa presidencial de Los Pinos.
Se acabarían las dudas. Lo que se subaste será legítimo y sin piedras falsas; el avión podrán irse de México finalmente y el presidente de la República será feliz, feliz, feliz.
Ahí están los genios que sí saben. Hay que ¡contratarlos de inmediato!…o piratearlos. Da igual.
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