Por Arturo Lino Guzmán
La Secretaria de Turismo a cargo de Miguel Torruco, anunció que se instituyó el Día Nacional de Pueblos Mágicos el 5 de octubre como “una novedosa estrategia para redimensionar y consolidar el programa de Pueblos Mágicos, con nuevos lineamientos para su operación, que faciliten su incorporación, funcionamiento y mecanismos de acceso a programas sociales, económicos y de infraestructura del Gobierno Federal”.
En 2001, se instituyó el programa con la finalidad de destacar los atractivos de algunas localidades que no eran reconocidas y poco a poco cobró vigencia a tal grado que a casi 20 años de su creación se ha dado denominación a 121 pueblos cuyas características merecieron el nombramiento, por el cuidado que hacen de sus recursos naturales e históricos, además por el trabajo que hacen en la conservación de sus valores culturales y tradiciones, lo que los convierte en lugares o destinos muy especiales.
El éxito a nivel mundial que ha tenido el mencionado programa ha sido significativo por lo que otros países tomaron el esquema como ejemplo para instrumentar en sus territorios uno similar, por ello en México se asignaron recursos adicionales para apoyar a todas aquellas ciudades con la denominación y se logró destinar un presupuesto para el efecto en 2018 -último año que tuvo el apoyo alcanzó los 589 millones de pesos, los cuales fueron suspendidos en el actual sexenio.
Se entiende que la forma de actuar deñ gobierno de la República de hoy es de recomponer aquellos programas de otras administraciones que han dado resultado e imprimirles su sello propio, aunque con un nombre diferente, o eliminar todos que no le permiten el lucimiento al Jefe del Ejecutivo. Y lo decimos porque en primer término la pregunta sería: ¿para qué eliminar el presupuesto a los Pueblos Mágicos y luego en un afán protagónico establecer en los motivos de la presentación que es una “novedosa estrategia” para redimensionarlos y con los nuevos lineamientos de operación, tengan acceso a recursos económicos e infraestructura del Gobierno federal?
A todas luces es una estrategia gubernamental para tener controlada a la población de esas 121 localidades o ciudades y en todo caso condicionar los recursos. En términos simples el mensaje sería: Si se alinean tendrán apoyos financieros y también obras para su desarrollo. Resultaría más fácil que las dependencias federales que tienen en sus funciones realizar obras como escuelas, hospitales, caminos y otorgar servicios de agua, drenaje y alumbrado público, así como aquellas encargadas de cuidar los recursos naturales y proteger el medio ambiente, realizaran su trabajo con oportunidad y en forma expedita para disminuir los niveles de pobreza.
El titular de la Sectur, explicó que los márgenes de pobreza y carencias sociales existentes en los Pueblos Mágicos son, en general, superiores a la media nacional y han perdurado a lo largo de todo el periodo del programa, obstaculizando el verdadero potencial transformador del turismo en las comunidades receptoras.
Sería interesante saber con cuánto presupuesto contará la nueva modalidad, cuáles serán los requerimientos que tendrán que acatar los Pueblos Mágicos y cuál será el plan de trabajo que llevará a cabo para potenciarlos, ahora que el programa forma parte del Plan Nacional de Desarrollo, con lo que se supone deberá tener más recursos. Todo esto es bueno, pero para la gente que es suspicaz, pensante y también mal pensada, el motivo es claro: lograr mayor clientela electoral o control político, pero quizás ir más allá: ambas cosas.
En otras informaciones, dice por ahí una sentencia que las desgracias no vienen solas o vienen acompañadas y decimos esto porque los destinos turísticos de Quintana Roo, están bajo asedio -por decirlo de una manera- pues después de seis meses de registrar escasos visitantes o prácticamente nada de turismo, a causa de la pandemia ocasionada por el Covid-19, lo golpeó un poderoso huracán que lo mantuvo al borde del colapso. A esto se le llama llover sobre mojado.
Y es que los destinos más internacionales de México, que se localizan en ese estado, que poco a poco se recuperaban, nuevamente fueron puestos en alerta, esta vez por un fenómeno natural que obligó a salir a muchos turistas y otros que no pudieron hacerlo tuvieron que ser evacuados y resguardados en refugios provisionales de algunos hoteles para protegerlos, pero en condiciones especiales y con medidas sanitarias recomendadas para evitar contagios de Coronavirus, las condiciones se complicaron
La situación se ha visto extrema porque los destinos a los que amenazó la trayectoria del huracán Delta fueron Tulum, Puerto Morelos, Cozumel y Cancún a donde se registraba hasta la semana del 4 al 11 de octubre, una ocupación hotelera de 33.5 por ciento en Cancún; en Riviera Maya de 29.2 por ciento, en Cozumel de 31.9 por ciento con un total de 41 mil 623 turistas de diversas nacionalidades, en especial de Estados Unidos y de Alemania que habían llegado en un vuelo que se reanudo de Lufhtansa y uno de AirFrance, ambas aerolíneas no habían tenido operaciones y que se mantenían en espera de mejores condiciones para volver a retomar los vuelos y generar movimiento, pues las condiciones para las empresas aéreas no son muy buenas de acuerdo a la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA por sus siglas en inglés) en su último reporte en donde se estiman pérdidas millonarias y una recuperación lenta de la industria debido al estancamiento que existe, por lo que el organismo recomienda se abran los espacios en diferentes regiones del mundo, para evitar un mayor colapso en la aviación.
El gobernador de Quintana Roo, Carlos Joaquín González, emitió un mensaje a la población y para evitar tragedias, recomendó que se suspendieran actividades turísticas y en los centros de trabajo a partir de las 13 horas del 6 de octubre, ya que se esperaba que los vientos arreciaran, pues el meteoro tocaría tierra en la madrugada del 7. El caso es que las autoridades actuaron correctamente a tiempo.