Por Jesús Michel Narváez
Leer el comunicado que emitió Mario Delgado sobre la desaparición de los 109 fideicomisos que están condenados a la muerte súbita, deja mal sabor de boca.
Intentar justificar la acción porque las anteriores neoliberales administraciones endeudaban al país para completar “su caja” –dice si la chica o la grande- es contrario a la verdad: la deuda soberana de México alcanzó ya el 52 por ciento del PIB cuando que la recibió en 46 por ciento. (El monto es el estimado por el Banco de México).
Cada punto del PIB equivale a 170 mil millones de pesos. Seis puntos suman un BILLÓN 20 mil millones de pesos. ¿A qué se debe el incremento? A la caída del peso frente al dólar y al nulo crecimiento en 2019 y que en 2020 decrecerá por lo menos 10 puntos, es decir, un billón 700 mil millones de pesos.
El coordinador de los diputados de Morena y al mismo tiempo presidente de la Junta de Coordinación Política en San Lázaro y, por supuesto, suspirante a la dirigencia nacional de su partido, insiste en repetir las mismas palabras que se dicen en Palacio Nacional. No aporta nada nuevo. No informa cómo lo ahorrado en los fondos durante décadas ya los utilizó el gobierno de la honestidad y anticorrupción y no ha rendido cuentas.
Sí, defiende que no se eleven impuestos, no se apliquen gasolinazos y no se endeude al país “pero el gasto –el aprobado por los diputados- se debe completar”.
Y para “acompletar” como dirían en el pueblo, hay que echar mano de los ahorros generados por los neoliberales. Sí, los mismos fifís que hoy son linchados mediáticamente sin aportar una sola prueba. Y no, no es defensa de aquellos que hayan saqueado las arcas nacionales que se llenaron con dinero de los contribuyentes. Es simplemente poner los puntos sobre las íes.
¿Cuánto ha ahorrado este gobierno?… ¿de cuánto dinero disponer por los ahorros?
El presidente López afirma sin comprobar, que en el primer año de su gobierno se ahorraron 500 mil millones de pesos gracias a la lucha frontal contra la corrupción. Y la enorme pregunta que no ha tenido respuesta es: ¿y dónde están… en qué se gastaron?
Mario Delgado muestra una carencia de ideas propias que alarma. Parece eco: repite lo que su jefe dice todas las mañanas.
Y sostiene, además, que quienes son beneficiarios lo seguirán siendo y que ni siquiera se enterarán de la desaparición de los fideicomisos. Manipulación absoluta.
Será el sereno, pero el manejo de los recursos públicos se hace en total opacidad. Habrá que esperar al informe de la Auditoría Superior de la Federación, si es que mantiene su autonomía y deja de ser herramienta para culpar al pasado, para saber si en realidad hay transparencia.
De entrada hay que manifestarlo: la duda está de este lado.
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