Se intersecta la línea de contagios y muertos con el desempleo 

Lascas Económicas

*Pero eso les Tiene sin Cuidado a los que hoy se Disipan en el Poder 

*Los Sobrevivientes Exigirán Salidas; Podría Desatarse la ira, sin Duda 

Por Jaime Contreras Salcedo 

En el momento de leer estas líneas, amig@, ya habremos superado los 50 mil muertos en México por efectos del Sars Cov 2, lo que significa que uno de cada cuatro fallecidos en América Latina generosamente lo hemos puesto de acá de este lado, pero las autoridades proclamarán, sin duda, que vamos a la baja en eso de la rapidez con que se difundía la pandemia y que la iluminación al final del túnel se ha convertido en toda una Estela de Luz (¿lo pensamos o lo dijimos?) y vamos directito al estrellato, casi al paraíso, a pesar de todos los pesares y de todas las filtraciones que pudieran presentarse en eso de que la Cuatro Té es inexistente y cada quien quiere llevarse el gajo del balón nacional para sus arcas.

No es un dato cifra si, a la par, vemos que del lado económico nos encontramos con que solo entre abril y junio pasados casi 5 millones pasaron de manera oficial a la informalidad sin ningún rubor en vista de que, justamente, la #4T ya les había tendido la cama desde antes de que la emergencia sanitaria nos cogiera inconfesos, aunque desde luego el problema se exacerbó cuando se dieron cuenta que no se contaban con los elementos suficientes para hacerle frente a esta hasta ahora incontrolable situación, que no se va a acabar con cubre bocas ni tampoco aunque se extinga, por decreto, eso que tildan como el gran problema de México: la corrupción.

¿En algún punto o intersección de estas variables se unen las cifras de los desaparecidos por el coronavirus y el disparo en los que abandonaron la formalidad –siempre según los criterios oficiales, que conste- y ahora los vemos como gritones zombies en calles, avenidas o en el mismo campo, tratando de asestarnos “a precios de epidemia” todos esos productos que siempre nos venían valiendo? En muchos puntos. Veámoslos y platiquémoslos juntos.

De entrada, en el campo laboral, eso del home office o- teletrabajo, como se le quiere motejar, muchas empresas ya se dieron cuenta que enviar a casa a sus empleados les atrajo menos costos, resultados iguales o incluso ligeramente superiores a los que se tenían antes del Covid 19, acorde con el giro del que se tratara. En los libros le pudieran llamar productividad. Ahorros que se tradujeron en ganancias, o si no, en menores pérdidas, según el caso.

Aprendieron los empleadores que se puede hacer más con menos y, en los hechos, utilizaron el consabido camino de los recortes a las nóminas sin problema alguno y sin cargos de conciencia. Total, no había forma, argumentaron, de mantener trabajos pues no había clientes, productos ni servicios para sostener los costos anteriores. Así de simple y sencillo.

Y allá han ido hordas de ex empleados que se pelean, literalmente, las pocas plazas que hay, la infinidad de las cuales sus generadores no pagan prestación alguna ni están dadas de alta en el Seguro Social, no cubren impuestos y, si acaso, llevan hasta doble contabilidad en las empresas con tal de eludir sus obligaciones con el fisco, si no es que también, de plano, ya se pasaron a la informalidad o mataron la empresa para los efectos tributarios conducentes.

¿Qué, no les dice nada el rostro de miles y miles que a diario toman el transporte público en cualquiera de sus manifestaciones, en todo el país, para buscar un ingreso por magro que parezca para llevar algo a sus hijos, medio cumplir con sus propias obligaciones y dormir con la pesadumbre de que, quizá, no haya entrada alguna en ls horas subsecuentes?

¿Y, acaso, ustedes piensan que a esta gente sin un peso en el bolsillo está muy interesada que digamos en los llamados de López Gatell a eso que llama Sana Distancia? Los que se agolpan a borbollones para entrar como puedan al metro, ¿pensarán que sería bueno, incluso, gastar en un cubrebocas, en gel antibacterial, ya ni digamos en una careta, para preservar eso que denominamos salud?

Y, como es de esperarse, los contagios se disparan; los muertos ni se digan al infinito y más allá; se anula cualquier esfuerzo oficial o no en eso de mantener ya no digamos la salud cuanto la vida. La frustración de no hallar empleo de hombres y mujeres multiplica una impotencia social que raya en la desesperación y la indignación, juntas, así como en el creciente rencor por los que sí tienen algo, simiente de la delincuencia que propician esos que dicen defenderlos y, of course, entenderlos.

Sí, claro, además hay millones de ignorantes que se escudan en la juventud para (mal) justificar su irresponsable accionar que cada fin de semana se pierde en antros populares, cierra calles para celebrar a la quinceañera en turno, baila en las esquinas con o sin música y casi grita con estupidez bovina “ya no me aguantaba en casa, lleno de aburrimiento”. Y luego van a sacar el baro, como se ufanan, con una navaja o una pistola, aunque ya hay combis que les han salido respondonas.

Las siguientes generaciones vendrán a analizar cómo murieron tantos; como sobrevivieron otros; de qué manera se trató a los que quedaron y rechazaron a los que se fueron, como una cifra más de la estadística. Habrá sesudos planteamientos para esclarecer a donde fueron a parar los obreros que se quedaron sin trabajo, los campesinos sin parcela, e incluso los vendedores ambulantes sin clientela.

Pero lo que no se podrá dilucidar jamás, aunque usted no lo crea, es cómo se extravió un país en medio de la geografía global; si bien sabremos –en una suerte de consuelo nacional- quién es el responsable central de la tragedia, los mexicanos seremos capaces de darle una estatua en la entrada de la nueva Plaza de la Solidaridad, muy cerca del palacio virreinal. Su ex casa. Guarde este no tuit, y lo atestiguará. Amanecerá y veremos.

Por lo pronto, estas Lascas Económicas andan desatadas y ya encontraron otras angulares piedras para cerrar espacios, generar bordes y aristas filosas que cercenen ilusiones vanas de los hijos y nietos de la Cuatroté. La lección fue aprendida a golpes muy duros y costos muy altos, pero se acabaron las ficciones y novelas políticas en eso del poder. Salgamos juntos, antes de que desde afuera nos empiecen a sacar a todos. Nos vemos en este espacio la semana entrante. Jacs95@hotmail.com.

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