*Progresismo en Ciertos Renglones y Contradicciones en Otros
*Correr Riesgos Innecesarios y que Irrumpan Violentamente
*La Teoría No es Sólida, Pero Tiene Partes Rescatables
*Para Pasar a la Historia Cero Resentimientos y Divisionismo
Por Ezequiel Gaytán
La sociedad del riesgo es un concepto de la sociología europea que nació en la década de los años ochenta del siglo pasado y que planteó como argumento central la preocupación social por el futuro, ya que ésta teme perder su seguridad ante los riesgos derivados de la modernidad. La tesis sostiene que un gran segmento de la población europea se ocupa y preocupa por perder el confort en el que vive, léase la riqueza alcanzada con el trabajo, las prestaciones sociales, la salud, los bienes materiales, la organización social, el estilo de vida y la estabilidad política y económica.
Lo anterior, sostienen esos sociólogos, se refleja en organizaciones sociales atentas a la defensa de los Derechos Humanos, la preocupación por el calentamiento global, la destrucción de la ecología, el terrorismo o el combate a la corrupción, entre algunos temas. Al mismo tiempo, esos grupos sociales se preocupan y desconfían de los movimientos en favor del matrimonio homosexual, el discurso feminista y las migraciones de grupos nacidos y educados en países del llamado Tercer Mundo o subdesarrollados. Se trata, en otras palabras, de una contradicción, pues por un lado se observa un pensamiento social progresista en el discurso de la democracia, la tolerancia y la inclusión y, paradójicamente, es temerosa y rechaza los cambios que a su parecer podrían afectar la organización social, el capitalismo moderno y los valores europeos judeocristianos.
La contradicción es explicable, pues los europeos son moderados, saben de historia y de las consecuencias catastróficas de las guerras y están orgullosos de sus logros culturales y sus instituciones. La idea de correr riesgos innecesarios y que irrumpan violentamente en la vida establecida les preocupa. Tal vez la explicación más simple la encontramos en un par de ironías que los franceses dicen de sí mismos. La primera dice: “nosotros acudimos a votar con la mano izquierda en el corazón y la mano derecha en el bolsillo”, la segunda es “todos somos iguales, pero hay algunos que somos más iguales que otros”. No, no estoy ridiculizando al pueblo francés a quien admiro y respeto. Lo que explico son las contradicciones, claroscuros y sentimientos encontrados, en general, de los europeos ante los retos que se avecinan como parte de la sociedad del riesgo.
La teoría de la sociedad del riesgo fue criticada por otros sociólogos europeos y norteamericanos con sólidas argumentaciones debido a que se trata de tesis auto contradictorias, subjetivas y son altamente perceptivas. El caso es que dicha teoría no es sólidamente argumentada, pero tiene partes rescatables respecto al temor al futuro y la pérdida del confort de grupos socioeconómicamente acomodados. Sobre todo las clases medias.
No obstante lo anterior, la sociedad del riesgo ha planteado una agenda, independientemente de sus contradicciones, un programa de trabajo interesante, pues su preocupación por el futuro influyó en la Organización de las Naciones Unidas al haber aprobado los Objetivos del Desarrollo del Milenio, así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Los cuales en lo personal aplaudo.
Algunos de los rubros de la agenda que la sociedad del riesgo advierte son la prevención y combate a la pobreza, sobre todo en infantes y mujeres; las hambrunas y desnutrición; la falta de acceso a los servicios públicos, entre lo que destacan la salud y la educación; el problema ambiental y las violaciones a los Derechos Humanos. Problemas que requieren, en efecto, de la atención de los Estados y sus gobiernos. De ahí que la vigilancia a la crisis sanitaria-asistencial que hoy vivimos sólo puede ser afrontada por el liderazgo del Estado y sus dirigentes. Ahí se aprecia la calidad política de las grandes mentes con visión de futuro.
Cuando hablamos de personajes con visión de Estado nos referimos, usualmente, a dirigentes de la talla de Golda Meir, Winston Churchill y Lázaro Cárdenas, pues ante las adversidades y el olor a pólvora supieron conducir, mirando al futuro, a su pueblo a mejores estadios de vida. También encontramos a otros estadistas como Angela Merkel, Mahatma Gandhi y Pierre Elliott Trudeau, quienes sin violencia encontraron el camino de la conducción de sus respectivos pueblos a mejores condiciones de vida y también con visión del mañana. En otras palabras, no se necesita de la guerra para ser dirigentes que pasen a la historia. Se trata de individuos que, sin resentimientos, ni divisionismos piensan o pensaron en el futuro y lo mejor para sus gobernados.
La sociedad del riesgo, independientemente de sus contradicciones, ve hacia el futuro sin mirar nostálgicamente hacia atrás y sobre todo sin disminuir el confort logrado. En otras palabras, no se trata de quitarles a unos para darles a otros, sino de que a alcance para todos mediante la incorporación de estrategias de desarrollo incluyentes.