*Cocodrilos en las Playas y Ballenas en el Trópico
*Zaleas de Ardillas en las Calles del sur Capitalino
*Las Discutibles Acciones del Verdugo Americano
*Los Coros y los Trinos se Escuchan Claros
*Calentando Motores Están las Aves Migratorias
Por Nidia Marín
Hay beneficiados del encierro y el entierro de los mexicanos en los últimos seis meses. El arribo del Covid-19 rindió buenos frutos a muchos seres. Sí señores y señoras la fauna en la República y en el Valle de México se incrementó.
Y así como desde marzo y abril los medios de comunicación dieron cuenta de los avistamientos de caimanes y cocodrilos disfrutando de playas de Quintana Roo, de tiburones gozando las cálidas aguas de Cancún y de ballenas paseando por el litoral del trópico acapulqueño, por acá, tierra adentro hubo una explosión de aves en el Valle de México, específicamente en la capital de la República.
Actualmente por todas partes hay conciertos, gracias a sus trinos o bien chirridos, silbidos, gemidos (como en el caso de las tortolitas mexicanas). Abundan los gorriones comunes, las palomas bravías, colibríes, los zanates mayores, sastrecillos, golondrinas tijeretas, primaveras, cacatúas ninfa, loros cachetes amarillos, garrapateros pijuy, carpinteros moteados, periquitos del amor (se la viven besándose) y una especie que andaba de capa caída está resurgiendo.
Sí, es un depredador, pero cantante (nada que ver con Lozoya). Es el Verdugo Americano, que ya escaseaba en el Valle de México y hoy se mira y se escucha también en la capital del país.
Es un pájaro desgraciado. Se coloca en terrenos abiertos en un alambre o rama para observar a su alrededor y encontrar a su presa, cuando la ubica salta sobre ella. Puede ser un insecto grande, un pajarillo pequeño o un roedor, los traslada y los ensarta en los alambres de púas. Le dicen “El Empalador” como al célebre Vlad-Drácula, “Vlad, El Empalador”, nativo de Transilvania, en Rumania.
SOBREPOBLACION DE ARDILLAS Y PALOMAS
Pero no solamente las aves se vieron beneficiadas con los encierros y los entierros de esta temporada de vacas flacas para los seres humanos, sino otro tipo de fauna de la ciudad de México como la víbora de cascabel, la rana de Moctezuma, la rana de árbol y en los bosques de los alrededores, liebres y ardillas.
Estas ya son sobrepoblación en el sur de la Ciudad de México, donde se les puede observar en grupo familiar hasta de seis, cruzando las calles sobre los alambres de energía eléctrica y robándose los aguacates de donde pueden, para irlos a esconder en macetas y macetones de los hogares. A veces sobre los empedrados y asfaltos de las calles se mira lo que quedó de alguna: una zalea achicharrada después de haber mordido algún cable.
El problema de la sobrepoblación de este mamífero roedor es que cuando muerden pudieran transmitir alguna enfermedad como la rabia o el tétanos.
Con sobrepoblación también están las palomas y, en su caso, el riesgo es mayor porque pueden transmitir al ser humano enfermedades como: criptococosis (un hongo que contiene el excremento de estas aves), salmonelosis (infección bacteriana), psitacosis o clamidiosis (causa cuadros similares a la neumonía), alveolitis alérgica llamada también neumonitis (alergia a las plumas) e histoplasmosis (enfermedad respiratoria que se presenta con daño pulmonar).
Tal vez cuando se reduzca la actual pandemia las autoridades de la Ciudad de México tomen cartas en el asunto para el control de estas sobrepoblaciones.
Hay otros animalitos que también se han incrementado, aunque moderadamente, como los tlacuaches, musarañas, ratas canguro, lagartijas de collar y mariposas.
Además, comadrejas, mapaches, conejos, tuzas. Allá por Xochimilco y Tláhuac, por ejemplo, charales, sapos, ranas, salamandras, ajolotes culebras de agua y patos mexicanos.
Hasta los que estaban en peligro de extinción han tenido un respiro, como el teporingo (conejo de los volcanes o tepolito, zacatuche, tepol o también burrito) y el cacomixtle (cállate “señor de las ligas”).
En cuestión de las aves, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha señalado que el Día Mundial de las Aves Migratorias, que se celebra el 11 de mayo, en este 2020 se efectuará también el 10 de octubre, porque “las aves conectan nuestro mundo”, ya que forman parte de nuestro patrimonio natural compartido.
Y ante la situación que se vive en México y en el mundo por el Covid-19 se invita a la población a recurrir a las redes sociales para intercambiar sus conocimientos y experiencias con las aves migratorias, así como con acciones simples como “observar desde los balcones con binoculares”, establecer contacto con los asociados locales de Bird Life para un mejor aprovechamiento de esta actividad, organizar concursos de fotografía “Aves en tu jardín/ciudad” e incluso compartir fotografías y experiencias.
En México, por cierto, se cuenta con la iniciativa “A ver aves”, impulsada por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, y la Iniciativa para la Conservación de las Aves de América del Norte, en donde se pueden consultar las diferentes actividades en las que todo ciudadano puede participar, con el único requisito de querer ver aves y compartir.
Y CON USTED… LAS AVES MIGRATORIAS
Ellas ya están calentando motores para viajar. Son sus vacaciones de invierno. No tardarán en llegar en más o menos dos o tres meses.
Hasta antes del ataque mundial del Coronavirus, se precisaba (Pronatura) una estimación de que más de 200 especies de aves migratorias de larga distancia ocurrían en México, por lo cual nuestro país es de vital importancia para lograr cumplir sus ciclos naturales.
