Por Jesús Michel Narváez
Durante una charla con mi amiga Aracely Mendoza Zaldívar durante su participación en el programa que conduzco en ABC-Radio en el 760 de AM, brotó la nota: ¿quién atenderá a los sobrevivientes de la pandemia cuando termine y se encuentren con problemas neurológicos, cardiovasculares, padezcan de los riñones etcétera?
La inquietud es totalmente válida, porque quienes estén inscritos en el IMSS o el ISSSTE podrán exigir se les atienda de las enfermedades ya antiguas o surgidas por el encierro y nadie sabe si las instituciones cuentan con nefrólogos, cardiólogos, neurólogos suficientes como para atender a quienes la “libraron” y vencieron el contagio o nunca les fue transmitido.
Sobrevivientes cuya salud estará sumamente afectada. Estar en casa, sentado, acostado, mirando la televisión o jugando cartas o dominó, además de convertirlos en sedentarios también los llevó a estar a punto de romper la báscula.
Y no por gusto. Las condiciones del aislamiento no son fáciles de llevar. La primera razón: nadie está acostumbrado a perder su libertad y en ocasiones su libertinaje a causa de un enemigo que nadie sabe dónde está y que su pequeñez física la compensa con su letalidad.
Después de 120 días de no tener contacto físico con amigos, compañeros de trabajo, vagos de cantina o gourmets de buenos restaurantes, es difícil no cansarse de la comida casera, de la computadora, de la ropa que se ponen (nos ponemos), de abandonar el traje de marca o usar los jeans y las playeras.
Aunque se trabaje arduamente desde casa y se mantenga la sana distancia, hay mucho tiempo libre. A veces se utiliza para leer alguna novedad literaria o sacar del librero un viejo ejemplar de La Guerra y la Paz o El Político. Otros momentos son para recapacitar y darse cuenta del cúmulo de errores cometidos a lo largo de la vida. Todos y cada uno de los instantes que pasan por la mente, generen angustia, dolor y tristeza. Los hay también de alegría, de satisfacción y de auto reconocimiento.
Pero todos y cada uno de los estados en los que nos sumergimos provocan que el corazón se acelere y cuando comemos dejamos de lado la dieta cuidadosa para combatir el colesterol, la glucosa y hasta el dolor de riñones.
Los que sobrevivamos –si es que en mi caso lo logro- tendremos que buscar atención médica. Terapeutas que cobran como si supieran lo que hacen. Y los que carecemos de los servicios médicos del IMSS, del ISSSTE y del mal nonato –porque no acaba de nacer- Insabi, nos las vamos a ver más negras que la conciencia de aquellos que mienten sin recato alguno.
La charla con Aracely fue sumamente informativa. Espero que a usted, amado lector, lectora, le sirva de algo lo que le plasmé en este espacio.
Y ojalá y todos terminemos como sobrevivientes aunque con problemas que, aunque usted no lo crea, buscaremos cómo resolverlos y seguir de frente.
E-mail: jesusmichel11@hotmail.com, Twitter: @jesusmichelMx, Facebook: Jesus Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por ABC-Radio en el 760 de AM.