Por Jesús Michel Narváez
Bastaron 51 minutos para que el presidente de la República mostrara la incapacidad de informar. Porque de eso se trataba el mensaje que presentó en Palacio Nacional.
Nada nuevo.
Una repetición de temas gastados ya, por el uso indiscriminado en todos los foros aunque se contrapongan.
Una ratificación del engaño: ha bajado la violencia en 30 por ciento. Solo aumentaron los homicidios dolosos y la extorsión. (El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública tiene otros datos).
La confirmación de que no importa lo que pase el (su) proyecto y (su) ideario no cambiarán, aunque los conservadores insistan.
La admisión de que la pandemia hizo daño pero no tanto como en Italia, España, Francia y Reino Unido.
Hablando de temas económicos, salió a relucir que por primera ocasión una mujer indígena estará al presente del Consejo para Prevenir la Discriminación.
Y cuando abordó los empleos afirmó que se “crearon” casi 90 mil sin importar que se hayan perdido más de un millón. (En todo caso sería recuperación de plazas)
Insistió en que su relación con el empresariado es buena; aunque admitió que los conservadores están enojados porque se acabaron la corrupción y los privilegios que todavía reclaman.
Su consigna: una nación no se fortalece con la infraestructura sino con el apoyo a su pueblo. Darles de comer, brindarles salud, educación…
Un informe-no-informe que resaltó los “logros” no concretados y, además, con deudas por pagar.
Hablar de que durante la pandemia se apoyó a 23 millones de familias representa que el 70 por ciento de la población no padeció los efectos del Covid-19
Nada sobre los casi 65 mil muertos y los más de 600 mil contagios. Todo quedó en el pasado y “vamos bien” y saldremos de la crisis.