Explicaban también que los corredores migratorios son varios en la República Mexicana. Algunos, asegura la institución, han sido catalogados de importancia hemisférica o mundial; como es el corredor migratorio del centro de Veracruz, por donde millones de aves acuáticas, rapaces y paserinas, cruzan cada año durante su migración.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha venido advirtiendo que la pérdida y degradación de los hábitats naturales amenazaba y quizás amenace aun, a las aves migratorias, empujando a las especies hacia la extinción.
A su vez, Conabio puntualizaba que en un día cualquiera en los parques, jardines y camellones, en los árboles frente a las ventanas de las casas de la Ciudad de México, es común observar gorriones, casi todos son gorriones domésticos y uno que otro gorrión mexicano, ambas especies residentes, viven ahí todo el año. Pero hacia finales del mes de octubre, agregaba, se pueden ver otras especies de aves saltando entre las ramas en busca de alimento.
Refería lo común que son los chipes coronados, los reyezuelos, los chipes amarillos, entre otras muchas especies migratorias. Estas y otras aves pueden venir de lugares tan lejanos como Alaska o La Patagonia. Algunas se quedan aquí, pero otras, sólo están de paso rumbo a Centro y Sudamérica o bien de regreso a sus áreas de reproducción en el norte, de manera que en marzo habrán partido de nuevo.
Estos viajeros son nocturnos y tal como lo hacen los aviones buscan las corrientes de vientos para lograr una mayor eficiencia y ahorrar energía.
LAS RUTAS, COMO LOS AVIONES
Hasta antes de la pandemia, las aves migrantes no estaban seguras en México, donde existían 28 sitios prioritarios para las aves migratorias de Norte América. Siete se ubican en la ruta migratoria del Golfo, 14 en la del Pacifico y siete más en la ruta central.
Explicaban que la población invernal de las aves acuáticas migratorias en nuestro país se distribuye en los humedales de la zona costera del Pacífico, en los estados de Baja California norte y sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit; en la zona del Golfo, en Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche y Yucatán.
Además, decían, están las aves que llegan a los humedales interiores de las tierras altas del norte, en los estados de Chihuahua y Durango y del centro en los estados de Jalisco y Michoacán.
Y como ejemplo de las consecuencias de la destrucción de habitats mencionaban que tras la destrucción de los humedales de California los gansos de collar amarillo que antes no venían a México ahora sí lo hacen para refugiarse en México durante el invierno.
Lo mismo ocurrió con el ganso blanco, que empezó a llegar por miles a Chihuahua, así como a Jalisco y al Valle de México.
Por cierto, las aves migratorias que arriban a la República Mexicana constituyen 30% de todas las existentes en el país, cuyo número aproximado es de 300 especies. Los científicos de la Universidad Autónoma de Sinaloa lo han estado señalando desde principios de este siglo. Consideran que la conservación de estas aves depende tanto de tanto de los países en que pasan parte del tiempo, como de nuestro país.
Exponían que entre los problemas que sufren las aves migratorias está la cacería de especies, como la grulla gritona y el águila de cabeza blanca de las que quedan muy pocas. Otras han disminuido notablemente. Por ejemplo, las aves rapaces, porque se enfrentan a la contaminación del aire, o la destrucción de las áreas que usan para comer y refugiarse, como las lagunas. Este es el caso típico del valle de México, donde no quedan más de 3,000 hectáreas de lagos, de 100,000 que existían.
En México, afirman, se están perdiendo muchos manglares, en las costas del Pacifico y del Golfo, así como humedales en la Laguna Madre, Tamaulipas, por lo que ya no tienen a donde llegar, y por otro lado, los lugares a donde arriban ahora están muy contaminados.
Uno de estos casos es en Lerma, en la presa Nabor Carrillo, donde están llegando básicamente a lugares que son cloacas, aguas negras y se parasitan. Además, además en otros lugares hay presencia de sustancias toxicas y cancerigenas, o productos como el DDT y algunos otros organoclorados, los cuales adelgazan el cascaron de sus huevos y cuando los padres llegan a empollar no aguantan y se rompen, lo que estaría propiciando su extinción.
BAJO LA LAVA DEL XITLE UN ECOSISTEMA
La UNAM tiene bajo su protección 237 hectáreas de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA), ecosistema único en el mundo donde habitan cerca de 300 especies de plantas nativas, unas 800 de artrópodos –arácnidos, insectos, crustáceos– y 30 especies de mamíferos, entre otros vertebrados.
Este ecosistema –que se desarrolló sobre la lava del Xitle tras su erupción hace aproximadamente mil 670 años– es el más diverso que hay en el Valle de México, pero fuera del territorio universitario desaparece cada vez más rápido, señaló Silke Cram, secretaria Ejecutiva de la REPSA.
Todavía se desconoce cuánto resultó beneficiado el medio ambiente en el país, tal vez sean las instituciones de educación superior de la República y desde luego la UNAM (vía el Instituto Nacional de Biología que tiene como objetivo principal desarrollar investigación científica sobre origen, interacciones, distribución, composición actual, aprovechamiento y conservación de la diversidad biológica) que nos ilustre sobre los beneficios o en su caso perjuicios a la flora y la fauna de la Ciudad de México, del Valle de México y de todo el país, además de las aves migratorias.
También, hay que decirlo, con el encierro y el destierro, para nuestra desgracia, en las ciudades de la República Mexicana se incrementaron las plagas de fauna nociva, como cucarachas y ratas, por ejemplo.
Pero esa… es otra historia.